La joya más preciada para los británicos desde que al finalizar la II Guerra Mundial pusieron en pie un Estado del bienestar moderno, el Servicio Nacional de Salud (NHS, en sus siglas en inglés), se ha convertido en el campo de batalla donde se juega la supervivencia el primer ministro conservador, Rishi Sunak.
Las enfermeras y enfermeros adscritas al Real Colegio de Enfermería (RCN, en sus siglas originales), que suponen alrededor de 300.000 personas, han respaldado a partir de este lunes dos jornadas de huelga, en demanda de una subida salarial. Junto a ellas, cerca de 13.000 operarios del servicio de ambulancias han protagonizado un nuevo paro. A pesar de que los servicios de emergencias y cuidados intensivos, junto a las plantas de quimioterapia o diálisis, han funcionado con relativa normalidad, las autoridades del NHS calculan que cerca de 50.000 citas iban a ser canceladas a lo largo de la jornada.
El Gobierno de Sunak, cuya prioridad desde que asumió las riendas del país ha sido poner freno a una inflación que se sitúa hoy en el 9,2% y a una crisis del coste de la vida que afecta a la inmensa mayoría de los británicos, ha decidido poner pie en pared. Se niega a negociar cualquier subida salarial del personal sanitario para este año, con el argumento de que ese capítulo ya está cerrado. A cambio, sugiere a los sindicatos que pongan fin a las huelgas y se concentren en su estrategia para la negociación del año que viene.
“Es evidente que la decisión de los sindicatos de convocar paros supondrá mayores interrupciones del servicio en el NHS, y que no ayudará a nuestro esfuerzo por acabar con las listas de espera y los retrasos. Es muy lamentable”, ha dicho este lunes un portavoz de Downing Street, que ha pedido a los representantes de los trabajadores que “piensen en el modo de avanzar juntos hacia el futuro, y concentrarse en la revisión salarial de este año [en referencia al presupuesto 2023-2024]”, ha señalado.
A primera hora de la mañana, decenas de enfermeras del londinense hospital de St. Thomas volvían a concentrarse con pancartas a las puertas del centro, y recibían el apoyo de muchos de los vehículos que pasaban por delante y hacían sonar su claxon. A diferencia de otros sectores públicos que han decidido lanzarse a la huelga, el personal sanitario sigue contando con un amplio apoyo de la ciudadanía (más del 60% de los consultados en la última encuesta publicada por el diario The Times).
Es cierto que pocos ciudadanos respaldan directamente la subida del 19% reclamada por los sindicatos. Estos argumentan que los salarios llevan más de una década estancados, y que el IPC real del Reino Unido se acerca al 14%, al que suman un 5% en su petición. El Gobierno se escuda en las recomendaciones realizadas ya por el Organismo de Revisión Salarial (un comité en teoría independiente adscrito a cada sector público que expone cada año su análisis y sugerencias), y se resiste a revisar la subida aprobada, de entre el 4% y el 6% dependiendo de la banda, que fue acompañada de un incremento único de poco más de 1.500 euros anuales.
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SuscríbeteTemida espiral de inflación
Pero, sobre todo, Sunak teme que cualquier subida excesiva de sueldos acabe provocando la temida espiral de inflación, y el objetivo principal de su mandato, devolver al Reino Unido la estabilidad económica que se fue al traste durante el breve mandato de su predecesora, Liz Truss, no se cumpla.
“Hay un amplio abanico de trabajadores del sector público que han planteado la misma petición [revisar el pacto salarial acordado ya para este año]”, ha dicho este lunes la secretaria de Estado de Sanidad, Maria Caulfield. “Estamos hablando de miles de millones de libras. Queremos destinar todo ese dinero a servicios esenciales, por supuesto, pero también somos responsables ante todos los contribuyentes. Los impuestos son ya muy elevados y la gente está luchando cada día para hacer frente a esta situación económica”, ha dicho Caulfield.
Los representantes de los trabajadores sanitarios señalan a los Gobiernos autónomos de Gales y Escocia, con competencias en materia sanitaria, que se han comprometido a negociar y han logrado que, de momento, se desconvoquen las huelgas en sus respectivos territorios.
“El Gobierno ha decidido castigar a los enfermeros de Inglaterra, en vez de incorporarse a la mesa de negociación para hablar de salarios, como sí lo han hecho en Gales o en Escocia”, ha denunciado Pat Cullen, la secretaria general del RCN. “Que plantee una oferta, y se la haré llegar a nuestros asociados, (…) pero necesitamos resolver esto durante este año, porque son cientos de miles los enfermeros y enfermeras que han respaldado la huelga, precisamente para que se modifique lo acordado para el periodo 2022-2023″, ha añadido Cullen.
La oposición laborista —cuyo líder, Keir Starmer, ha intentado en todo momento jugar a dos bandas: culpar al Gobierno de cruzarse de brazos, pero evitar cualquier foto al lado de los piquetes— reclamaba a Sunak, en un acto público en la localidad de Bristol, que hiciera algo: “Muchas personas contemplan estupefactas cómo el Gobierno ha decidido no hacer nada, es incapaz de mostrar liderazgo y de sentarse en la mesa de negociación”, ha denunciado Starmer.
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