Emerson Palmieri, de la nada a la semifinal


La rotura del tendón de Aquiles izquierdo dejó a Leandro Spinazzola inmóvil sobre la hierba del Allianz Arena, el viernes pasado. Ante España en la semifinal de la Eurocopa, este martes, el sustituto del infatigable lateral izquierdo de la Roma será Emerson, un jugador clave en el ciclo regenerador de Italia. Tan importante por su contribución al afinamiento del juego como lastrado por una misteriosa inactividad.

Como Portugal, que empleó a Deco y a Pepe para hacer su penúltima transición, Italia cimentó su renacimiento a partir de dos pilares de origen brasileño. Jorge Luiz Frello, Jorginho, y Emerson Palmieri. Uno nacido en Santa Caterina, el otro en Sao Paulo, se nacionalizaron antes de proporcionar a la selección azzurra el empujón de categoría que necesitaba para superar la peor crisis de su historia. Reclutados por el Chelsea en 2018, ambos se colgaron la medalla de campeón de la última Champions, pero con estatutos antagónicos. Mientras que Jorginho aspira al Balón de Oro, su paisano es suplente desde hace casi dos años.

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Los interrogantes sobre las razones de la marginación de Emerson no dejan de derramarse en el seno del Chelsea desde que Frank Lampard le mandó al banquillo en enero de 2020. “¿Le pasa algo?”, preguntaban los agentes al club. Nada. “¿Tiene problemas personales?”. No. “¿Se entrena mal?”. Como el que más. “¿Ha discutido con los técnicos?”. ¡Qué va! Emerson es ejemplar.

Dicen en el club de Londres que Roberto Mancini, el seleccionador de Italia, le pidió que se buscara otro equipo coincidiendo con las últimas ventanas del mercado, en verano de 2020 y en la Navidad de 2020. Le explicó que, de otro modo, le resultaría imposible justificar su titularidad. Al Chelsea le consta la respuesta tozuda del jugador de 26 años. No forzará una salida sin antes demostrar que puede ser titular en el Chelsea, que le compró a la Roma por 20 millones de euros.

Espiral kafkiano

Emerson no ve rivales entre sus compañeros, Marcos Alonso y Ben Chilwell. Razones no le faltan. El más técnico, preclaro, versátil, perseverante y profesional de los laterales zurdos del Chelsea, según fuentes próximas al club, dejó de jugar sin que Lampard diera más argumento que pedir el fichaje de Chilwell. Así se compuso un espiral progresivamente kafkiano. Los empleados y los dirigentes siguieron sus evoluciones con intriga. Dicen que cuando menos jugaba el muchacho, más entusiastas eran sus entrenamientos, y cuanto más le despreciaban más rotundo se mostraba él fuera y dentro del campo. Esta temporada con el Chelsea disputó 15 partidos, ganó 13 y empató dos. Pero sus esfuerzos resultaron inútiles. Lampard primero y Thomas Tuchel después no dejaron de postergarlo.

Solo Mancini insistió en asegurarle la titularidad. Así fue en las tres últimas convocatorias antes de la Eurocopa, en octubre y noviembre de 2020, y en marzo de 2021. Siempre con éxito. Los 13 partidos que disputó Emerson con Italia desde su debut se cuentan por victorias. Pero en el umbral de la Eurocopa, Mancini le vio tan falto de ritmo, con las piernas tan endurecidas por la prolongada inactividad, que entendió que Spinazzola competiría mejor.

Emerson no había jugado ni un minuto en Premier desde el 21 de diciembre. Su última titularidad data del 21 de marzo, en la Copa. Sus últimas intervenciones en Champions fueron efímeras: un minuto ante el Oporto en cuartos y un minuto ante el Atlético en octavos. Entró en el 93 y en el 94 marcó el 2-0, de tiro cruzado sobre Oblak.

Aparentemente emocionado, la noche que eliminaron al Atlético, Tuchel le dedicó un panegírico: “¡Estoy tan feliz por él! Porque el tío sufre mis decisiones. Porque tenemos tres jugadores para una posición: Alonso, Chilwell y Emerson. Y él entrena haciendo un esfuerzo increíble. Es súper profesional y súper simpático. Nunca pone mala cara. Tiene calidades increíbles. Hay que premiarlo”.

Sostienen en el entorno del Chelsea que Lampard se inclinó por Chilwell porque costó 50 millones de euros y es inglés, y que Tuchel volvió a insistir en Chilwell por razones tácticas. Embarcado como estaba en la idea de construir un búnker, el alemán precisaba de un carrilero menos dado a crear con el balón que dispuesto a imponerse en los choques cuerpo a cuerpo.

Pocas veces una gran selección esperó tanto a un suplente como Italia a Emerson. El destino le ha reservado una compensación, o un castigo. Mano a mano con Azpilicueta, su capitán, en la semifinal de Wembley.

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