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“El trauma es que abusen de ti y digan que no es malo, que Dios está viendo”


México no termina de cerrar la herida que le ha producido la Legión de Cristo. Una nueva denuncia por pederastia ha golpeado estos días a la poderosa orden religiosa que aún vive bajo la sombra de los abusos perpetrados por Marcial Maciel. Veintidós años después de que trascendieran las primeras acusaciones contra el fundador de los Legionarios, la conductora de radio y televisión mexicana Ana Lucía Salazar se ha convertido en la primera mujer en el país norteamericano en denunciar públicamente por abuso sexual a un miembro de la congregación, el sacerdote Fernando Martínez.

“Tardas mucho tiempo en asimilar que tú no tuviste la culpa”, dice Salazar al recordar su historia. La conductora asegura que, entre 1991 y 1992, cuando tenía ocho años, fue abusada sexualmente por Martínez, director del colegio de los Legionarios al que asistía en Cancún, en el Estado de Quintana Roo. “Yo era muy pequeña y no sabía a lo que me estaba enfrentando. Él me hacía pensar que era una niña especial, que quería ser mi amigo y lo hacía para abusar de mí”, señala Salazar a este diario. La conductora asegura que esos años al menos hubo otros siete niños más que fueron víctimas de Martínez y que los abusos no se daban en ambientes violentos sino en contextos de manipulación. “Te utilizan, te mienten y luego te desechan y te acallan. Te causa un trauma que mientras te abusan te digan que no está pasando nada malo, que Dios está viendo”, dice.

El relato de Salazar se ha conocido ahora, pero la mujer asegura que lo reportó originalmente en 1992. En ese momento, miembros de los Legionarios se reunieron con sus padres y trataron de excusar al cura bajo el pretexto de que había que entenderlo porque era hombre y podía cometer errores, recuerda. “Mi papá muy molesto les respondió que si era hombre, para eso estaban las mujeres adultas, no las niñas. Fue atroz”. Salazar asegura que sus padres intentaron llevar el caso a la justicia civil pero que finalmente desistieron por miedo a que revictimizaran a su hija. “Yo los entiendo y no los juzgo. Esto lastimó a mi familia profundamente hasta el día de hoy”. “Este señor ha abusado a lo largo de su vida de muchas niñas que hoy permanecen en el anonimato. Yo decidí dar la cara porque se le ha resguardado y protegido por años después de destruir nuestras infancias”, dijo Salazar en sus redes sociales el día que dio a conocer la denuncia, hace una semana.

Los días se han vuelto más difíciles para Salazar desde que se animó a alzar la voz. La gente se ha comportado de manera cruel y no han dejado de cuestionar las formas y los tiempos de su denuncia. “Me he vuelto a sentar en el banco de los acusados”, dice con resignación. No cree que vaya a ver justicia por lo que vivió, pero espera que su caso funcione como alerta para otros. “Que mi historia sirva para que los padres abran los ojos y les crean a sus hijos”.

El último señalamiento contra los Legionarios llama la atención en gran parte por ser la primera voz femenina que se alza contra esta orden religiosa en el país. Poco menos del 20% de las víctimas de pederastia en la Iglesia mexicana son mujeres, asegura Joaquín Aguilar, director de la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual por Sacerdotes en México. “Conocemos casos de mujeres, pero nunca han querido denunciar”. Salazar admite que el movimiento Me Too mexicano, que estalló el pasado marzo con miles de acusaciones en las redes sociales, le ha dado un marco para contar su historia.

La Legión de Cristo ha salido al paso de esta denuncia con un escueto comunicado en el que manifestaban su intención por realizar una “investigación exhaustiva”. El mensaje aseguraba que el cura Martínez ya no ejercía “ningún ministerio pastoral” y que vivía, a sus 79 años, retirado en una vivienda de la orden ubicada en Roma. “Dan a entender que es un pobre anciano, pero yo tenía ocho años”, replica Salazar. “Lo que me hizo él y lo que me hizo la Legión, al encubrirlo, tiene repercusiones y daños irreversibles. Quiero un perdón público y una validación, es importante para mí que digan “Sí, te pasó” porque nos repitieron hasta el cansancio que no era nada”.

La forma de reaccionar históricamente de la Iglesia ante los abusos cometidos dentro de la Legión de Cristo desanima a Salazar, que sostiene que existe un modus operandi para encubrir la pederastia dentro de la orden. Ella asegura además que Martínez había sufrido en carne propia los abusos del fundador de los Legionarios, cuyos delitos de pederastia fueron ocultados por el Vaticano durante más de seis décadas. “Maciel no es un tumor que se extirpa y ya. A mí me abusa alguien que vivió abusos por parte de él. Eso figura en una de las cartas de los primeros denunciantes [del fundador de la congregación]. Ellos son víctimas de la década de los 40, nosotros de la del 90”.


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