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El WhatsApp casero de Guido para que su abuela Ludi reciba fotos sin necesidad de wifi


Guido García echa de menos a su abuela. En las dos últimas Navidades la pandemia le ha impedido reunirse con Ludi, de 93 años, y residente en Basauri (Vizcaya). Tampoco podía comunicarse con ella como le hubiera gustado porque, según explica, Ludi “no quiere líos, ni wifi, ni móvil”. Así que este ingeniero de telecomunicaciones residente en Valladolid, que se siente pucelano aunque nació en Barakaldo en 1979, ha elaborado un ingenioso dispositivo a partir de elementos tecnológicos básicos para que la familia pueda enviar textos e imágenes a la anciana. El resultado es una especie de WhatsApp casero que incluye una pequeña impresora, un ‘’mini ordenador’’ o Raspberry Pi (del tamaño de una tarjeta de crédito), y una tarjeta SIM para conectarlo a internet. Ludi solo tendrá que enchufarlo a la corriente y esperar las fotos.

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Las imágenes y textos se envían a través de Telegram, mediante un bot programado por García. Cuando este ingeniero que se dedica al desarrollo de software explicó en Twitter el cacharro que estaba creando, más de 2.000 personas lo retuitearon, 280 le respondieron y más de 9.000 le dieron ‘me gusta’. ‘’Me sorprendió mucho. Para una vez que se vuelve viral, me pilló durmiendo’’, bromea en una conversación por videollamada con EL PAÍS.

En el hilo publicado en su perfil, el pasado 10 de enero García explicó paso a paso cómo había construido este WhatsApp de andar por casa. La idea era que su abuela no tuviera que hacer absolutamente nada. El ingeniero programó el bot en Telegram porque, según asegura, ’’es más abierta que WhatsApp, donde solo pueden hacer un bot las empresas, tiene que aprobarlo Facebook y enviar mensajes cuesta dinero’’. En un chat de conversación como el que usa con cualquier amigo, le envía un mensaje o una foto al bot, y este da la orden de impresión a la máquina.

Conversación con el bot programado en Telegram. Captura de pantalla tomada por Guido García.

El dispositivo imprime en blanco y negro. La Raspberry Pi “es más potente de lo que parece”, cuenta García. “Tiene medio giga de memoria RAM. Un ordenador de sobremesa igual llega a los cuatro gigas, así que tiene unas capacidades limitadas, pero para hacer este tipo de aplicaciones o para domótica se utilizan mucho porque tiene un consumo muy bajo, no hace ruido, no se calienta…’’, explica. La tarjeta SIM sirve para obtener la conexión a internet y, por lo tanto, con el bot. Puesto que la abuela no tiene wifi ni teléfono móvil, esta era la forma más sencilla de conseguirlo. Cuando alguien le envíe una foto o un mensaje lo recibirá en papel sin tener que hacer nada más que recogerlo de la impresora. Todos los componentes los contiene una caja de fresas, que es la que tenía por casa. El proyecto está concluido, falta solo que se lo lleve a su abuela para que pueda estrenarlo.

Estas Navidades hice un cacharro para enviar fotos a mi abuela que no tiene móvil ni internet. Los requisitos eran dedicar poco tiempo (~20h) + que pudiese enchufarlo y listo + sin mantenimiento.

— Guido (@palmerabollo) January 10, 2022

Aunque Guido García se propuso concluir la tarea en no más de 20 horas, al final ha tardado 40. Conseguir todos los componentes necesarios no le ha resultado difícil ni costoso: ‘‘La impresora me costó unos 50 euros, la Raspberry Pi con la SIM, 20 euros en total, la placa de comunicación que lleva la tarjeta, 70. En total, unos 180 euros. No tenía restricciones de presupuesto, pero se puede hacer más barato’’.

García busca los componentes en tiendas de informática especializadas o por internet, y reconoce que ha notado la escasez de chips y componentes: ‘‘Hay menos stock en algunas tiendas o el precio ha subido un poco, pero los componentes como las Raspberry Pi son muy comunes y los puedes encontrar en muchos sitios’’.

Los componentes que contiene la caja: la Raspberry Pi, la placa que contiene la tarjeta SIM, los cables de conexión… Imagen tomada por Guido García.

El ingeniero sabe que no es pionero en los WhatsApps caseros. Conoce bien el Yayagram, ideado por el ingeniero informático burgalés Manuel Lucio, y asegura: ‘’No soy el primero que hace algo así, aunque, en este caso, es todavía más sencillo. El Yayagram es una idea similar, pero más elaborada, no es un aparato pasivo’’. Gracias al hilo que subió, algunos usuarios le han propuesto ideas alternativas a las que ha tenido, y otros incluso le han pedido que les haga uno. ‘’Ha habido muy buena acogida’’, insiste. Todavía no le ha escrito nadie diciendo que haya puesto en marcha su idea, pero está convencido de que ‘’cualquiera con conocimientos básicos de electrónica y programación puede saber hacerlo’’.

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