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El triunfo de las limpiadoras del Guggenheim tras 285 días de huelga: “Hemos ganado en dignidad”


Carmen Casas ha vuelto a trabajar este miércoles después de 285 días de huelga ininterrumpida. Ella y otras 12 compañeras de faena, limpiadoras del Guggenheim de Bilbao, se han pasado estos últimos nueve meses protestando delante del museo, hasta que han conseguido buena parte de las mejoras labores que venían exigiendo. “A partir de ahora, el Guggenheim va a estar más limpio”, afirma esta empleada. Estas trabajadoras se reincorporan a sus puestos con la garantía de que tendrán un aumento salarial del 20%, ya no realizarán jornadas parciales y sus cargas de trabajo se verán aliviadas. El pasado lunes se puso fin a una de las huelgas más largas en Euskadi tras cerrarse un acuerdo entre el sindicato ELA, al que están afiliadas, y la empresa Ferrovial Servicios, contratada para la limpieza y mantenimiento del museo, una pieza icónica de la ciudad que el año pasado recibió 531.000 visitantes.

El caso de las huelguistas de la limpieza del Guggenheim es un caso “único” y de “éxito” en la lucha contra la precariedad laboral, asegura Maite Leizegi, responsable de la sección de Limpieza de ELA, la central mayoritaria en Euskadi. Y puede convertirse en “un ejemplo” para otros colectivos frágiles. Casas destaca que “estos nueve meses han sido muy duros pero han merecido la pena” y Leizegi apostilla que, sobre todo, “han servido para ganar en dignidad”. “Esto muy importante”, sostiene la delegada sindical, “para la autoestima de unas personas que no sabían que tienen unos derechos. Esos derechos se pueden conquistar organizándose y peleando juntos, como lo han hecho ellos”. Lo celebraron este lunes, fregonas en mano, descorchando botellas de champán y bailando El vals del obrero. Y al día siguiente, con “una comida por todo lo alto”.

De las 18 personas que Ferrovial tenía contratadas para la limpieza del Guggenheim, 13 se declararon en huelga el 11 de junio de 2021. “Pensamos que aquello iba a durar una semana o dos a lo sumo, pero se ha alargado nueve meses”, comenta Casas, bilbaína de 54 años, desde hace nueve en estas labores. Decidieron iniciar la protesta porque cobraban sueldos que no llegaban a los 900 euros mensuales y soportaban cargas de trabajo “terribles”. “Aquello era insostenible”, dice. Algunas empleadas hacían turnos reducidos que les impedía compaginar este empleo con otro trabajo.

Durante los nueve meses de lucha han estado yendo todos los días al museo, salvo los lunes, que cierra. Han organizado partidos de fútbol vestidos con camisetas del Athletic Club, encierros durante los sanfermines, karaokes, un homenaje a Rafaela Carrá… Todos los viernes montaban una performance, mitad festiva, mitad reivindicativa. “Ha sido una lucha muy bonita, un ejemplo de trabajo colectivo”, afirma la portavoz sindical. Casas se felicita ahora por el buen ambiente que ha habido en el colectivo: “Ha sido duro”, pero se ha cumplido aquello de la unidad hace la fuerza.

La perseverancia ha dado sus frutos, pero ¿cómo se aguanta tanto tiempo en huelga? La limpiadora lo tiene claro: “Esto no hubiese sido posible sin nuestra unión, ni sin la ayuda de la caja de resistencia del sindicato [ELA]”. La central ha ido abonando los salarios a estos 13 trabajadores mientras ha durado la huelga con el fondo solidario que se nutre de las aportaciones de sus 101.000 afiliados para afrontar este tipo de conflictos laborales. “Así hemos podido sobrevivir”, reconoce.

De la limpieza del museo se han encargado las trabajadoras que no secundaron el paro. ELA denunció en los tribunales la vulneración del derecho a la huelga cuando comprobó, asegura Leizegi, que “maquinaria de limpieza vial del Ayuntamiento de Bilbao comenzó a limpiar la explanada del Guggenheim”, una tarea que siempre solían realizar las trabajadoras en huelga. Casas critica que las instituciones y la dirección del museo “han estado haciendo todas las trampas que han podido con tal de lavar la imagen del Guggenheim”, que este próximo mes de octubre celebra su 25 aniversario. “Ahí ha cogido el trapo hasta el director del museo y se han metido muchas horas extra”, dice.

El acuerdo alumbra un nuevo escenario para las 18 empleadas, incluidas las que no apoyaron la protesta. Se les aplicará un incremento salarial del 20% que culminará en 2024, lo que supone que los sueldos brutos serán superiores en todos los casos a los 23.500 euros anuales (antes había quienes cobraban por debajo de 18.000 euros). A partir de ahora se pone fin a los contratos parciales, con lo que en algunos casos conllevará un aumento de los ingresos mensuales del 46%.

Esta experiencia de lucha laboral, expone Leizegi, ha demostrado que “colectivos estigmatizados por el clasismo, la invisibilidad y el desprecio pueden conseguir los derechos que les pertenecen. Estamos muy orgullosos de lo que han conseguido, porque esta gente venían dando tumbos, estaban sometidas al ordeno y mando, no tenían derechos y trabajaban sujetas al látigo”.

“Había tres compañeras”, señala Casas, “que hacían 20 horas semanales y cobraban unos 600 euros al mes. Ahora, las jornadas serán de 35 horas semanales, frente a las 51 que hemos llegado a hacer muchas veces. También hemos conseguido que se reduzca la brecha salarial en un 45%”. En este punto, Leizegi asegura que el contrato de Ferrovial incluye el servicio conjunto de limpieza y mantenimiento del museo, aunque en realidad la tarea de mantenimiento la realizan “solo hombres” que gozan de “convenio propio y unos salarios muy superiores a las mujeres de la limpieza”. A partir de hoy, sentencia la empleada, “nos va a cambiar la vida a mejor”.


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