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El truco definitivo para que el jamón no se seque

El jamón es uno de los productos más típicos de la gastronomía española. Existen diferentes tipos de jamones, cada uno con sus propias características, pero hay algo que todos tienen en común: la pata de jamón se suele secar en el tiempo que tardamos en comerla. Por suerte, existe un truco tan sencillo como efectivo para que el jamón no se seque.

Lo primero y más importante es conservarlo en un lugar fresco y seco. El jamón no se lleva bien ni con el calor ni con la humedad, así que se puede estropear rápidamente si las condiciones atmosféricas no son las adecuadas.

La cortadora de jamón Raquel Acosta comparte a través de su cuenta de Instagram una serie de consejos para que el jamón conserve su jugosidad y no se seque. El que mejor funciona es el siguiente. Pon un poco de aceite de girasol en un pequeño bol y moja un papel de cocina doblado en cuatro en él. Luego, hidrata poco a poco el exterior de la pata de jamón. Recuerda: se trata de hidratar, no de frotar.

Para abrir la pieza, Raquel Acosta recomienda hacer un corte profundo cerca del «cuello» de la pata con esta bien agarrada y colocada en el jamonero. Luego, con un cuchillo afilado que no sea demasiado largo, se limpia la parte del cuello y, a continuación, el resto de la pieza, hacia abajo.

¿En qué se diferencian el jamón serrano y el jamón ibérico?

El jamón serrano procede de un cerdo blanco que se puede encontrar tanto en España como en otros países. Por el contrario, el jamón ibérico procede únicamente de cerdos de raza ibérica, autóctona de nuestro país y que no se puede encontrar en ningún otro lugar del mundo.

El cerdo ibérico se alimenta de piensos ricos en ácidos oléicos. Entre los meses de octubre y marzo, se alimenta en la dehesa en el periodo que recibe el nombre de montanera. Dentro del ibérico, existen diferencias con respecto a la alimentación: de bellota, de cebo o de cebo de campo.

A esto hay que sumar que la forma de elaboración del jamón ibérico es mucho más artesanal que la del jamón serrano. En lo relativo al proceso de curación, el del jamón serrano oscila entre los nueve y los 15 meses, mientras que el del jamón ibérico es de 36 meses.




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