Rocío Flores sigue en boca de todos. Los deseos de no ser un personaje mediático que perseguía cuando dejó la televisión, hace ya más de un año, han caído en saco roto. El suyo es un nombre que sigue generando mucho interés allá por donde pisa y no ha logrado sacudirse de eso. No parece haberlo buscado tampoco puesto que es habitual verla en los corrillos de prensa.
Las últimas veces que se le ha visto atender a los medios ha sido para dejar entrever que ella se aleja de Marta Riesco, quien un día fue su gran amiga (y ex novia de su padre) a la hora de buscar repercusión e ingresos. También, Rocío se metió recientemente en un importante jardín al comparar a sus abuelos maternos. Esto último le valió para ser protagonista de una fortísima polémica que ella misma tuvo que aclarar en redes horas después. No busca exposición pero se deja querer por los micrófonos, un comportamiento que hay a quien le resulta ciertamente contradictorio.
Rocío Flores y Marta Riesco en un photocall / Gtres
Después de su fuga de la televisión (además de está vetada de Mediaset), de dejar sus asesorías nutricionales online y de no aceptar cobrar por dar exclusivas en medios de comunicación, la pregunta está en el aire: ¿de qué vive Rocío Flores actualmente? Lo más normal es pensar que lo esté haciendo de las redes sociales y en parte es así, pero no todo (ni tanto) como le gustaría.
Se suele acuñar el término ‘influencer’ para referirse a la hija de Antonio David Flores y Rocío Carrasco y no se estaría cometiendo ninguna tropelía, si bien es necesario dejar claras algunas ideas. Porque igual de cierto es que Rocío genera ingresos por sus patrocinios en redes sociales como que la mayoría de marcas le dan la espalda.
Basta con ahondar en su perfil en Instagram para descubrir que de un año a esta parte apenas hay contenido promocionado en sus post. En este sentido, Rocío Flores ha patrocinado varias veces a la marca de ropa Sésamo By Marta, quienes, además de prestarle la ropa que patrocina, podrían aportarle a la joven un fee mensual de unos 500-700 euros, según ha podido averiguar Look. Del mismo modo, recientemente ha hecho campaña por una clínica dental en la que vacila con su perfil de personaje público para atraer clientes y con el que habrá conseguido otros réditos.
¿Cuánto gana Rocío Flores con las redes sociales?
Aunque Rocío Flores se postuló como un auténtico rostro revelación con su incursión en la televisión, su salida de la pequeña pantalla le ha hecho buscarse la vida de otra manera. Es ahí donde cobra importancia su perfil como influencer. Aproximadamente, por cada foto patrocinada que suba a su Instagram, por cada acción comercial, la nieta de Rocío Jurado se estaría embolsando una cantidad cercana a los 1.500-2.000 euros, si bien la marca en concreto exigirá que vaya acompañado de acciones compartidas o en paquetes
¿Cómo se dividen los paquetes en Instagram? Las fórmulas suelen ser sencillas y flexibles. El rostro famoso tiene la opción de hacer 3 grupos de stories divididas en diferentes días; o de subir foto en forma de post fijo + stories explicativas del producto a promocionar. Una última forma sería hacerlo mediante historias temporales y lo que se llama go to action (llamada a la acción).
La traba con la que se encuentra Rocío Flores es que no le llueven las ofertas de marcas comerciales de nuestro país. Tendría que trabajar con gente que es mercado internacional. En otras palabras, agencias que dan a sus clientes retorno directo (muchos y fieles seguidores). Viendo sus redes, no hay ninguna compañía con este perfil. Además, no abundan de ningún modo los post patrocinados, desde hace más de un año, con lo que se deduce que si se trabaja en redes sociales, lo hará mediante stories que se pagan menos porque son temporales. Por ejemplo, un paquete de 3 stories serían 2.000 euros
Storie de Rocío Flores. / Instagram
¿Cuál es el problema? No puede trabajar con marcas españolas que tengan equipos que conozcan el mercado y sean profesionales del sector. Una de las máximas en comunicación digital y a la hora de elegir una prescriptora o imagen de marca es que tenga una buena imagen pública y que su nombre esté acompañado de titulares en positivo. En el caso de Rocío Flores siempre le acompaña un titular negativo: critica a su madre, evento frustrado, mala gestión. Esto hace que los medios la estén percibiendo de manera negativa.
Para entender esta situación mejor y resolver todas las dudas, hemos hablado con Marc Florensa, quien ha sido representante de colaboradores de Sálvame en sus peores momentos. Por ejemplo, nos desvela que ha gestionado en determinados momentos perfiles como Belén Esteban a la que ninguna marca quería porque «siempre que se la involucraba en algo, todos los comentarios eran negativos. Y eso genera rechazo en las agencias a la hora de pasar el clipping a sus clientes».
Florensa nos explica cómo funcionan los acuerdos entre personajes entendidos como potentes en redes sociales y la publicidad que realizan en sus perfiles: «Las marcas importantes que son las que tienen presupuesto para estos nombres, tienen equipos de comunicación digital, pero no son la marca, son una agencia que lleva a varias marcas. Dichas agencias reportan a su cliente -la marca- cómo ha ido la acción. Si a la hora de pasarle los resultados a la marca le dicen que con una determinada acción se ha ganado seguidores, engagement y ha habido muchos clics en el link, se entienden como datos positivos. Sin embargo, cuando se entra en el detalle vemos que los comentarios en el post que vincula a la marca hay faltas de respeto e insultos tanto marca como al perfil. Consecuentemente, es más fácil para la agencia no pasar ese reporte a la marca y optar por un perfil con una imagen más blanca, aun con más seguidores».
Por otro lado, cuando ella habla en televisión negando hacer referencias a Marta Riesco porque solo quiero dinero, se plantea una pregunta. ¿De dónde va a sacar dinero si no hay ninguna marca ni revistas que esté dispuesta a pagar por ella? No hay demasiados medios que le encaje el perfil de Rocío Flores ni por línea editorial ni por presupuesto. ¿Estamos ante una caída a los infiernos de la nietísima?