Encarcelado por varios cargos un periodista marroquí crítico con las autoridades

El periodista Omar Radi, tras comparecer ante un tribunal de Casablanca el pasado 5 de marzo.
El periodista Omar Radi, tras comparecer ante un tribunal de Casablanca el pasado 5 de marzo.Abdeljalil Bounhar / AP

Más de 100 periodistas han difundido un manifiesto en Marruecos desde el pasado 16 de julio contra la proliferación de medios que “insultan, calumnian y difaman” a profesionales y activistas cuyas voces molestan a personas “próximas al poder”. Los firmantes apelan a que las autoridades detengan estas campañas que, según ellos, se ceban ahora con el reportero Omar Radi, de 33 años, y el columnista Suleimán Raisuni, de 47.

El escrito señala en su primer párrafo: “Cada vez que las autoridades actúan judicialmente contra una voz crítica ciertos sitios digitales y periódicos se han apresurado a escribir artículos difamatorios, sin ninguna ética profesional, incluso infringiendo las leyes que regulan la prensa en Marruecos”.

Omar Radi, uno de los periodistas citados en el manifiesto como víctima de las campañas de calumnias, acaparó el 21 de junio las páginas de 17 medios internacionales, entre ellos The Washington Post, The Guardian, Le Monde y EL PAÍS. Todos ellos informaban sobre un informe de Amnistía Internacional (AI), según el cual el teléfono móvil del periodista fue espiado mediante Pegasus, un potente programa desarrollado por la empresa israelí NSO, que supuestamente solo puede ser comprado por Gobiernos con el fin de combatir el crimen.

Varios días después de la publicación de los reportajes, el Gobierno marroquí reclamó a Amnistía Internacional que presente pruebas contra lo que considera acusaciones infundadas. La ONG contestó que dispone de evidencias y que antes de difundir la información solicitó la versión de cinco cargos del Gobierno sin obtener ninguna respuesta.

En medio de esa polémica, Omar Radi ha sido convocado en comisaría para ser interrogado hasta en ocho ocasiones desde el 24 de junio, tres días después de la publicación de los artículos sobre el programa espía. La investigación policial se centra en la supuesta implicación de Radi en un asunto de obtención de ingresos relacionado con servicios extranjeros de información. No obstante, Radi considera que la causa de ese “ensañamiento” obedece a la divulgación de la investigación que impulsó Amnistía sobre el espionaje de su teléfono.

Mientras tanto, diversos medios digitales informan sobre posibles vínculos entre Radi y el MI6, el servicio de espionaje británico. Tanto Omar Radi como muchos de sus colegas afrontan con cierto humor lo que consideran una “campaña difamatoria surrealista”. Pero al mismo tiempo denuncian el acoso mediático, policial y judicial.

El manifiesto firmado por más de 100 periodistas marroquíes también menciona el caso de Suleimán Raisuni, columnista estrella del diario Ajbar al Yaum. Raisuni se encuentra en prisión preventiva desde el 22 de mayo acusado por la fiscalía de atentar contra “el pudor mediante la violencia y el secuestro”. Raisuni fue detenido después de que un activista gay denunciara el pasado mayo que el periodista había intentado violarlo hace dos años, a finales de 2018. El columnista corre el riesgo de ser condenado hasta a diez años de prisión.

El periodista Hicham Mansouri, quien solicitó refugio en Francia en 2016 tras pasar diez meses de prisión en Marruecos por complicidad en un adulterio, ha escrito en el medio digital internacional OrientXXI que Raisuni se dio a conocer por “sus editoriales virulentos contra el Palacio y los servicios secretos de información”. Mansouri cita un artículo del 8 de enero de 2020 en el que Raisuni criticó “el papel cada vez más preponderante” del jefe de los servicios de Información, Abdelatif Hamuchi, “y su papel en la proliferación de medios de difamación”.

La protesta “llega algo tarde”

Mansouri asegura desde Francia a este diario que el manifiesto va a ser útil para concienciar a la opinión pública. “Incluso creo que el manifiesto llega algo tarde. Hace años que intentamos atraer la atención sobre estos medios de difamación creados por los servicios secretos que constituyen una amenaza contra la libertad de prensa y contra la participación en la vida pública”.

El periodista calcula que hay casi una centena de esos medios digitales. “Los publican en varias lenguas y cada uno adapta el mensaje a un tipo de público. También hay páginas de Facebook. El ritmo de publicación y los contenidos son muy similares. Parecen redactados a partir de un mismo texto. No cabe duda de que se trata de un trabajo bien organizado”.

Mansouri afirma que entre los periodistas que han sido objeto de campañas difamatorias en los últimos años se encuentran, además de Omar Radi y Suleimán Raisuni, otros como Ali Anouzla, Houcine Majdoubi, Ali Lmrabet, Aboubakr Jamai, Ahmed Benchemsi o los intelectuales Aziz Nouaydi y Maâti Monjib. “Un solo medio ha publicado 60 artículos difamatorios contra Raisuni. Y Maâti Monjib ha sido atacado en cientos de artículos. Es el blanco continuo de los medios difamatorios desde 2014. ¡Imagínese a cualquier persona expuesta de forma casi diaria a esos ataques continuos desde hace casi seis años!”, apunta.

Uno de los firmantes del manifiesto es Mohamed Ezzouak, director del sitio de Internet Yabiladi. “Este fenómeno de las campañas difamatorias”, sostiene, “se viene dando desde hace unos años. Aparece y desaparece por ciclos. Pero estamos en una situación ahora muy tensa. Por eso hemos dicho basta ya. Se puede debatir entre periodistas, se puede criticar a un compañero. Pero sin llegar al insulto personal, a la difamación. El manifiesto no solo va dirigido a otros compañeros periodistas, sino a las autoridades. Si cualquier ciudadano tiene derecho a ser respetado por los medios de comunicación, los periodistas también somos ciudadanos. Todos somos iguales ante la ley”.

Este lunes 20 de julio salió en libertad el periodista y activista Hamid el Mahdaui, quien ha pasado tres años en prisión acusado de no denunciar una “tentativa de perjudicar la seguridad interior del Estado”. La tentativa consistió en una llamada telefónica procedente de un rifeño residente en Amsterdam, durante las protestas del Alhucemas. El rifeño, al que Mahdaui declaró no haber tomado nunca en serio, le expresó a Mahdaui su deseo de meter tanques en Marruecos. El Mahdaui salió de la cárcel levantado el puño cerrado junto a sus hijos y a su esposa y criticando las condiciones de vida dentro de la cárcel.


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