Ícono del sitio La Neta Neta

El volcán, al desnudo: cómo interpretar las señales de la erupción de La Palma


El magma que ascendió y rompió la corteza en La Palma el pasado 19 de septiembre tiene forma de dique. Por eso se formó una fisura en la superficie y las bocas eruptivas que han ido surgiendo aparecen alineadas. Esta pared, que se alimenta del magma acumulado a más de 10 kilómetros de profundidad, tiene cientos de metros de largo y unos pocos de ancho.


Roque de los Muchachos

2.426 m

Antes de producirse la erupción, el magma se acumuló bajo la isla durante los últimos años en ese reservorio, que no es una cámara o una bolsa, sino material semifundido que se acumula en las grietas y discontinuidades de la corteza. Proviene del manto, una capa intermedia de la Tierra mucho más caliente y menos sólida. La acumulación del magma comenzó a ejercer presión sobre la corteza y ascendió durante los días previos a la erupción. Las fracturas que genera, abriéndose hueco en las irregularidades del terreno, provoca unos terremotos que fueron ascendiendo sobre todo a partir del 15 de septiembre, hasta alcanzar la superficie el domingo 19, rompiendo la corteza en Cumbre Vieja.


La grieta: Al acumularse el magma entre las capas más someras, la presión precipitó la ruptura de la corteza. El dique se abrió camino en zigzag hacia la superficie, rompiendo la roca y provocando una cadena de seísmos ascendentes desde el 11 al 19 de septiembre, día de la erupción.

La primera semana de erupción, de la fisura emanó el material menos profundo, acumulado a 10 kilómetros, y por eso era más espeso y menos caliente. Después comenzó a emerger una lava líquida y más ardiente, procedente de un reservorio por debajo de los 30 kilómetros. Los seísmos se concentran en esa zona profunda debido a los cambios de presión por la emisión de magma.


Seísmos (del 11 de septiembre

al 5 de noviembre)

Del 11 al 19

de septiembre

Una cadena de terremotos fue el anuncio de la subida de magma desde un reservorio a 10 km de profundidad.

Del 19 de septiembre

al 5 de noviembre

Tras la erupción, seísmos más profundos acompañaron la subida de un magma más caliente y líquido a más de 50km de profundidad.

Seísmos (del 11 de septiembre

al 5 de noviembre)

Del 11 al 19

de septiembre

Una cadena de terremotos fue el anuncio de la subida de magma desde un reservorio a 10 km de profundidad.

Del 19 de septiembre

al 5 de noviembre

Tras la erupción, seísmos más profundos acompañaron la subida de un magma más caliente y líquido a más de 50km de profundidad.

Seísmos (del 11 de septiembre al 5 de noviembre)

Del 11 al 19 de septiembre

Una cadena de terremotos fue el anuncio de la subida de magma desde un reservorio a 10 km de profundidad.

Del 19 de septiembre

al 5 de noviembre

Tras la erupción, seísmos más profundos acompañaron la subida de un magma más caliente y líquido a más de 50km de profundidad.

Del 11 al 19 de septiembre

Seísmos (del 11 de septiembre al 5 de noviembre)

Una cadena de terremotos fue el anuncio de la subida de magma desde un reservorio a 10 km de profundidad.

Del 19 de septiembre al 5 de noviembre

Tras la erupción, seísmos más profundos acompañaron la subida de un magma más caliente y líquido a más de 50km de profundidad.

Radiografía del volcán

Si al volcán sin nombre que nació en Cumbre Vieja le despojamos del ruido, la lava y la incertidumbre, tendríamos un monstruo construido con datos. Son las mediciones que hacen los vulcanólogos desde el día 19 de septiembre que comenzó la erupción, la semana previa de seísmos y los cuatro años anteriores de señales que auguraban esta erupción. Esos datos les permiten construir una radiografía del proceso volcánico con referencias indirectas, las mejores que se tienen, de cómo evoluciona el proceso. Y eso es lo que mostramos con estas infografías y con la ayuda de los propios especialistas, para entender qué es lo que se ve en esos números con ojos de vulcanólogo.


https://ep00.epimg.net/infografias/2021/11/diquevolcan/tresde/tresde-movil.mp4?v=94

Del 11 de septiembre

al 5 de noviembre

La escala no es homogénea

en esta perspectiva

https://ep00.epimg.net/infografias/2021/11/diquevolcan/tresde/tresde-escritorio.mp4?v=94

Del 11 de septiembre

al 5 de noviembre

La escala no es homogénea

en esta perspectiva

Esta semana, por ejemplo, los científicos han comenzado a observar señales que pueden indicar que nos acercamos al final del túnel o, al menos, al momento en que veamos algo de luz al fondo. Tras 50 días de vigorosa erupción, la directora del Observatorio Geofísico del Instituto Geográfico Nacional (IGN), Carmen López, hablaba esta semana de “una tendencia descendente”. Se refería a la emisión de gases y a la señal de tremor, el ruido que provoca el magma, mientras otros parámetros parecen estabilizarse, como los seísmos y la deformación. “Son signos positivos, no hay duda”, admitió.

