A punto de cumplirse un mes de las elecciones en Estados Unidos, Donald Trump sigue recaudando dinero para su campaña, una que no solo busca deslegitimar la derrota en las urnas, sino que mira a su futuro político a partir de enero, cuando el demócrata Joe Biden acceda al cargo. El republicano ha captado unos 170 millones de dólares desde el 3 de noviembre, según medios estadounidenses, gracias a donaciones originariamente pedidas para la infructuosa batalla legal, pero que han acabado engrosando un fondo para su actividad postpresidencial.
Una agenda en blanco, un vacío en los medios y una cuenta de Twitter que echa humo. Así se resumen los días del presidente Trump desde que perdió la reelección. Apenas ha llevado a cabo actividades públicas u oficiales, y vuelca su energía en agitar a diario unas acusaciones infundadas de fraude electoral que, de momento, están tumbando todos los tribunales. Y el fiscal general, William Barr, le dio este martes algo parecido a un tiro de gracia al afirmar que el Departamento de Justicia no ha hallado pruebas de fraude. Sin embargo, más de la mitad de sus seguidores le creen; tanto es así, que la intensa campaña de recaudación que su equipo puso en marcha para financiar los pleitos presentados ha captado dinero a espuertas.
Son más de 150 millones de dólares, según los datos avanzados el lunes por The Washington Post; hasta 170 millones, según los recogidos el lunes por The New York Times. Para comprender el formidable volumen que supone, basta mirar las cifras de la campaña: según el Post, su mejor mes de 2020 fue septiembre, cuando logró 81 millones de dólares (menos de la mitad que este noviembre), y el Comité Make America Great Again reunió 125 millones en todo el segundo trimestre. “Nuestra democracia y nuestra libertad están más en riesgo que nunca, por eso me pongo en contacto contigo con una petición urgente”, reza uno de los correos de la campaña, a nombre del vicepresidente, Mike Pence, que invita a “defender la elección del fraude”.
Las donaciones muestran la fuerza de tracción que el magnate mantiene con sus bases y que el Partido Republicano observa con detenimiento mientras piensa en la era post Trump, si es que a este tiempo que se abre para los conservadores a partir del 20 de enero, día del cambio efectivo de Gobierno, se le puede llamar así.
El 75% del dinero que se está recibiendo se destina a un nuevo Comité de Acción Política (un PAC, en sus siglas en inglés, que se crean para apoyar a candidatos y no están sometidos a límites de cuantías) llamado “Salvar América”, que el republicano puso en marcha el 18 de noviembre y que tiene como objetivo sufragar sus actividades políticas después de dejar la Casa Blanca, según los citados medios.
El 25% restante se inyecta en el Comité Nacional Republicano, lo que significa que, aunque la primera misión que su equipo agitó para pedir los fondos fue el coste legal de demostrar un supuesto fraude electoral, la mayoría se reserva para sus próximos pasos. “Muchos senadores y miembros de la Cámara de Representantes están muy contentos de que yo apareciera. Creo que me quedaré por aquí un tiempo”, dijo el lunes en Twitter, en respuesta al mensaje de una cuenta afín, que escribió: “¿El Partido Republicano cree que Trump simplemente va a desaparecer? Es el republicano más popular de la historia”.
Debido a una marea de participación de récord, Joe Biden se convirtió en el presidente electo con más votos de la historia (80,2 millones) y Trump, el segundo, con cerca de 74 millones. En términos relativos, el demócrata logró un apoyo del 51% y el republicano, del 47%, lo que no le sitúa como un candidato especialmente popular. Es el mismo porcentaje con el que perdió Mitt Romney en 2012 y solo un punto superior al que logró John McCain, aunque también un porcentaje de apoyo superior al que él mismo obtuvo en 2016.
Esas 74 millones de personas que, en medio de una crisis sanitaria y económica colosal, y tras cuatro años de crispación, se movilizaron para intentar mantener al neoyorquino en la Casa Blanca dan cuenta de la masa crítica a la que aún puede seguir apelando, la misma que explica esos 170 millones recaudados. La mayor parte de esa cifra, según los datos del Times, llegó en la primera semana después de la elección, cuando su equipo multiplicó los correos electrónicos pidiendo ayudas para el llamado Fondo para la Defensa de la Elección.
Todos los pleitos se han dado de bruces con tribunales que no han encontrado prueba alguna de fraude y ninguno de los recuentos ha arrojado un resultado diferente de ese que dice que ha perdido. Los Estados van certificando uno a uno los escrutinios y el proceso de transmisión de poderes de la Administración republicana a la demócrata, a regañadientes para Trump, ya ha comenzado. Y, aun así, no solo el neoyorquino sigue sin reconocer la victoria de su rival, sino que entre un 70% y un 80% de sus votantes -en función del sondeo- afirman que, en efecto, Biden no ganó los comicios de forma escrupulosa y legal, lo que abre un nuevo campo de juego para el aún presidente.
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