Debido a las altas temperaturas propias del verano, es normal tener menos hambre que en invierno. El cuerpo nos pide platos frescos y poco contundentes, como ensaladas y gazpachos. Comer cumple multitud de funciones para el organismo, y una de las más importantes es la de regular la temperatura corporal. Ahora, un nuevo estudio demuestra que el aire acondicionado puede hacernos comer más durante la época estival.
Javier Sánchez Perona, científico del CSIC, ha publicado en su blog varias evidencias que existen de la relación entre la temperatura y la comida. Una investigación realizada en ratones demostró que cuando se les exponía a calor, éstos comían menos. Es más, una vez la temperatura superó los 40 grados, dejaron por completo de comer.
¿Qué ocurre cuando tenemos hambre? La temperatura corporal se reduce y, por esta razón, las personas en ayuno prolongado suelen sentir frío.
¿El aire acondicionado hace que comamos más?
Una investigación llevada a cabo por expertos de la Universidad de Birmingham en el año 2015 demostró que los empleados que trabajaban en una oficina con aire acondicionado comían más.
Para llevar a cabo el estudio, se analizó a 20 personas, algunas trabajando a 20 grados, y otras a 26 grados. En ambos casos trabajaron una hora, comieron pizza, y continuaron trabajando otra hora.
Pues bien, los empleados que trabajaban a 20 grados en la oficina comieron 99,5 calorías más de pizza que los que lo hacían a 26 grados. Además, los expertos calcularon que por cada aumento de un grado en la temperatura, los participantes comieron 85,9 kilocalorías menos de pizza.
¿Qué efecto tiene?
Alexandra W. Logue fue una de las primeras en hablar de la relación de la comida y el aire acondicionado en su libro ‘La psicología de la comida y la bebida’. Según explica, una de las formas más sencillas de reprimir el apetito en verano es apagar el aire acondicionado.
La energía que gastamos en regular la temperatura corporal cuando la temperatura ambiental oscila entre los 22 y los 25 grados se compensa con una mayor ingesta calórica.
Por su parte Javier Sánchez Perona explica lo siguiente: “Lo que sí está probado científicamente es la relación entre la temperatura y el apetito. A mayor temperatura, menos apetito. Así que parece obvio que si vivimos, y comemos, con aire acondicionado, comeremos más y engordaremos más”, tal y como recoge el diario El País.
Por último, cabe señalar que no todo está relacionado con la temperatura: el sedentarismo o los hábitos de alimentación poco saludables también pueden contribuir al aumento del apetitito.
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