Pero para entender esos síntomas optimistas, antes tenemos que asomarnos bajo la isla de La Palma y retroceder hasta 2017. Aunque se sigue debatiendo, es probable que en ese momento comenzara a acumularse magma algo por encima de los 10 kilómetros de profundidad, un fenómeno acompañado de seísmos, que todavía se dan en esa misma zona. “Se deben a un aumento de la sobrepresión magmática, seguramente debido a un aporte nuevo de material: está entrando magma en ese reservorio más superficial”, resume la vulcanóloga Inés Galindo, del Instituto Geológico y Minero (IGME). Ese material ascendió inicialmente en forma de dique, una pared semifundida que zigzaguea por las grietas hasta generar una fractura en el terreno: por eso aparecen varias bocas alineadas sobre esa fisura de la isla.

El magma no solo provoca terremotos. También abomba la superficie de la isla, como un titán que empuja la corteza desde 15 kilómetros de profundidad, consiguiendo levantar un palmo la montaña con sus músculos. Cuatro días antes de la erupción, La Palma había crecido 10 centímetros en la zona de Cumbre Vieja y más de 15 en la víspera de la salida de la lava, en la misma zona en la que rompió finalmente. El vulcanólogo Vicente Soler, del IPNA-CSIC, lo explica con un símil vacacional: “Si tú sueltas una pelota de playa desde el fondo de la piscina por debajo de una colchoneta, primero la eleva con su empuje. Y se queda estable por debajo, levantándola, o la golpea hasta que rompe y salta a la superficie”. La erupción ya rompió esa colchoneta, la fisura eruptiva, pero la deformación del terreno se mantuvo porque seguían empujando otras pelotas por detrás.

Sin embargo, se viene notando una relajación en esa deformación. La presión es menor desde hace semanas y por eso se señala como un signo positivo. El vulcanólogo del CSIC Pablo J. González, especialista en este factor, considera que la caída de la deformación, aunque leve, “nos está diciendo algo sobre la evolución de la erupción, porque una tendencia tan prolongada en el tiempo es muy difícil que cambie”, señala. El leve hundimiento que se percibe (sobre todo en las estaciones más apartadas de la erupción) es proporcional al cambio de presión del reservorio, es decir, “que sale más magma desde el reservorio a 10 kilómetros del que entra desde el de 30 kilómetros”, resume González. El volcán se estaría quedando sin combustible. “No puedo saber cuándo se agotará, pero es una señal de que se está agotando. Son buenos signos”, añade.

Galindo explica que lo lógico es que se deshinche la isla cuando la erupción empiece a quedarse sin combustible, pero “no tiene que ser a la misma velocidad a la que se hinchó, porque al principio, el sistema estaba cerrado y aumentó la presión en la corteza hasta que rompió. Ahora está abierto”. El sismólogo Itahiza Domínguez, del IGN, señala que ya se observa “una ligera reversión, no solo localmente, sino de toda la isla”. Pero no se espera que se desinfle del todo cuando acabe el proceso porque, según el geólogo Stavros Meletlidis (IGN), “lo que sale no deja detrás un hueco, nunca va a llegar al nivel base de lo que teníamos antes de la erupción”. Al fin y al cabo, forma parte del mecanismo natural de crecimiento de estas islas volcánicas: no solo crecen con la salida de material, con cráteres, coladas y fajanas, también crecen con el empuje magmático que las alza centímetro a centímetro sobre los mares.

¿Pico de terremotos?

Los seísmos, obviamente, son una clave importante. Los sismólogos se han estado fijando en movimientos a dos profundidades: esos en torno a 10 kilómetros y otros por debajo de los 30 kilómetros, desde donde se nutre de magma la fractura volcánica. Los más someros se deben a cambios de presión debidos a que fluye el magma hacia arriba, como explicaba Galindo, y los más profundos surgen al vaciarse ese reservorio. “Puede darse un efecto tubo de pasta de dientes, que se comprime y genera la salida de más material”, explica Domínguez. “El volumen que está saliendo viene de ahí abajo”, añade, “y cambia todo el sistema; la reacción son esos terremotos porque de alguna forma el sistema se está comprimiendo”.

Si los seísmos se siguen dando por debajo de los 30 kilómetros, por lo tanto, puede significar que el magma ya ha fluido hacia arriba y que el edificio de la isla se está reajustando tras esa actividad. Es lo que opina Meletlidis: la marcha del magma es lo que genera la sismicidad y no al revés. “Los terremotos de profundidad pueden deberse a que se está despresurizando el sistema tras subir el magma”, apunta. Esa, por tanto, podría ser una buena señal, aunque todavía no está clara. “No es que se genere una cámara vacía al subir el magma”, aclara Domínguez, “pero sí que cambia la presión y esos reajustes son los terremotos”.

