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El rotundo avance de las tropas ucranias genera las primeras fisuras en la escena política rusa

El rotundo avance de las tropas ucranias genera las primeras fisuras en la escena política rusa

El claro avance de las fuerzas ucranias en el este del país sobre posiciones que llevaban meses en manos rusas ha abierto las primeras fisuras en el discurso político en Rusia, hasta ahora poco dado a airear discrepancias sobre la línea oficial marcada por el Kremlin. Los líderes de la propaganda rusa instan abiertamente a ejecutar a los comandantes que debían defender el enorme territorio perdido, mientras que otras voces afines al poder reclaman ahora castigar a quienes convencieron a Vladímir Putin de que sus tropas serían recibidas con abrazos en Ucrania. Los golpes de Járkov y Jersón coinciden además con un nuevo desafío de la oposición, residual pero elocuente. Más de una treintena de concejales de las dos mayores ciudades del país se han dirigido al Parlamento para proponer el cese del presidente, Vladímir Putin, bajo la acusación de alta traición, una iniciativa que va ganando adeptos conforme avanzan las horas. El presidente checheno, Razmán Kadírov, ha hablado abiertamente de errores en la estrategia del Kremlin.

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La contraofensiva ucrania, que ha ido ganando terreno en cuestión de horas en las últimas jornadas, tomó a Rusia por sorpresa. El sábado, cuando Kiev anunció que había retomado puestos clave como Járkov, Putin estaba inaugurando la mayor noria de Europa en Moscú, mientras los habitantes de la capital bailaban y bebían por el 875º aniversario de la ciudad. El Ministerio de Defensa ruso, tras el silencio que siguió a los anuncios sucesivos de las autoridades ucranias, finalmente anunció una “retirada ordenada” en la región de Járkov, donde no solo ha perdido la iniciativa y ciudades importantes como Izium, sino también un nudo ferroviario clave para el abastecimiento de su ejército.

En Rusia hay sectores que en esta ocasión no han comulgado con la justificación oficial. Por ahora las críticas han arreciado contra los escalones inferiores a Purin, aún blindado por dos décadas en las que la propaganda construyó un aura de infalibilidad a su alrededor.

La interpretación de la retirada del presidente checheno, Razmán Kadírov, ha sido significativa. En un mensaje difundido en su canal de Telegram se ha referido al “hecho de que [el ejército ruso] se haya ido y regalado varias ciudades”. “Yo no soy un estratega como los del Ministerio de Defensa, pero se cometieron errores”, añadió, y advirtió de que si no hay cambios inmediatos en lo que siguen denominando “operación militar especial”, buscará comunicarse directamente no solo con el ministerio, sino con el liderazgo del país, es decir, Putin. Ese mensaje se interpreta como un ejemplo claro del malestar del líder checheno respecto al transcurso de la guerra.

Las fuerzas armadas, la institución más valorada por los rusos, incluso más que el Kremlin, según los sondeos, afrontan una enorme presión. Putin rechaza decretar la movilización general de la población, una medida impopular que exige el ala más dura. Los periodistas cercanos al poder cargan mientras tanto contra los mandos del ejército. Uno de los máximos responsables de la propaganda del Kremlin, el presentador de Rossiya 1 Vladímir Soloviov, afirmó, también en Telegram: “Muchos jefes con uniforme (no me atrevería a llamarlos comandantes) son dignos del despido con deshonor, un juicio penal o incluso la ejecución, y podría nombrar algunos”.

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La crisis abierta por el contraataque ha puesto en el punto de mira, de momento, a los asesores del Kremlin y a los mandos del ejército. Varios analistas y políticos cuestionaron el desarrollo de las operaciones de las tropas rusas en los últimos meses en un debate del popular canal NTV, cuyo control fue tomado por Putin nada más llegar al Gobierno hace décadas.

“La gente que convenció al presidente de que la operación especial sería rápida y efectiva; de que no bombardearíamos civiles, de que llegaríamos y la Guardia Nacional y los kadirovtsi [las fuerzas personales de Kadírov] pondrían orden… esa gente nos tendió una trampa a todos”, decía el exdiputado de la Duma Estatal Borís Nadezhdin. “¿Esa gente existe?”, le preguntó el presentador. “Por supuesto, el presidente no se sienta ahí y se dice ‘Voy a comenzar una operación especial’. Alguien le dijo que los ucranios se rendirían y se unirían a Rusia”, respondió el analista.

