El verdadero motivo por el que casi nadie lee las etiquetas de los alimentos

A la hora de hacer la compra, solemos fijarnos en el precio de los alimentos, pero, a juzgar por un estudio realizado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), no prestamos tanta atención a las etiquetas.  Y es un gran error, porque es la única forma que tenemos de saber si los productos en cuestión tienen altos niveles de azúcar, grasas sal u otros aditivos que sean perjudiciales para la salud. La OCU alerta de de que el 56% de las personas no lee las etiquetas de los alimentos con la suficiente atención.

Para llegar a esta conclusión, ha realizado un estudio entre 1.000 personas de 18 a 79 años, y se ha centrado en encontrar las causas por las que hay hay quienes no leen las etiquetas. Según la OCU, las respuestas más repetidas han sido las siguientes: porque requiere demasiado tiempo, porque no se tiene el hábito de hacerlo, porque cuesta encontrar la información que se busca y porque resulta complicado de entender.

Algunas personas también alegan que la letra de las etiquetas es demasiado pequeña. Una dificultad que afecta al 70% de los mayores de 60 años. Muchos consumidores ni siquiera prestan atención a la etiqueta cuando compran un producto por primera vez. Ahora bien, quienes sí lo hacen se quejan de que les resulta difícil entender la información nutricional.

En base a esta información, la OCU hace un llamamiento a los fabricantes para que la letra de las etiquetas sea más grande. Aunque el tamaño mínimo que establece la normativa es de 1,2 milímetros, en envases pequeños se reduce incluso a 0,9 milímetros. Además, suelen ir impresas en material plástico, con poco contraste entre la fuente y el fondo o con brillos, lo que complica aún más su lectura.

Claves para entender las etiquetas de los alimentos

Los ingredientes aparecen de manera decreciente, así que los que están en los primeros lugares son los que el producto contiene en mayor cantidad. La lista de ingredientes es determinante para saber si un alimento es procesado. Lo ideal es que los alimentos contengan el menor número de ingredientes posible y se acerquen más a lo «natural».

Las calorías, que aparecen expresadas en kilocalorías, no bastan para valorar un determinado alimento. También hay que tener en cuenta las grasas, las proteínas y los hidratos. Si un alimento contiene 15 gramos o más de grasas o azúcares totales por cada 100 gramos, es que es alto en ese nutriente.


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