Domínguez cree que la sismicidad eruptiva, la asociada a la salida de lava, caerá de golpe cuando vaya remitiendo la erupción, como sucedió en El Hierro en 2011. De momento, podría haberse alcanzado un pico con varios seísmos de magnitud 5, aunque no se puede descartar un repunte. Y los terremotos sentidos por la población pueden continuar tras cesar la erupción. Como explica Galindo, “lo normal” es que haya temblores, aunque no porque siga fluyendo magma: “En El Hierro continuó la sismicidad, y en ese caso se interpretó como un reajuste del sistema. Una vez termina de salir el magma, ese hueco que deja en la corteza se tiene que reestructurar, fracturar la roca que hay, y provoca la sismicidad”.


Emisiones de dióxido de azufre

La emisión de dióxido de azufre (SO2)

asociado al penacho volcánico continúa

registrando valores altos y acordes al proceso eruptivo

Los valores de SO2 deberían mantenerse por debajo de 1.000 para que sean considerados como un signo del cese cercano de la erupción.

Fuente: INVOLCAN / Gobierno de Canarias.

Fuente: INVOLCAN / Gobierno de Canarias.

Emisiones de dióxido de azufre

La emisión de dióxido de azufre (SO2)

asociado al penacho volcánico continúa

registrando valores altos y acordes al proceso eruptivo

Los valores de SO2 deberían mantenerse por debajo de 1.000 para que sean considerados como un signo del cese cercano de la erupción.

Fuente: INVOLCAN / Gobierno de Canarias.

Emisiones de dióxido de azufre

La emisión de dióxido de azufre (SO2) asociado al penacho volcánico

continúa registrando valores altos y acordes al proceso eruptivo

Los valores de SO2 deberían mantenerse por debajo de 1.000 para que sean considerados como un signo del cese cercano de la erupción.

Fuente: INVOLCAN / Gobierno de Canarias.

Otro factor decisivo, que genera optimismo comedido en el IGN (responsable de la vigilancia volcánica), es el de la emisión de gases, esencialmente el dióxido de azufre (SO₂). “La ventaja que nos da este gas es que es puramente magmático, no como el vapor o el dióxido de carbono, que se emiten en más cantidad, pero pueden tener otras fuentes”, resume Pedro Hernández, vulcanólogo del Involcan especialista en este elemento. La cantidad de SO₂ que tenga el magma está relacionada directamente con la erupción porque los gases son su fuerza motriz: “A más gas, más fresco es el magma. Y a medida que se va desgasificando pierde fuerza, como una botella de refresco agitada. Por eso decimos que se acerca el final cuando el contenido de gas en ese magma va disminuyendo”.

La desventaja es que las mediciones de este indicador geoquímico se realizan entre grandes dificultades, con mucho margen de error, y con las dificultades añadidas de la ceniza. Se toman datos de la columna de humo del volcán desde el mar, en la patrullera de la Guardia Civil, o incluso en helicóptero. “Lo importante es observar cambios de tendencia de órdenes de magnitud: que pase de 50.000 a 5.000 y de ahí a 500″, indica Hernández. El 24 de octubre se midió una emisión de más de 50.000 toneladas de SO₂ y menos de 5.000 una semana después, aunque el viernes volvieron a ascender en torno a 30.000. “La experiencia de otras erupciones nos dice que no desciende de golpe, sino de forma paulatina. Podremos empezar a ver el final del túnel cuando estemos varios días en cientos de toneladas, no miles”, augura.

Los datos que nos susurra el volcán muestran que también se atenúa el tremor, las vibraciones provocadas por el flujo de gases y magma en el edificio eruptivo. Tras un pico a finales de octubre, la señal parecía mitigarse levemente en días pasados. Como en el caso de los gases, una tendencia positiva, pero que aún tiene que afianzarse. Y como en el caso de los demás datos, son informaciones indirectas que analizan los vulcanólogos sobre lo que ocurre bajo sus pies. Soler señala que no tienen más remedio que deducir lo que sucede a partir de estas pistas. “La única medida directa que tenemos de lo que ocurre en el interior de la Tierra es cuando sale la lava por un volcán”, afirma. “Por eso”, continúa, “Julio Verne sacó a los viajeros de su novela por un volcán, el Estrómboli”. Ya habrá tiempo de analizar en detalle las lavas para conocer si venían del manto o del reservorio cercano en cada momento de la erupción. Ahora lo importante es fijarnos en esas pistas que proporciona el volcán para saber cuándo acabará la erupción que lleva siete semanas arrasando hogares y castigando la salud mental de los palmeros.

Créditos y fuentes:

Vídeo de dron de la apertura cortesía del IGME-CSIC; datos de los terremotos del IGN; datos de altimetría y batimetría del Centro Nacional de Información Geográfica. Asesoramiento científico de parte del sismólogo Itahiza Domínguez (IGN) y del geólogo Stavros Meletlidis (IGN). Perímetro de la lava del Servicio de Gestión de Emergencias Copernicus.
En este artículo colaboró Jacob V. López

Puedes escribirnos a javier@esmateria.com y seguir a MATERIA en Facebook, Twitter e Instagram, o apuntarte aquí para recibir nuestro boletín semanal.




Source link

Salir de la versión móvil