Para representantes de la Santa Sede, las condonaciones permitirían suavizar el impacto económico potencialmente devastador para millones de personas.
El Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Ginebra, monseñor Iván Jurkovic, hizo un llamado a reducir o incluso condonar la deuda de los países más pobres, devastados por el impacto de la crisis del coronavirus.
“No cabe duda de que la actual crisis del Covid-19 afectará más gravemente a la vida y los medios de subsistencia de los habitantes del mundo en desarrollo. Una vía a través de la cual este impacto potencialmente devastador podría suavizarse, y salvar vidas en lugar de perderlas, es haciendo frente a la agobiante carga de la deuda externa acumulada, tanto a nivel público como privado, en los países en desarrollo en los últimos años”, señaló el diplomático del Vaticano.
Jurkovic hizo estas consideraciones en el 67º período de sesiones de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad) realizada el 2 de julio, en un discurso que ha sido publicado por Vatican News.
En su declaración, Jurkovic también señaló la importancia de una acción coordinada de la comunidad internacional para proporcionar un alivio de la deuda a los países afectados por la crisis, y recordó, a propósito, la iniciativa para los países pobres muy endeudados (PPME) y la Iniciativa para el Alivio de la Deuda Multilateral (IADM) del pasado reciente, que demuestra que “la comunidad internacional puede actuar con decisión”, cuando es necesario.
Jurkovic consideró que en el camino hacia un mundo más inclusivo y sostenible no es sólo cuestión de hacer que los mercados funcionen mejor, sino que “es necesario un programa que aborde las limitaciones sistémicas de la movilización de recursos y la difusión tecnológica, que mitigue las asimetrías en el poder de mercado derivante de las reglas desproporcionadas de un mundo hiperglobalizado, que corrija los déficits existentes en la gobernanza económica mundial y garantice el espacio necesario de políticas para ajustar los desafíos locales a los objetivos internacionales”. “Dada la complejidad de la economía, no pueden pasarse por alto ni subestimarse los factores éticos y culturales”, incidió.
El arzobispo Jurkovic expresó preocupación por la asignación económica cada vez menor al sector de la salud, y por el abuso y la depredación del medio ambiente natural del que depende, en última instancia, no sólo la vida económica, sino toda la vida humana.
Así, observó que las consecuencias de la crisis van mucho “más allá del ámbito financiero, extendiéndose a las esferas económica, social y cultural”. Por estas razones, invitó a la comunidad internacional a no permitir que el sistema financiero siga siendo una “fuente de inestabilidad económica mundial” y remarcó que “debe adoptar urgentemente medidas para evitar el estallido de otras crisis financieras en el futuro”.
El Observador Permanente de la Santa Sede concluyó que este no es “el tiempo de la indiferencia” tal y como señaló el Santo Padre es su mensaje de Pascua en Semana Santa. “Que estos hermanos y hermanas más débiles, que habitan en las ciudades y periferias de cada rincón del mundo, no se sientan solos”, remarcó.
Europa Press