Un empleado del laboratorio de una clínica de fertilidad en la ciudad neerlandesa de Leiden y con una enfermedad genética concibió al menos 11 hijos utilizando en secreto su propio esperma entre 1979 y 1985, lo que logró ocultar usando el número de registro de donante de otro hombre.
El empleado en cuestión todavía está vivo, pero se niega a cooperar en la investigación del MCK, centro que gestiona los archivos de la clínica SMCG de Leiden, que ya no existe, para tratar de localizar a las mujeres tratadas en el centro, posibles descendientes, y exempleados, para aclarar lo ocurrido, según publicó este miércoles la emisora local Omroep West.
Las inseminaciones tuvieron lugar entre 1979 y 1985 y el empleado usó su propio esperma en los tratamientos, sin estar registrado oficialmente como donante de semen, y usando en la administración el número de registro de donante de otro hombre, según admitió el propio empleado de la clínica ya en 2017 cuando fue localizado por dos de sus descendientes biológicos.
Aunque no se ha hecho público hasta hoy, este polémico caso se descubrió el año pasado, cuando dos personas nacidas por donación de esperma y emparentadas sobre el papel, se dieron cuenta de que su ADN no coincidía. Al hacerse las comparaciones en una base de datos internacional, MyHeritage, descubrieron que una coincidía con el ADN de otras dos personas más también nacidas por donación y con sus respectivas madres tratadas en SMCG.
En 2015, este trabajador de laboratorio fue diagnosticado con una enfermedad hereditaria, aunque por motivos de privacidad esta condición no ha trascendido. “Es una anomalía genética que se transmite a la siguiente generación en el 50 % de los casos. La gente tiene derecho a saber esto”, señaló Arne van Heusden, director de MCK, que subrayó que esta enfermedad “no pone en riesgo la vida” de quienes la padecen.
Los casos de ginecólogos que han usado su propio esperma en tratamientos de fertilidad salen cada vez más a la luz en Países Bajos.
Se identificaron al menos diez ginecólogos que usaron su semen sin conocimiento de las mujeres que querían quedarse embarazadas en sus clínicas. Dos de ellos fueron el director de una clínica, Jan Karbaat, con 81 hijos confirmados; y el ginecólogo Jan Wildschut, que engendró al menos 47 niños.
Uno de los últimos casos había salido a la luz fue en noviembre de 2022. Un neerlandés, que murió recientemente de un cáncer de esófago, donó su esperma a mujeres con las que contactó a través de internet y habría engendrado al menos 80 niños en Países Bajos.
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