Life comes at you fast: pundits on Russian TV realize that their military is failing and their country is in trouble. They are starting to play the blame game. Some of them finally understand that their genocidal denial of the Ukrainian identity isn’t working in Russia’s favor. pic.twitter.com/jNNn5xifI5

— Julia Davis (@JuliaDavisNews) September 11, 2022

La franqueza del debate sorprendió en Rusia. El diputado y líder de Rusia Justa, Serguéi Mirónov, mantuvo el discurso de estos meses de que no puede haber negociaciones con “el régimen nazi de Zelenski”, pero fue inmediatamente criticado por gran parte de los invitados presentes, además de Nadezhdin. El experto político Víktor Olévich le echó en cara que “se dice que todo marcha acorde al plan, pero nadie hace seis meses pensaría que el plan sería retirarse ahora”. Otro conocido comentarista, Alexéi Timoféyev, aprovechó para recordar que los medios oficiales insistían en que si el ejército entraba en Odesa, “el riesgo sería recibir unos abrazos muy fuertes de la población”. “Estos errores han sido criminales, catastróficos, ¿por qué debemos seguir escuchando la opinión de estos expertos?”, criticó abiertamente.

Uno de los tertulianos más criticados ahora es una de las caras más conocidas de la propaganda rusa. La directora de Russia Today, Margarita Simonián, quien dijo en un coloquio televisivo anterior a la guerra que Rusia “derrotaría a Ucrania en dos días”. Hoy se cumplen 201 días del inicio de la ofensiva y sus tropas se repliegan en varios frentes.

Cese de Putin por alta traición

La detención de varios políticos opositores por sus críticas a la guerra no ha silenciado las críticas a Putin. Con el acceso al Parlamento nacional vedado, la política rusa se desarrolla en buena parte en las Juntas de Distrito de las grandes ciudades. Un grupo de concejales de San Petersburgo provocó hace días un nuevo temblor al pedir oficialmente a la Duma que Putin pueda ser cesado por alta traición. Este lunes postelectoral contaba ya con más de una treintena de firmas de 18 distritos de esta ciudad, la segunda mayor del país, de Moscú y de Kolpino. Con el paso de las horas se iban adhiriendo más concejales a la iniciativa.

“Es un escrito inteligente y muy cuidado. Espero que no seamos juzgados por ningún motivo porque no hemos hecho nada ilegal, cumplimos las leyes federales para este procedimiento y presentamos argumentos para que comprueben, según la Constitución, si se le puede aplicar un procedimiento de destitución”, explica al teléfono uno de sus promotores, Nikita Yuférev.

A su misiva se sumaron después más concejales de Moscú. “Queremos dirigirnos al público de Putin para que piense. Si creían que la expansión de la OTAN era una amenaza para Rusia, ahora con su decisión del 24-F [el 24 de febrero, día del inicio de la ofensiva] resulta que la Alianza Atlántica ha crecido y con la adhesión de Finlandia su frontera se ha duplicado”, añade. “Consideramos que la iniciativa adoptada por Putin ha aumentado el riesgo para la Federación de Rusia y su población. Ahora Ucrania es un peligro porque como resultado del 24-F ha recibido armas valoradas en 38.000 millones de dólares”, afirma con un lenguaje controlado al milímetro.

“Nuestros argumentos son que Putin no tenía razón”, apunta Yuférev. “Y no se puede obviar la situación de nuestros soldados, la quiebra económica y los problemas de la generación joven. La economía rusa sufre seriamente”, agrega.

La idea la propuso otro compañero de su distrito de San Petersburgo, Dmitri Paliuga. Yuférev se había dirigido el 2 de marzo a la Administración presidencial para pedir el cese de la ofensiva, pero no recibieron respuesta. “Más tarde, en agosto, me dirigí al presidente con una carta personal para pedirle que pusiera fin a la operación especial por motivos humanitarios” cuenta Yuférev. “Ya había datos de la ONU que confirmaban que había seis millones de refugiados ucranios y más de 5.000 muertos, incluidos más de 300 niños, comprobados por Naciones Unidas”, recuerda el político. “Me dijeron que leerían la carta”, fue lo último que supo hasta ahora.

Paliuga será juzgado este martes “por desacreditar al presidente de la Federación de Rusia”. “Parece ser que el plan está claro: adoptar una decisión conmigo y después, castigar al resto de concejales”, afirmó en su cuenta de Twitter, donde relató que le había llamado la policía. “Me preguntaron si me arrepiento de haber tomado esta decisión sobre la traición [de Putin]. ¡Yo me alegro de haberla tomado! ¡Estoy orgulloso de cada concejal! He recibido un montón de mensajes de desconocidos. ¡Somos muchos!”, agregó.

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