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El tenis en Tokio, un horno entre las cigarras

A falta de público, en Tokio suena la banda sonora de las cigarras. El reloj marca el mediodía y Alejandro Davidovich acude a la zona mixta satisfecho porque acaba de firmar su primera victoria en el tenis olímpico, contra Pedro Sousa (6-3 y 6-0). Al malagueño, siempre espontáneo, le llama la atención el ensordecer sonido que emiten los insectos, un soniquete constante e invasivo que acompaña al desarrollo de los partidos, e incluso sortea la elevada frontera que delimitan los cuatro muros de la pista principal, muy vertical. La arboleda que envuelve el Ariake Tennis Park ofrece algunas sombras, pero el termómetro marca 35 grados y la humedad es cercana al 80%. El primer día de la competición es un anticipo de por dónde irá el torneo, un verdadero horno sin escapatoria.

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“Ya me ves, he sudado tanto que ahora no puedo ni quitarme la camiseta”, le cuenta a este periódico Davidovich, empapado de arriba abajo y al que con la ropa pegada se le marca toda la musculatura, hijo como es de un boxeador ruso. “No, con los del boxeo no he tenido contacto, pero sí con los del balonmano y los del baloncesto”, precisa en su primera aventura olímpica, escala “única y especial” para él en medio de una temporada en la que ha empezado a enseñar los dientes de verdad, con ganas de pegar duro e ir hacia arriba; ya es el 35º del mundo, pero la ambición le pide mucho más y él, 22 años y mucho por ofrecer, se exige: “Yo he venido aquí con mucha fuerza, a por todas”.

Afortunadamente, el andaluz ha abierto la mañana y a otros como Roberto Carballés o Pablo Andújar les ha pillado la franja más hostil. El primero se despide ante el georgiano Nikoloz Basilashvili (6-3 y 6-2) y el segundo frente al francés Hugo Humbert (7-6(3) y 6-1). España, pues, pierde esas dos balas en el cuadro masculino, aunque sí consigue progresar Pablo Carreño, beneficiado en el turno de tarde (7-5 y 6-2 a Tennys Sandgren) por el ligero manto de nubes que han traído las corrientes de aire caliente, citado en la siguiente parada con Marin Cilic. “Yo he tenido suerte con el horario, pero es duro jugar con estas condiciones. Nunca estás cómodo, pero en otros sitios como Río aún hay más humedad”, apunta el asturiano.

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Tokio no es Australia ni Nueva York, pero el calor aprieta a unos niveles similares. “Es diferente, en Melbourne es más seco y aquí hay mucha humedad. Estoy calado, no he parado de sudar desde que he entrado en la pista. Das dos pasos y ya tienes la ropa hecha unos zorros”, sigue en una impresión no solo compartida, sino acentuada por Paula Badosa, que ha comenzado con el pie torcido pero luego se ha corregido para imponerse en 2h 45m a Kristina Mladenovich (6-7(4), 6-3 y 6-0) a primera hora de la tarde.

Clima tropical y cemento

“Creo que nunca había jugado en unas condiciones tan extremas, pero me he adaptado muy bien. Hace muchísimo calor, pero sobre todo se nota la humedad, que a mí me mata. Te va dejando muy agotada”, señala a EL PAÍS la catalana, que se enfrentará en la segunda ronda a la polaca Iga Swiatek, la octava del circuito. “Físicamente ha crecido mucho, y en días como el de hoy eso marca la diferencia”, desliza su preparador, Javier Martí.

Después de vencer en su estreno en el dobles, se refrescan Carla Suárez y Garbiñe Muguruza (6-3 y 7-6(4) a Alison van Uytvanck y Elise Mertens) antes de enfilar la zona mixta. E intervienen ambas. “Sí, no es lo más agradable”, aporta la canaria. “Lo de aquí se parece a Cincinatti o Miami. Es ese calor pegajoso que te hace sudar y te deja un poco chof, tipo tropical”, describe la segunda, que más allá de la temperatura incide en otro factor relevante en el torneo, la ausencia de público. Después de un trimestre de reencuentros con los aficionados, en mayor o menor grado en función de los países y sus respectivas restricciones, pero con gente en todo caso, la grada japonesa vuelve a lucir cemento y plástico.

Carla Suárez y Muguruza, este sábado durante su estreno en el dobles.EDGAR SU / Reuters

“La principal diferencia que noto respecto a los Juegos de Río es que no hay público”, Muguruza, cara a cara con Kudermetova a primera hora (española) de este domingo. “Por desgracia hemos ido acostumbrándonos a esta situación, pero necesitamos a la gente, siempre te empuja y te ayuda. Lo echamos mucho de menos, el deporte necesita los aficionados”, abunda Suárez, que aún más temprano debutará contra la tunecina Ons Jabeur –siendo Sara Sorribes la más madrugadora, contra Ashleigh Barty– y que bromea cuando se le dice que el 70% de los jugadores, entre ambos cuadros, son noveles en la cita. “Eso me dice que estoy mayor ya, que soy de las veteranas, pero es lo normal, el ciclo del deporte”, concluye cuando Novak Djokovic ya ha superado sin problemas a Hugo Dellien (doble 6-2).

“Los fans son un elemento clave, la multitud, su energía. Pero aun y todo, esto son unos Juegos”, subraya el místico Nole mientras suenan y suenan las cigarras, erre que erre entre las ramas. “Y así todo el día, desde la mañana hasta la noche… Aunque no hay problema: como todo el rato es lo mismo, no nos perjudica. En la pista, nosotros solo estamos a lo nuestro”, cierra Carreño.

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