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El Valencia no levanta cabeza

Mouctar Diakhaby (izquierda) y Ocampos, en una acción del partido.J.M. FERNANDEZ / GTRES

Si hubo un futbolista superior en Mestalla ese fue Lucas Ariel Ocampos. Un jugador definitivo. Ganó la mayoría de duelos, impuso su físico y su calidad técnica, y subido a sus hombros el Sevilla trituró a un peleón Valencia. Condicionado por las bajas y por las lesiones durante el partido de Gabriel y Gayà, dos puntales, la guerrilla de Gracia, puro sacrificio, se despistó en un saque de banda, encajó el gol de la derrota en un error individual de Jaume y se quedó tiritando cerca del descenso. Una victoria en los últimos once partidos es la negra estadística que anuda al equipo a la zona baja.

Se ha convertido en un tópico hablar de las dificultades que tiene Javi Gracia, semana a semana, para diseñar un once inicial pero el técnico, si quiere, está cargado de coartadas este curso. A su escasez de efectivos, producto de una plantilla corta y mal gestionada, se une una plaga de lesiones que aguijonea su planteamiento y al equipo. Los últimos en caer en la previa fueron dos titulares: Uros Racic, con un cuadro de vértigo, y Yunus, con molestias en una rodilla, además de Kang In Lee, lesionado en el último entrenamiento. La consecuencia fue el cambio de estructura en el once del murciélago, que abandonó el 4-4-2 y pasó a un 5-4-1.

Todo se oscureció en apenas 20 segundos de juego. Gabriel Paulista atropelló a Ocampos y se hizo daño en la caída. Aguantó un cuarto de hora sobre el campo. Luego fue sustituido por Guillen Molina, un central de 20 años que debutó en el primer equipo con una expulsión siete días atrás en Terrassa.

El Valencia acabó la primera parte en área del Sevilla cuando se ajustó tras la lesión de Gabriel y fue más agresivo en la presión. Una anticipación del joven Molina sobre el omnipresente Ocampos provocó una rápida transición en ataque de los locales, que acabó en un lanzamiento al centro de Cheryshev que se quitó de encima Bono. Antes, durante prácticamente todo este tramo, los de Lopetegui bailaron al Valencia percutiendo, generalmente, por la banda derecha, con el físico de Acuña y el de Ocampos aplastando rivales en su camino hacia la portería de Jaume.

Solidario y comprometido en defensa, el Valencia ha encontrado, por fin, un patrón de juego que le permite resistirle al Barça y competir con el Sevilla, un rival más agrio. El equipo se mete atrás, sabe sufrir, y se despliega mejor que hace un par de partidos. La cuestión, en cambio, es que sigue concediendo demasiadas segundas acciones a los contrarios. Afortunadamente para los de Mestalla, el asedio sevillista se zanjó con disparos lejos de los tres palos. El primer remate a puerta fue un cabezazo de En-Nesyri que rechazó Jaume. Con el Sevilla mandón y amenazador, Bono le sacó un balón de gol a Cheryshev e interceptó un chut de Guedes. El portugués, jugando de segundo punta por detrás de Maxi Gómez, parece otro jugador. Liberado de las obligaciones defensivas que tiene en banda, el luso ha recuperado su filo.

Las desdichas del Valencia en la previa se agravaron con otra baja, la de Gabriel. Además, el capitán Gayà se retiró con molestias en los isquios de la pierna izquierda y Álex Blanco, un centrocampista de 22 años, se puso en esa banda. Por ese costado mordió el Sevilla en un contragolpe. Un saque de banda a favor del Valencia se convirtió en un peligroso despliegue andaluz. Suso recogió un pase perfecto de Joan Jordán, superó en carrera a Blanco, fintó sobre la llegada en la ayuda de Diakhaby y disparó a gol. Jaume se comió el tiro y el Valencia, todo pundonor, se desplomó. El Sevilla, con los cambios de Lopetegui y la movilidad de Ocampos, imparable, se mantuvo firme, mientras que el conjunto de Gracia se quedó sin fuelle y tiró la toalla, impotente.

El técnico local acabó el partido con Jason, Molina, Diakhaby y Álex Blanco en defensa. La configuración de la plantilla valencianista del pasado verano ha sido dramática.


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