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El United se agranda en la Premier más triste

Alisson para un tiro de Pogba.Phil Noble / POOL / EFE

Con más de 89.000 muertos por covid-19 en la creciente lista oficial, el Gobierno británico ha dado orden a los organismos que dirigen al fútbol inglés de que los futbolistas no se abracen, cosa de dar el ejemplo en la era del distanciamiento social. Pues bien, este domingo en Anfield, tanto el Liverpool como el Manchester United completaron el primer gran clásico de la Premier disputado en tiempo de pandemia dando satisfacción a Whitehall. Acabó con empate a cero. No hubo en 90 minutos ni una sola razón que inspirara emociones próximas a la felicidad, el altruismo o la simpatía, si es que estos son los resortes del abrazo cuando no se meten goles.

El producto seco de este partido desalmado fue el frío marcador y la fría tabla de clasificación que denuncia lo impensable: el United es líder de la Premier con 37 puntos. El triste equipo de Solskjaer encabeza el torneo más fastuoso del planeta a dos puntos del Leicester, tres del Liverpool y cuatro del Tottenham, todos con 18 partidos disputados y a merced del Manchester City, que suma 16 encuentros y apunta una clara evolución en su juego. Si el equipo de Guardiola aprieta el acelerador tendrá el título muy a mano.

La peste ha distorsionado los campeonatos. No es casual que en el clima de estadios vacíos y jugadores desmoralizados las jornadas se sucedan como rutinarias sesiones de mantenimiento en lo más negro del invierno. Tampoco es una coincidencia que en la depresión general este United eliminado de la Champions en la fase de grupos vaya sumando su mejor cosecha de puntos desde que se retiró el gran patriarca, Sir Alex Ferguson, en 2013.

El United manda por aburrimiento. Salió a Anfield a encerrarse atrás con una organización que castigó a sus mejores futbolistas. El plan de Solskjaer orilló a Pogba a una banda para consolidar el doble pivote Fred-McTominay; a Bruno Fernandes lo condenó a la soledad, o a cortar los suministros de Thiago Alcántara; y a Cavani lo sentó en el banco de suplentes para darle el nueve al coqueto Marcus Rashford, ídolo local y héroe del activismo social pero incapaz de tirar cinco desmarques sin caer en fuera de juego en cuatro ante una defensa que no tiene centrales. Fabinho y Henderson, dos volantes, compusieron el eje de la zaga del Liverpool ante las bajas de Van Dijk, Gómez y Matip.

Mientras Thiago tuvo energía para darle continuidad al juego, el United vivió a expensas de que fructificara uno de los erráticos pelotazos conque buscó la espalda de Robertson y Alexander-Arnold. Cuando Thiago perdió el hilo de las jugadas, a su equipo, presa del sopor, le faltaron respuestas. Firmino, Salah y Mané han bajado las revoluciones. Las ocasiones que generan ya no son tan frecuentes. Llega un punto en que esto genera una corriente de desánimo. A ese punto se aferró el United para generar un par de remates en los últimos minutos: uno de Bruno, otro de Pogba. Los tapó Alisson, el portero, sin necesidad de estirar los brazos.


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