En octubre de 2018, poco antes de visitar el Camp Nou para el primer clásico de aquella temporada negra, Sergio Ramos dibujaba el panorama del Real Madrid tumbado en una camilla, al lado de un ventanal a través del que se veía uno de los campos de entrenamiento de Valdebebas. “A ver Julen [Lopetegui, el entrenador]… El pobre… No le están haciendo justicia los resultados…”, le cuenta en la serie El corazón de Sergio Ramos, de Amazon, al fisioterapeuta David Escrivá, mientras le trata el gemelo derecho. El Madrid ha perdido entonces los últimos dos partidos de Liga, contra el Alavés (1-0) y el Levante (1-2), y marcha séptimo, a cuatro puntos del Barça. “Se la va a jugar en el clásico. Al final va a depender mucho de lo que suceda allí. Pero, bueno, los jugadores estamos aquí para acatar las decisiones que se tomen arriba”, le dice a Escrivá como si observara desde la distancia un momento crepuscular ajeno. Pierden 5-1 y Florentino Pérez despide a Lopetegui.
Este octubre la perspectiva desde la que Ramos contemplaba la aproximación al clásico era muy distinta. Se lesionó la rodilla izquierda durante el partido de Liga contra el Cádiz que su equipo acabó perdiendo (0-1), y no pudo disputar el estreno de la Champions, que resultó otra sonrojante derrota en casa, 2-3 contra un Shakhtar diezmado por la covid-19. Ese batacazo europeo lo vivió el capitán desgañitándose desde la grada del Alfredo di Stéfano mientras sus compañeros trataban de remontar. El Madrid ha caído en siete de los últimos ocho encuentros de la Champions en los que faltaba el central. Cada vez parece menos una casualidad y más la revelación del extraordinario y creciente peso de Ramos en el equipo, tanto en el campo como en el plano institucional. Desaparecido Cristiano Ronaldo y con Eden Hazard inédito, ocupa más espacio que nadie.
Su empuje resultó tan crucial para ganar la Liga del coronavirus como para negociar con Florentino Pérez, sin aspavientos ni heridas públicas, la rebaja del 10% del sueldo de la plantilla (salvo Bale) que permitió paliar la tremenda caída de ingresos del club por la pandemia.
En particular desde ese momento, Ramos ha cuajado en más capitán que nunca, en un proceso del que la serie documental de Amazon deja alguna pista con las conversaciones que incluye con José Antonio Camacho, Fernando Hierro y Raúl González, otros históricos portadores del brazalete. Late de fondo una preocupación sobre la huella que dejará un futbolista que ya tiene 34 años.
Del confinamiento salió con un hambre desaforada, determinado a remontar al Barça en la Liga. Ordenaba las líneas como siempre y se lanzaba a atacar al galope como nunca. Fue su temporada más goleadora: 13 tantos, 11 en la Liga y dos en Champions, competición en la que de nuevo vio caer al equipo desde la grada, sancionado.
Pero al clásico del sábado se propuso no faltar. “Era un poco dudoso, no solo por la sobrecarga y la tendinosis que tenía ahí detrás de la rodilla, en el poplíteo, pero era un objetivo que me propuse desde el partido anterior”, dijo después.
Ampliar su contrato
La victoria en el Camp Nou contuvo los dos ingredientes del liderazgo total de Ramos: su mando en el grupo y su voracidad por los registros personales. A partir de su presencia, el equipo se ordenó y se juntó de nuevo. El contraste respecto a las dos derrotas previas fue similar al registrado el curso pasado entre la derrota en el Parque de los Príncipes contra el PSG sin él (3-0) y la victoria contra el Sevilla cuatro días después con él en el campo (0-1).
Y luego estuvo también su aportación individual, con su gol número 100 en 656 partidos de blanco. “Muy contento a nivel personal, porque encima sirve para romper el empate que era el 1-1; un penalti que también me hacen a mí”, resumió después del que era su 25º acierto consecutivo desde los once metros.
Pocos defensas han tenido tanta influencia en las dos áreas. En la Liga, hasta que lo superó la temporada pasada, solo tenía por delante como máximo goleador a Ronald Koeman, ahora entrenador del FC Barcelona. El sábado se saludaron cariñosamente en el descanso y al final del partido, cuando Ramos había aumentado su distancia con otro tanto: 74 frente a 67.
“Una semana de crisis en el Real Madrid son dos partidos”, resumió satisfecho el capitán, que este lunes viaja con el equipo a Mönchengladbach para, de nuevo en el campo, intentar enderezar este martes el rumbo también en la Champions.
Le quedarán por delante otras dos importantes gestiones de despacho, también una de grupo y otra particular: el nuevo recorte de sueldos que necesitará el club al seguir obligado por la pandemia a jugar a puerta cerrada, y la ampliación de su contrato, que vence el próximo 30 de junio.
Source link