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Elecciones en Estados Unidos, la última hora en directo | Trump convierte la salida del hospital en un acto de campaña

La entrada del hospital militar Walter Reed parece este domingo la antesala a un mitin de Donald Trump. Suena a todo volumen The eye of the tiger, la banda sonora de Rocky, y los seguidores allí congregados se refieren al presidente estadounidense como un “héroe”. Más de un centenar de fans del republicano se desplazaron al centro médico de Bethesda (Maryland) para mostrar su apoyo al mandatario, ingresado desde el pasado viernes por coronavirus. Sobre las cinco y media de la tarde (hora local) el presidente interrumpió su cuarentena y salió sorpresivamente del hospital para saludar a sus seguidores dentro de un vehículo oficial, con mascarilla. Pero no iba solo. En el coche, completamente blindado y con las ventanas subidas, sin ventilación exterior, se encontraban otras dos agentes del servicio secreto. Un desplazamiento “completamente innecesario e insano”, según lo ha calificado James Phillips, doctor del propio hospital donde está ingresado Trump.

“Cada persona que iba en el vehículo durante ese ‘paseo’ presidencial completamente innecesario ahora tiene que estar en cuarentena durante 14 días. Pueden enfermarse. Pueden morir. Por un teatro político. Mandados por Trump a poner en riesgo sus vidas por un teatro. Esto es una locura”, escribió Phillips este domingo por la noche en Twitter. Otro facultativo que se sumó a las críticas fue Johnatan Reiner, profesor de medicina y cirugía en la facultad de medicina de Universidad George Washington. “Al dar un alegre paseo frente a Walter Reed, el presidente está poniendo en grave riesgo a su destacamento del Servicio Secreto. En el hospital cuando entramos en contacto cercano con un paciente de COVID nos vestimos con equipo de protección personal completo: Bata, guantes, N95, protección para los ojos, gorro. Este es el colmo de la irresponsabilidad”, tuiteó Reiner.

El portavoz de la Casa Blanca, Judd Deere, describió el desplazamiento como un “paseo corto de última hora para saludar a sus seguidores”, y aseguró haber contado con la autorización de los médicos que tratan al presidente.

Las decenas de partidarios del republicano congregados este domingo fuera del hospital llevaban desde primera hora de la mañana alentando a su candidato. Algunos llegaron como peregrinos a dejarle ramos de flores, otros gritaban “¡cuatro años más!” y varios ondeaban insignias de Trump-Pence 2020. Al mediodía solo había dos afroamericanos en el grupo trumpista. Uno de ellos era el dueño de un puesto de banderas de Estados Unidos que pensó que podía ser una buena oportunidad para el negocio. Los coches que pasaban por el centro médico, ubicado en un acomodado barrio a las afueras de Washington, apoyan a los manifestantes tocando energéticamente sus bocinas.

El vehículo que los seguidores no esperaban ver era el SUV presidencial blindado en el que apareció Trump. Los propios expertos en salud de la Casa Blanca recomiendan a las personas contagiadas que se aíslen durante al menos 10 días después de dar positivo. Tras estar internado dos noches en el hospital, el mandatario publicó un vídeo antes de salir al exterior en el que aseguró que “ha sido un viaje interesante”. “La covid es una cosa interesante. La entiendo y la comprendo”, sostuvo desde una habitación del hospital vestido de traje.

Larry Hanson, de 69 años, condujo dos horas y media desde Richmond (Virginia) para acompañar a Trump, aunque sea simbólicamente. Le gusta, dice, porque es alguien que trabaja para el hombre común y corriente, que habla el lenguaje del pueblo. Para Hanson, las elecciones presidenciales del 3 de noviembre definirán si EE UU continúa con el modelo capitalista o se convierte en socialista. En el debate del martes, Trump dijo al candidato demócrata, Joe Biden, que su partido quiere volverle socialista. “Te van a dominar, Joe. Lo sabes”, aseguró. Ese mensaje del mandatario caló en Hanson, quien considera que Trump “atacó como un pitbull” y que si bien los medios progresistas publicaron que Biden había ganado el primer cara a cara, “Fox News, que dice la verdad, dijo que no”, apunta.

Trump ha vivido buena parte de la pandemia instalado en la negación: no se dejó ver en público con mascarilla hasta mediados de julio, mantuvo los mítines de campaña masivos y, solo unas horas antes de dar positivo, dijo en un evento de recaudación de fondos que el fin de la pandemia estaba muy cerca. Cuando sus seguidores son consultados sobre la actitud del mandatario, tienden a ser esquivos: “la responsable de todo esto es China”, “los medios de comunicación mienten”, “en las protestas tampoco usan mascarillas”, “no quiere asustar a la gente”… Bill Donson, de 57 años, defiende que el republicano no usa mascarilla porque quienes lo rodean se han hecho el test antes de reunirse con él. ¿Y por qué dio positivo, entonces? “Porque no sabemos qué pasó en el debate”, responde, sin cubrebocas.

En medio de la música country que se dispara por las bocinas y los gritos de quienes asoman su cuerpo por la ventana del coche para apoyar a los trumpistas, se escucha una voz que reclama que las vidas de los afroamericanos importan. Es Madison, de 24 años, que sostiene un cartel en el bandejón que cruza la carretera frente al centro médico en el que se lee: “¿Por qué les preocupa el coronavirus ahora?”. Vino con su madre desde Gaithersburg (Maryland) para traspasar el mensaje a la comunidad negra de que no todos los blancos están de acuerdo con “el supremacismo blanco que apoya a Trump”. Le choca que ahora los seguidores del presidente estadounidense se preocupen de la pandemia después de que le han bajado el perfil durante meses. La cifra de muertos en EE UU roza los 210.000.

Es la primera vez que Linda, de 62 años, participa en un evento trumpista. Nacida y criada en el área donde se encuentra el hospital, decidió acercarse para apoyar al presidente que, según su perspectiva, ha sido el más vapuleado de la historia. Madre de dos militares reconoce que le gustaría que el republicano tuviese una actitud más presidencial. “Si soy sincera, a veces deseo que no diga las cosas que dice, pero creo que tiene buen corazón”. Junto a ella se encuentra una familia asiático-estadounidense. La mujer, de 40 años, que prefiere no decir el nombre, defiende que Trump solo quiere ley y orden para el país. “Nosotros venimos de China, un país comunista, y les queremos decir: no funciona”, afirma, como si instaurar dicho régimen autoritario estuviese sobre la mesa.

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