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Elecciones presidenciales en Chile: las claves de la elección más incierta en tres décadas

Una escena del debate presidencial organizado por la Universidad de Chile, el 1 de noviembre.

Una escena del debate presidencial organizado por la Universidad de Chile, el 1 de noviembre.Alberto Valdes (EFE)

Chile vive este domingo unas elecciones marcadas por la incertidumbre donde no se descartan sorpresas. En estas generales se renovará buena parte del Congreso ―los 155 diputados y 27 de los 50 senadores―, pero la disputa que concentra la mayor atención ciudadana está en la presidencial, altamente polarizada. Con siete competidores, ninguno sobrepasa el 30% de la adhesión, de acuerdo a las últimas encuestas, y un 23% de los electores todavía está indeciso, por lo que la participación electoral en un sistema de voto voluntario será un factor determinante que podría inclinar la balanza. Aunque se trata de una carrera a La Moneda abierta y competitiva, sin embargo, la disputa parece estar centrada en dos postulantes. Por la izquierda, el candidato de la alianza Apruebo Dignidad, Gabriel Boric, apoyado por el Frente Amplio y el Partido Comunista, que ofrece una profunda agenda de cambios, en la línea del proceso constituyente. Por la extrema derecha, el líder del Partido Republicano, José Antonio Kast, que no pertenece al oficialismo de Sebastián Piñera y no ha cortado con el legado de la dictadura de Augusto Pinochet, ofrece el orden y la estabilidad perdida luego de las revueltas de 2019. Mientras, el centro político aparece sin mayores posibilidades, con la heredera de la desaparecida Concertación de centroizquierda ―Yasna Provoste― con estrechas posibilidades de pasar al balotaje de acuerdo a los estudios de opinión, al igual que el abanderado de la coalición oficialista, Sebastián Sichel.

¿Qué se juega este domingo?

La de este domingo es una disputa en clave ideológica, pero a la vez generacional: mientras Boric concentra el apoyo entre los menores de 30 años, Kast tiene su fortaleza entre los mayores de 60. Ambos, a su vez, son candidatos sorpresivos de sus respectivos sectores, porque sus apuestas hace solo algunos meses eran netamente testimoniales, lo que cambió a medida que la polarización comenzó a marcar esta carrera a La Moneda. Es una elección de relevancia central, no solo por la compleja situación económica que enfrenta Chile, con una inflación que podría llegar al 7% en 2021. El próximo Gobierno deberá controlar la calle, implementar la nueva Constitución de aprobarse en un plebiscito de salida en el segundo semestre del próximo año y, sobre todo, manejar el tensionado escenario político chileno, con un Congreso sin grandes mayorías.

¿Por qué la izquierda está fuerte en Chile?

Las revueltas sociales de octubre de 2019 fueron un fenómeno complejo, que mezclaron violencia inédita con manifestaciones legítimas por bienes públicos de calidad, en materia de educación, pensiones y salud. Pero aunque el estallido no tuvo cabezas políticas ―en la calle no se vieron ni banderas de partidos ni de sindicatos―, fue la izquierda la que capitalizó el descontento, con una interpretación de la necesidad de cambios profundos que marcaran un giro a lo construido por Chile desde el retorno a la democracia. El centroizquierda, que lideró los primeros cuatro gobiernos de la transición, en medio de las tensiones no fue capaz de defender su legado y quedó de vagón de cola de la izquierda, liderada por el Frente Amplio, compuesta mayoritariamente por dirigentes por debajo de los 40 que observan a Podemos en España. Con miras a estas presidenciales, la formación hizo alianza con la tradición fuerza del Partido Comunista, que hasta el día de hoy mantiene su plena adhesión a la doctrina marxista-leninista. En las últimas décadas, no giró hacia posiciones moderadas, como el Partido Comunista italiano.

Con el centroizquierda en el piso sin saber procesar la emergencia del Frente Amplio desde la izquierda, los discursos se fueron extremando con el correr de los meses, mientras la izquierda fue cosechando consecutivos triunfos electorales. En el plebiscito de octubre de 2020, ganó abrumadoramente la opción de los que estaban por cambiar la Constitución vigente, que data de la dictadura de Augusto Pinochet, pero que tuvo medio centenar de reformas en democracia: un 78% contra un 21%. Aunque entre los que votaron por un cambio en la Carta Fundamental hubo sectores de derecha, nuevamente la izquierda fue la que se erigió como ganadora con el resultado, que fue una especie de espaldarazo a un camino de cambios profundos. Luego, en mayo pasado, se celebró la elección de los 155 convencionales que redactan la nueva Constitución y la derecha quedó arrinconada, sin siquiera lograr el tercio de los constituyentes necesarios para vetar las normas. En la oposición, en tanto, la primera fuerza del órgano con mayor relevancia política para Chile quedó en manos de la alianza entre el Frente Amplio y el Partido Comunista, Apruebo Dignidad.

¿Por qué la derecha extrema tiene opciones para La Moneda?

