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Elecciones en Argentina: quién es quién en el peronismo

El peronismo es múltiple. Es mucho más un movimiento que un partido. Estás dos afirmaciones permiten al menos ordenar las ideas alrededor de un fenómeno político huidizo, que no han logrado atrapar los cientos de libros que se han escrito al respecto. Un peronista dirá que el peronismo es un sentimiento, y asunto cerrado. Un antiperonista dirá que es un cáncer que desde hace 70 años tiene a Argentina sumida en un caos interminable. Así las cosas, es posible trazar al menos una radiografía actual que explique quién es quién dentro del movimiento; un mapa veloz que exponga las tensiones internas, los intereses cruzados y la lucha de ideas.

El Gobierno de Alberto Fernández es una coalición, como le gusta insistir al presidente. Pero que quede claro: no es una coalición de partidos, como puede ser la opositora Juntos por el Cambio, sino una coalición de corrientes internas del peronismo, ya sean de extrema izquierda, centro o derecha. El peronismo es tan amplio y poderoso que ha sabido ser oficialismo y oposición a un mismo tiempo. La coalición actual fue un experimento para poner fin a esta esquizofrenia política. No le ha ido del todo bien, vista la derrota electoral que las urnas auguran para las elecciones de este domingo.

El experimento reunió en un mismo espacio a tres fuerzas: el kirchnerismo, liderado por la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner; el massismo, que tiene como referente a Sergio Massa, actual presidente de la Cámara de Diputados; y a Alberto Fernández. Como no existe algo como el “albertismo” ni el presidente tiene intenciones de que exista, su espacio se reduce a los apoyos internos que cosecha y los ministros que considera de su entorno cercano. El mapa lo completan fuerzas sin referentes claros, pero con poder territorial, peso político y acceso a recursos económicos: sindicatos tradicionales, movimientos sociales, gobernadores e intendentes y grupos de derechos humanos alineados con las políticas progresistas del Gobierno.

Las tensiones internas han aflorado con la derrota de las elecciones primarias celebradas en septiembre, exponiendo lo que ya todos sospechaban: la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner intenta mandar y el presidente Alberto Fernández intenta obedecer (o desobedecer). Ambos “intentan”, porque en el fragor de la crisis económica y la campaña electoral no queda claro de qué lado está cada uno. El texto que sigue es también un intento: el de poner blanco sobre negro a este fenómeno político tan argentino.

Alberto Fernández

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Actual presidente de Argentina. Elegido en 2019 para un periodo de cuatro años.

Alberto Fernández es un peronista de la ciudad de Buenos Aires. Eso dice mucho. Abogado de la UBA, forjó su perfil político en discusiones de escritorio, lejos del “barro” que pueden exhibir como trofeo dirigentes salidos, por ejemplo, del sindicalismo de base o el trabajo de calle en el interior del país. En 2003, Néstor Kirchner lo nombró jefe de Ministros, un cargo que en Argentina se encarga de coordinar el trabajo del Gabinete. Aunque no tiene poder ejecutivo, es la persona que tiene su despacho a metros del jefe de Estado en la Casa Rosada.

Fernández acompañó a Néstor Kirchner durante todo el mandato y siguió con Cristina Fernández de Kirchner. Se fue del Gobierno cumplido el primer año de mandato de la presidenta, disgustado con la deriva que tomaba la nueva administración. Pronto se convirtió en un crítico feroz y lo siguió siendo durante años, hasta que en 2019 su exjefa lo invitó a ser candidato a presidente. Y entonces le prometió lealtad eterna. Alberto Fernández representa al peronismo urbano, asociado a la clase media universitaria, de ideas progresistas pero no revolucionarias.

Por decisión propia, tal vez para no elevar la tensión de la coalición, se negó a forjar una línea interna que podríamos llamar “albertismo”. Algo así hubiese chocado de frente con su jefa política, poco afecta a las competencias internas. La historia dirá si este paso al costado fue un error o un acierto. Hoy Alberto Fernández no tiene una base propia que lo sostenga en el cuadrilátero de la pelea interna y está desdibujado en su sitio: la administración de la pandemia, la crisis económica y la derrota en las primarias elevaron las tensiones con Fernández de Kirchner.

Cristina Fernández de Kirchner

Actual vicepresidenta de Argentina. Ocupó la Presidencia entre 2007 y 2015.

