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El silencio del Camp Nou

El Barça marca un gol en el partido a puerta cerrada contra Las Palmas del 1 de octubre de 2017 en el Camp NouALBERT GEA / REUTERS

El FC Barcelona no habría jugado el 1 de octubre de 2017 su partido de Liga contra Las Palmas si el presidente del club hubiera sido entonces Joan Laporta o Víctor Font. Ambos son los dos máximos favoritos a las elecciones del 7 de marzo, después de la dimisión de Josep Maria Bartomeu, quien optó porque el encuentro se celebrara a puerta cerrada ante la negativa de ser aplazado por LaLiga. La junta de Bartomeu condenó “las acciones llevadas a cabo en muchas localidades de Cataluña para impedir el ejercicio democrático y libre expresión de sus ciudadanos”, con motivo del referéndum por la independencia promovido por el Govern de la Generalitat y suspendido por el Tribunal Constitucional, y “ante la excepcionalidad de los hechos”, optó como señal de protesta por disputar el encuentro sin la presencia de público en el Camp Nou.

La directiva temía además una invasión de campo y al mismo tiempo atendió la petición de los jugadores, partidarios, salvo contadas excepciones como la de Piqué, de disputar el encuentro para evitar una posible sanción de seis puntos. Aquella decisión provocó la salida de la junta de Carles Vilarrubí y Jordi Monés y escenificó las discrepancias del Govern con Bartomeu. El desencuentro se concretó cuando el presidente azulgrana acusó a la Generalitat de “irresponsable” en el acto de su dimisión después de que no se llegara a un acuerdo para la fecha de votación de la moción de censura firmada por 19.380 firmas de socios del Barça. Bartomeu sintió que le movían la silla por “intereses políticos y electorales” y desde entonces salió de la escena a la espera de que se formara una candidatura continuista o alternativa a las de Laporta y Font, que hoy lidera Toni Freixa.

Aunque el mismo día 1 de octubre de 2017 expresó, al igual que Laporta y Font, su deseo de que no se jugara el partido Barça-Las Palmas, Freixa ha cambiado de parecer después de conocer los condicionantes y ahora se muestra incluso comprensible con la decisión tomada por Bartomeu: “La junta hizo bien de escenificar un campo vacío”, afirmó en TV-3. “Y al final, se ganó LaLiga”, añadió. Defiende, también, que su proyecto es el único “independiente de intereses políticos, mediáticos y económicos”, afirmación que sintoniza con las formuladas durante sus mandatos por los expresidentes Sandro Rosell y Josep Lluís Núñez. A partir de subrayar sus diferencias con Laporta y Font, Freixa ha ganado protagonismo en la campaña electoral y defiende sus opciones de victoria para el 7 de marzo. Las encuestas, sin embargo, dan como favorito desde el primer día a Laporta.

El pasado de Laporta

Así que el expresidente azulgrana, que ya se veía ganador el pasado 24 de enero, fecha inicialmente prevista para los comicios, mantiene el mismo plan que explicó el día que anunció su intención de volver al palco del Camp Nou. A partir de su experiencia y valentía, Laporta se ha programado para un discurso conciliador e integrador, positivista e ilusionante, nada agresivo ni agitador, muy pendiente de no cometer errores, no generar rechazo y de ganar votos entre los indecisos, sabedor de que sus fieles no dimitirán, satisfechos con pancartas como la exhibida frente al Bernabéu. Asume el liderazgo y su carisma le exime de tener que debatir su programa, como si todos los socios supieran ya sobre su manera de ser, hacer y pensar, también políticamente: es independentista y amigo de Carles Puigdemont desde los tiempos en que coincidieron como diputados en el Parlament.

Laporta fue cabeza de lista de Solidaritat Catalana per la Independència (2010-2013) y concejal en el Ayuntamiento de Barcelona (2011-2015). Un currículo que se activó cuando en el acto de presentación de su candidatura afirmó: “Ho tornarem a fer”, la misma frase que dijo Jordi Cuixart, presidente de Òmnium, en el juicio por el 1-O. Asegura que cuando manifiesta aquello de “lo volveremos a hacer” se refiere al Barça y a su mandato (2003-2010). Aspira a mantener “buenas relaciones con las distintas instituciones” y matiza que defenderá al club “en caso de conflicto de intereses” sin que por el momento se haya dado contencioso alguno de interés ni polémica electoral, seguramente porque comparte ideología política y futbolística con Font. La diferencia está en la candidatura más que en el perfil de los dos candidatos favoritos del 7-M.

Al expresidente azulgrana le asesora Jordi Cuminal, exdiputado de Convergència i Unió y especialista en comunicación política, y en su lista azulgrana figura Elena Fort, numero 26 en la candidatura de Junts per Catalunya a las elecciones del 14-F. Aunque Font se declara también independentista, su equipo tiene “menos significación política”, sostienen algunos de sus miembros, más centrados en el debate futbolístico y la crisis económica del Barcelona. No se ha hablado de política hasta ahora en el Barça ni los políticos han hablado del Barça. Ha influido seguramente que los dos procesos electorales hayan coincidido y también que Junts y ERC, los que han sido socios del Govern, parecen cómodos ante la disyuntiva: Laporta-Font. Habrá que ver si la situación cambia a partir del próximo lunes en la Generalitat porque difícilmente se esperan cambios en el Camp Nou.

La campaña azulgrana ha estado condicionada por la pandemia y sobre todo por el cierre al público del estadio, escenario en el que se desplegaba una gran carga simbólica y se escuchaban cánticos a favor de la libertad de los presos del procés en el minuto 17.14 de cada partido, sobre todo en las jornadas de Champions. Hay silencio dentro del Camp Nou y en las afueras se habla de Messi, de Koeman, de Eric García y de Xavi. Tal y como pasó en el 1-O, los encuentros se juegan con las gradas vacías, a puerta cerrada, pero ahora es por la covid.


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