Los moderados dejaron de estar de moda en Chile. “Todo lo que es acuerdo, pacto, acercamiento y moderación, que es propio de la política democrática, se ha reducido a esa idea de cocinería”, aseguraba hace unos días la analista política María de los Ángeles Fernández. El candidato del oficialismo, Sichel, que representa al mundo independiente y joven de la derecha, fue perdiendo fuerza en los últimos meses, por lo que dirigentes de la coalición de Gobierno comenzaron a apoyar a Kast, que no compitió en la primaria del sector. “Vamos a pagar cara la debilidad para condenar la violencia, la cobardía para imponer el Estado de derecho y la tolerancia al desorden, el fuego y el destrozo de la propiedad pública y privada”, señalaba el académico Mauricio Morales, en referencia a la inmensa fisura de la oposición por la que se terminó colando el líder del Partido Republicano. Parte de la derecha doctrinaria que no ha roto con Augusto Pinochet, Kast ha logrado sintonizar con parte de la ciudadanía que trasciende la derecha, a la que le hace sentido un discurso basado en el orden, la estabilidad económica y el control de la inmigración, una necesidad que se observa sobre todo en los sectores humildes. De acuerdo con los últimos sondeos, Kast podría sobrepasar a Boric en primera vuelta.

¿Por qué la participación será clave en esta elección?

Chile sufre de abstencionismo estructural. En las pasadas elecciones de junio, donde por primera vez se eligieron a gobernadores regionales, participaron menos del 20% de los convocados. Fue una marca histórica de baja participación que, sin embargo, no sorprendió a los expertos: desde el plebiscito de 1988 que selló la suerte de la dictadura de Pinochet, la participación en las elecciones ha caído de forma imparable.

En 2012, cuando entró en vigor el voto voluntario, la tendencia se aceleró y en las elecciones municipales de 2016 apenas participó el 36%, el anterior récord de baja participación. En las pasadas presidenciales de 2017, donde ganó Piñera, tampoco se alcanzó el 50%, ni en primera ni en segunda vuelta. Para el plebiscito de octubre de 2020 que definió la suerte de la actual Constitución ―probablemente la elección de mayor importancia en las últimas décadas―, acudió a las urnas un 51% del padrón electoral. El porcentaje ―bueno para algunos y mediocre para otros, dada la trascendencia de la elección― se explicó en buena parte porque aumentó la participación entre los jóvenes de 18 a 29 años. Como contraparte, sin embargo, dejaron de participar los mayores de 50 años, que eran votantes fieles, probablemente por la pandemia de la covid-19.

Las presidenciales convocan a mayor cantidad de gente y quedó en evidencia a mediados de año. La izquierda celebró sus primarias presidenciales en julio, donde resultó electo Boric frente al candidato comunista, en las que participaron 1,7 millones de personas. En paralelo, el oficialismo convocó a 1,3 millones de electores en la consulta en la que finalmente resultó electo Sichel. En los resultados del domingo, entonces, será crucial que los diferentes sectores políticos logren movilizar a su electorado. Si votan en mayor medida los jóvenes, como en el plebiscito de 2020, será un espaldarazo para Boric. Si vuelven a salir los mayores, en cambio, Kast tendrá mayores posibilidades.

¿Qué ocurre con Sebastián Piñera?

Las protestas pusieron contra las cuerdas a toda la institucionalidad, incluidos los partidos de todos los sectores, y dejó en el piso al Gobierno conservador de Piñera, que desde entonces no ha podido recuperarse. Ni el exitoso proceso de compra de vacunas de la covid-19 (se han adquirido 41.146.744 dosis) ha logrado empujar al presidente y a su Administración en las encuestas ―en torno al 16%, según la última encuesta Cadem―, aunque ha logrado superar el juicio político al que se le ha sometido tras aparecer en los Papeles de Pandora en relación con la venta de un proyecto minero mediante una empresa offshore en las Islas Vírgenes Británicas. La oposición presentó una acusación constitucional para destituirlo, a cuatro meses de que deje el poder. La Cámara de Diputados aprobó la acusación la semana pasada, pero el martes, a cinco días de las elecciones, el Senado rechazó la destitución, algo que se esperaba porque se necesitaban altos quórum. De cualquier forma, ha sido un elemento importante de cara a las últimas horas de una campaña electoral donde se juega voto a voto, aunque incluso el candidato oficialista Sichel se ha tratado de despegar de su figura.

¿Cómo podría cambiar el Parlamento?

Es la segunda elección parlamentaria bajo el nuevo sistema proporcional, por lo que tendrá “altos grados de competencia e incertidumbre, reforzados en esta ocasión por la competitividad e incertidumbre de la elección presidencial, que incide de manera relevante en el resultado parlamentario”, asegura en un informe el experto político Pepe Auth, actual diputado. De acuerdo a sus proyecciones, la derecha bajaría de 72 a 61 diputados, aunque con un fuerte alza del Partido Republicano de Kast, que debutaría oficialmente en el Parlamento con 10 escaños. La izquierda de Apruebo Dignidad, la coalición de Boric, subiría de 32 a 44 diputados, mientras el centroizquierda ―agrupados en Nuevo Pacto Social―, bajaría de 49 a 41 parlamentarios en la Cámara de Diputados. De acuerdo a las proyecciones de Auth, en el Senado el cambio de mayor relevancia sería el fuerte ingreso de la izquierda. Si actualmente tienen un senador, la alianza de Boric podría llegar a los ocho senadores en el próximo período legislativo.

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