La expresidenta Cristina Fernández de Kirchner es la piedra angular de la coalición que gobierna argentina. Fue ella quien convocó a Alberto Fernández para liderar la fórmula presidencial; también quien aceptó sumar en la coalición a Sergio Massa, su exjefe de Ministros devenido luego en kirchnerista díscolo. Cristina Kirchner imaginó una coalición con figuras que sumasen los votos desperdigados de un peronismo derrotado por Mauricio Macri en 2015. Pensó en Alberto Fernández para atraer al sector progresista disconforme con las formas más confrontativas del kirchnerismo; y en Massa como evidencia de que la nueva alianza estaba dispuesta a recibir a los descarriados.

El kirchnerismo representa el ala más a la izquierda de la colación. Tiene en Néstor Kirchner a su mito fundacional y a Cristina como heredera natural del movimiento. Hoy, la gestión ha erosionado el cemento que lo unía con sus hijos pródigos y la tensión es máxima. La semana que siguió a la catástrofe de las primarias, en septiembre, fue caótica: los ministros que responden a la expresidenta renunciaron para forzar al presidente a un cambio de gabinete, como finalmente sucedió. Nadie se aventura a vaticinar qué hará el kirchnerismo el lunes, tras una eventual derrota.

Sergio Massa

Presidente de la Cámara de Diputados. Líder del massismo y parte de la coalición de Gobierno.

Sergio Massa lidera la tercera pata de la coalición oficialista. Nacido en el fragua del kirchnerismo, fue jefe de Ministros de Cristina Fernández de Kirchner entre 2007 y 2008 y rompió con el Gobierno para fundar en 2010 el Frente Renovador, una alianza de intendentes de la provincia de Buenos Aires que poco a poco alcanzó vuelo propio dentro del peronismo. Massa obtuvo con su partido una banca en Diputados y en 2015 se presentó para la presidencia. Enarboló las banderas de la lucha contra la corrupción y llegó incluso a prometer que metería presa a Cristina Fernández de Kirchner en caso de llegar al poder. En esa elección, que ganó Mauricio Macri, quedó tercero por detrás del kirchnerista Daniel Scioli, con el 21% de los votos.

Su regreso a las filas de la expresidenta fue un golpe electoral formidable. Dos líderes que parecían irreconciliables volvían a compartir trinchera. Massa obtuvo en 2019 una banca de diputado con el 52% de los votos, y desde entonces es el presidente de la Cámara. Hoy hace de intermediario entre el Gobierno de Fernández y los intendentes que le responden, además de ordenar la tropa parlamentaria. Ante la eventual derrota, ha optado por mantenerse a salvo con un estudiado segundo plano. Massa nunca ha ocultado que su aspiración es ser presidente.

Gobernadores

Líderes peronistas con poder territorial en las provincias. De orientación mayoritariamente conservadora.

De las 23 provincias que tiene Argentina (más la Ciudad Autónoma de Buenos Aires), 13 son actualmente gobernadas por el peronismo. Con variantes ideológicas, los gobernadores representan en general una línea conservadora y federalista del peronismo. Algunos de ellos, como el de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof; o la de Santa Cruz, Alicia Kirchner —cuñada de la vicepresidenta—, responden a Cristina Fernández de Kirchner. Otros son más combativos con el kirchnerismo y se decantan por una posición más conciliadora hacia Alberto Fernández. El apoyo de los gobernadores es un elemento importante para el presidente a la hora de mantener la gobernabilidad. En un gesto de acercamiento hacia ese sector del peronismo, clave para controlar el interior del país, el mandatario reemplazó a su jefe de Gabinete tras la debacle de las primarias y puso en ese lugar a Juan Luis Manzur, gobernador de Tucumán (noroeste del país).

Sindicatos

Reunidos en la CGT y la CTA, se dividen entre kirchneristas y peronistas tradicionales. Representan a la mayoría de los gremios del país

Los sindicatos en Argentina están entre los más poderosos de América Latina. Tomaron forma a partir de 1945, con la presidencia de Juan Domingo Perón, y actualmente agrupan al 40% de los trabajadores formales. Se consideran el último baluarte del peronismo tradicional, aquel que tenía al obrero como base de una sociedad basada en el trabajo. Las recurrentes crisis económicas argentinas, con la consiguiente caída de millones de personas en la informalidad, ha reducido su poder de negociación.

