Alejandro de la Rosa Herrant es uno de los 123 cubanos que fueron regresados a la isla esta semana en el primer vuelo de deportación desde Miami.
De la Rosa cuenta de ese día: “Nos subieron para el avión, esposados y hasta que no llegamos aquí a Cuba no nos quitaron las esposas”.
De su última noche en el centro de detención de Krome, De la Rosa recuerda que “a las 11 y pico de la noche nos hicieron vestir de gris y nos quitaron todo, las sábanas, las colchas y nos tuvieron la noche entera pasando frío en la cama con el colchón pelao”.
Pero la pesadilla para Alejandro de la Rosa comenzó mucho antes, exactamente, en diciembre del año pasado. “Yo salí el 3 de diciembre con mi mujer embarazada, me pasé 20 días de travesía”.
Junto a Rachel Vázquez Batista, su esposa cruzó la frontera con el sueño de una mejor vida para el bebé que ella llevaba en su vientre.
Pero tras su llegada “nos separaron a mí y a ella”.
“A mi no me hicieron miedo creíble ni nada, a él si se lo hicieron y lo desaprobó”, cuenta Rachel Vázquez Batista, quien recuerda: “Yo me pasé cuatro días en una hielera, salí con parole”.
“Ahí me hicieron el miedo creíble, pusieron en el papel lo que ellos quisieron, no fue lo que yo dije … la jueza me dijo que ya estaba deportado”, rememora De la Rosa.
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El abogado de inmigración Avelino González señala que es un trato diferenciado que están haciendo con muchos migrantes, “lo que están haciendo es un desastre y están realmente traumatizando a estas personas que vienen buscando libertad y lo que se encuentran es que tiene que empezar un viacrucis legal que no tiene fin”.
“Es inhumano, es una violación de derechos. Es una violación y esto lo está haciendo con cubanos mayormente”, apunta.
La pareja nunca más se volvió a ver, a pesar de que ella le dijo a las autoridades “que estaba embarazada y que estaba esperando un bebé de él”.
Ahora ella está sola en Houston, Texas. “Tengo 7 meses, estoy desesperada porque estoy sola aquí en este país”.
Desesperación que se extiende a su esposo en Cuba, deportado y sin esperanzas y cuyo hijo posiblemente nacerá sin su presencia.
“Dejar a mi mujer embarazada de siete meses que no tiene a nadie allá, y les digo y le pido a ver si pueden hacer algo por nosotros que estamos sufriendo aquí”, es todo lo que pide Alejandro de la Rosa Herrant.
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