El vino favorito de Iker Casillas se llama como la mujer con la que hablaba antes de cada partido y otras anécdotas enológicas de famosos españoles

Álex González cayó rendido ante los vinos gallegos cuando rodaba allí la serie Vivir sin permiso. “En los dos años que viví en la ría de Arousa, el albariño estuvo muy presente. No me imagino volver allí sin abrir una botella de ese vino”, le confesó el actor a Manuel Villanueva, autor del libro Palabra de vino (Deep Waters Books), que reúne 34 conversaciones con actores, músicos, deportistas, escritores y comunicadores en torno a 34 botellas. La contraparte en dicha serie de González, el gran José Coronado, capo a punto de perder la memoria en la historia, es un apasionado de Rioja. Al compás del Marqués de Vargas elegido, confiesa que le gustaría algún día meterse en la piel del rey Lear. Se viene arriba, con razón, mientras saborea el gran tinto mezcla de tempranillo, garnacha y mazuelo como variedades dentro de la alta gama de la zona.

Belén Rueda apenas bebe. Casi nunca, confiesa de entrada en Palabra de vino. Aun así, hace una excepción con el Flor de Muga, rosado riojano de corte provenzal elaborado con garnacha entre los ríos Oja y Najerilla, dos arterias de regadío para la mítica región. “A Rueda, pese a moderarse en los tragos, le gusta lo que el vino conlleva: los paisajes que genera su cultivo, la literatura que inspira, el cine al que ha dado lugar”, comenta Villanueva.

Juan Echanove es un experto en la materia con cava propio en casa. Cuando descorcha la botella de Jerez que produce junto a unos amigos confiesa que el vino contiene lo mejor de nosotros mismos. “Álvaro Cunqueiro sostenía que el vino es el mejor amigo del hombre”, apunta Villanueva. Y por esa senda discurre también el intérprete: “Es un contenedor de felicidad y un compañero extraordinario de conversaciones”.

A cada cual, un vino según su carácter. Y el periodista Manuel Villanueva ha acertado de pleno en el tratamiento gozoso que describe dentro de esa radiografía con vid y barrica que es Palabra de vino. Para Belén Rueda eligió un rosado delicado y elegante, Flor de Muga. A Coronado un tinto shakesperiano, Marques de Vargas, “a la altura de un caballero de la escena”, dice Villanueva. Con Juan Echanove se fue a Jerez para una botella de Bien Pagá: “Eso era un asunto delicado y había que consensuarlo. Él sabe latín, en la vida, yo ando solo en tercero de Echanove y con aprobado raspado”.

Sin duda, exagera, porque Manuel Villanueva, director general de Contenidos de Mediaset, sabe aplicarse al arte del buen vivir acompañado del mejor beber y de sus conversaciones exprime amistad, miradas chispeantes a costa de la calidad de cada copa y experiencias. En torno a una botella de vino, le han ido contando secretos, baqueteos, alegrías y penas un buen puñado de gastrónomos como Martín Berasategui. Mario Sandoval o Alberto Fernández Bombín; el enólogo gurú, Josep Roca o el pastelero Paco Torreblanca. Actores como Rueda, Coronado, Echanove y Álex González. Deportistas como Iker Casillas. Músicos como Alejandro Sanz o Edurne. Escritores como Manuel Rivas o Raúl del Pozo, comunicadores como Lorenzo Díaz o Xavier Sardà, guionistas y productores de éxito como Aitor Gabilondo o escultores como Paco Leiro…

Manuel Villanueva, autor del libro 'Palabra de vino'.
Manuel Villanueva, autor del libro ‘Palabra de vino’.Mediaset España / m

“De todos extraje vivencias, pero también una historia que me contara su relación con el vino”. Así vamos enterándonos página a página de cómo Alejandro Sanz llegó a esa cultura con vocación tardía, “que son las mejores, según me dijo un actor”, confiesa el cantante en el libro, “porque surgen de la madurez, del territorio de la experiencia”. Por eso ahora se ha convertido en bodeguero por los contornos de Jarandilla de la Vera con La Loba. Lo hace en una tierra de vino de pitarra y peleón que él trata de sofisticar a una medida modesta y familiar.

También que Iker Casillas, con el vino elegido, mezcla amistad y superstición. Se decantó por un Emiliana de Navarrevisca (Ávila), un pueblo cercano al suyo, Navalacruz, donde el portero pasó su infancia: “Lo hace un amigo suyo, Ángel Martín, y le puso el nombre de su madre, a la que Iker llamaba antes de cada partido importante para que rezara por él”, cuenta Villanueva.

Toda esta vendimia de encuentros no hubiera sido posible si un día, Villanueva no se reúne con su amigo Josep Roca. El encargado de la bodega de El Celler de Can Roca, uno de los tres hermanos que convirtieron su restaurante en un polígono industrial de Girona en número uno mundial, mantuvo una de las múltiples conversaciones que ha encadenado a lo largo de los años con Villanueva para publicar una pieza en el medio digital Nius. Fue la primera de las 34 reunidas en este libro.

“Estaba muy preocupado por lo que la pandemia nos pudiera traer, más en el mundo de la restauración, donde no se sabía hasta qué punto podía afectar”, afirma Villanueva. Pero Josep Roca se ceñía a sus disciplinas pese a no encontrar entonces buenos augurios. Mantuvo los ritos. El silencio, el sosiego y el respeto a la bodega para no alterar los caldos y al abrirlos, dice él, “escuchar al vino”.


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