Las mayores centrales obreras del país son la Confederación General del Trabajo (CGT) y la Central de los Trabajadores de Argentina (CTA), que concentran el grueso de los gremios. La primera tiene una línea ideológica cercana al peronismo más conservador y más duro, y se ha volcado a respaldar al presidente, Alberto Fernández, después de la derrota en las elecciones primarias y ante la crisis desatada por la renuncia de los ministros que responden a la vicepresidenta. La CTA es una escisión de la CGT que se separó en los noventa para formar una corriente más progresista, que enfrentó al neolibealismo del presidente peronista Carlos Menem. Ahora apoya a la coalición de gobierno, aunque es más cercana a la rama kirchnerista.

Movimientos sociales

Las organizaciones Barrios de Pie, Patria Grande y Movimiento Evita agrupan a trabajadores desocupados o informales

Los movimientos sociales se han convertido en un actor de peso en la política argentina dado su gran poder de movilización en la calle y su creciente influencia política. Durante el macrismo ejercieron una dura oposición, pero con la llegada de Alberto Fernández a la presidencia en 2019 se dividieron: los más cercanos a la izquierda se mantuvieron en la oposición y aquellos afines al peronismo —como el Movimiento Evita, Barrios de Pie o Patria Grande, entre otros— se sumaron al Frente de Todos en cargos ejecutivos y legislativos. Entre los del segundo grupo, la figura más destacada es Emilio Pérsico, hoy secretario de Economía social en el Ministerio de Desarrollo Social.

Los movimientos sociales representan a los trabajadores que están fuera del mercado laboral formal, lo que en Argentina se conoce como la economía popular y que abarca a cerca de siete millones de personas. Para aumentar su poder de negociación con el Estado, han creado un sindicato propio, la Unión de Trabajadores de la Economía Popular, que cuenta con casi un millón de afiliados.

Organizaciones de Derechos Humanos

Representados principalmente por Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, las organizaciones defensoras de los derechos humanos nacieron para enfrentar a la última dictadura

Los movimientos de derechos humanos son la cara visible de uno de los principales consensos de la sociedad argentina: el ‘Nunca Más’ a una dictadura. Algunas de sus organizaciones son conocidas a nivel mundial, como las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, por la valentía que mostraron sus integrantes al enfrentarse a los militares en busca de sus familiares secuestrados y desaparecidos. Una vez en democracia, referentes como Estela de Carlotto, Hebe de Bonafini y Nora Cortiñas, entre otras, encabezaron los reclamos para saber qué pasó con sus seres queridos y exigir justicia por los crímenes perpetrados durante el régimen militar.

Las organizaciones de derechos humanos más populares de Argentina respaldan al kirchnerismo y se muestran en primera línea en numerosos actos de Gobierno. Después de la oposición ejercida frente a Mauricio Macri, volvieron a acercarse al poder con Fernández. En el actual Gabinete, figuran dos nietos de las Abuelas de Plaza de Mayo que vieron restituida su verdadera identidad después de ser secuestrados y criados bajo nombres falsos por familias cercanas al régimen militar: Wado de Pedro, ministro de Interior, y Juan Cabandié, de Ambiente.

La Cámpora

Es la juventud kirchnerista, liderada por Máximo Kirchner, hijo de Néstor Kirchner y Cristina Fernández

La Cámpora es la agrupación de jóvenes peronistas que apoyan al kirchnerismo. La organización es liderada por Máximo Kirchner, hijo del expresidente Néstor Kirchner y la vicepresidenta Cristina Fernández. Algunos referentes del movimiento forman parte del Gobierno de coalición que lidera Alberto Fernández. Es el caso del ministro del Interior, Eduardo Wado de Pedro, o Juan Cabandié, ministro de Ambiente. Otros fueron electos para ocupar cargos en la función pública, como el caso del propio Máximo Kirchner, que tiene una banca en Diputados, o el senador nacional Mariano Recalde. La organización, con gran peso en las calles, fue formada en 2006 y toma su nombre del expresidente Héctor Cámpora (1973), icono del peronismo por haber sido la cara visible del fin de 18 años de proscripción del partido tras la dictadura de la Revolución Libertadora.

Está compuesta por militantes que responden a la vicepresidenta, algo que quedó evidenciado tras la crisis política que sucedió a las primarias legislativas de septiembre. Después de la aplastante derrota del Gobierno en las urnas, Fernández de Kirchner pidió al presidente que hiciera cambios en el Gabinete. Por desoír ese pedido, el mandatario recibió una catarata de renuncias de los ministros que responden a la número dos del Poder Ejecutivo, casi todos referentes de La Cámpora.

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