Envejecimiento por contaminación: qué puede hacer una crema


El pasado 20 de marzo el doctor Gabriel Heras, médico intensivista de la UCI del Hospital de Torrejón, en Madrid, publicó en Twitter una foto de sus manos, despellejadas tras días bregando sin descanso contra el coronavirus. “Hicimos un llamamiento a nivel nacional para contar con más profesionales porque nos hacen falta recursos humanos y materiales. Usamos una imagen de mis manos desgastadas de tanto lavarlas y del uso sistemático de guantes”, explicó. La gran mayoría de los españoles no podemos ni imaginar el grado de responsabilidad del médico, y desconocemos la presión de su trabajo. Solo podemos aplaudir su labor cada tarde. Pero, quien más quien menos, sí tiene las manos deshidratadas, incluso peladas, de tanto lavárselas. La mayoría recurre estos días a la crema hidratante para repararlas, pero ni todas las cremas son iguales ni son útiles en todos los casos. ¿Cómo saber si estamos usando la adecuada?

Para responder a esta pregunta hay que comprender que la capa más externa de la piel, que se llama capa córnea o manto hidrolipídico, es una barrera formada por unos 20 estratos de células epidérmicas, sebo natural y entre un 10% y un 15% de agua. Todo ello conforma una especie de chubasquero natural que consigue que ni se salga el agua de dentro ni entren sustancias extrañas de fuera. El gel hidroalcohólico y el jabón matan microorganismos y deshacen virus como el coronavirus, pero también se llevan por delante la grasa protectora. Con la muralla debilitada, empezamos a perder más agua de lo normal y la piel se seca. Si el proceso no se detiene a tiempo, la capa córnea se rompe y aparecen los pellejos, incluso las pequeñas heridas que suelen surgir en los nudillos y los dedos. Entonces llegan las preguntas. ¿Cómo se le da marcha atrás al desastre? ¿Cómo hacer para que no vuelva a pasar? ¿En qué hay que fijarse para elegir la mejor crema de manos?

La respuesta está en la etiqueta. ¿Sabes leerla?

Igual que cuando compramos alimentos, para elegir los mejores cosméticos hace falta acostumbrarse a leer los ingredientes. Figuran en el INCI, una ristra de palabras ininteligibles que parecen estar en el envase por puro compromiso. Hay que asumir que normalmente comprender esta lista no está a nuestro alcance, pero lo cierto es que hacerlo es muy útil. Vale la pena intentarlo. En el terreno concreto de las cremas hidratantes, según explica la química y autora del libro Inteligencia Cosmética Cristina Carvajal, el cosmético aportará hidratación, evitará que se pierda agua o ambas cosas en función de los que lleve.

Ella distingue cuatro ingredientes fundamentales. Los primeros son los hidratantes, que llevan una emulsión de agua y grasa que aporta hidratación y protección a la piel. En ella podemos encontrar aceites, ésteres y siliconas (estos últimos son los compuestos cuyos nombres acaban en methicone, methiconol y siloxysilicate, o que contienen siloxane). Luego están los ingredientes oclusivos, que crean una capa física de grasa sobre la piel y ejercen las funciones de “cemento” para reforzar la unión entre las células. Esto ayuda a que el agua no se evapore. Algunos ejemplos son la manteca de karité, las ceras, ceramidas (forman parte del “cemento natural” de la piel) y casi todos los aceites vegetales. En tercer lugar figuran emolientes como el sorbitol y las siliconas, que suavizan y calman la piel (por ejemplo, alivian la sensación de escozor que provoca la crema cuando las manos están tan deshidratadas que parecen estar hechas de papel de lija). Por último, se encuentran los humectantes, que se caracterizan por atraer el agua hacia la piel y ayudar luego a que se quede en ella. Son la glicerina, la urea y el ácido hialurónico, que retiene el agua equivalente a mil veces su peso.

Lo ideal es que una crema hidratante incorpore todos estos ingredientes para que funcione correctamente. Pero solo son la base, hay otros compuestos que van más allá y que también son interesantes. Si lo que queremos es reparar, está bien buscar en su formulación ingredientes que aceleren ese proceso. Entre ellos figuran el pantenol (también lo puedes encontrar como provitamina B5), el bisabolol, un isómero procedente de la camomila que acelera la cicatrización; la vitamina E y la rosa mosqueta. Si las palabras “reparadora” o “cicatrizante” aparecen en el embalaje, lo más probable es que lleve alguno de ellos. Otros compuestos ayudan a que la sensación al tacto sea mejor, lo que no es baladí, como sabe cualquiera que haya renegado de algún cosmético por su duradera pringosidad.

Por otra parte, para que una crema hidratante penetre bien en la piel “necesita tener ciertas características químicas”, según Lorea Bagazgoitia, miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología. Cuanto más pequeñas sean las moléculas, mejor se colarán. Cuanto más protegidas, menos se degradarán en el viaje hacia el interior de la piel. Cuanta más investigación, más probable que la fórmula lleve tecnologías de acción retardada para que los efectos del cosmético duren más. Un ejemplo es la tecnología de emulsión multivesicular de CeraVe: los ingredientes van encapsulados en microesferas articuladas en distintas capas, una estructura que recuerda a las matrioskas rusas. Cada capa está formada por ceramidas y ácido hialurónico. Una vez aplicada la crema, las capas se van fundiendo sucesivamente, liberando los activos de forma paulatina, de manera que no notas de pronto las manos pringosas ni resecas de nuevo al cabo de un rato.

Si no me da el sol, ¿por qué tengo la cara reseca?

La piel del cuerpo, aunque vaya cubierta por ropa, no se libra de la sequedad ambiental de la casa, y de esa hay mucha si pasas semanas sin poder salir a la calle. Es fácil que notes las pantorrillas tirantes, incluso descamadas. “Hay que seguir hidratando a diario todo el cuerpo al salir de la ducha. Y exfoliar para eliminar las células muertas y favorecer la absorción del producto. Todo acompañado de un buen masaje para estimular la circulación y relajarnos, siempre que sea posible”, señala la veterana esteticista Carmen Navarro.

El mecanismo de acción de las cremas pensadas para hidratar el cuerpo es el mismo, pero tiene peculiaridades: por lo general son más densas y perfumadas, lo que produce una experiencia más agradable. En cuanto a la cara, después del tiempo que llevamos de confinamiento es posible que notes el rostro tirante, una sensación parecida a la que tienes cuando vas a la playa pero sin que te haya dado el sol. “Muchas veces se debe a la falta de humedad dentro de las casas, sobre todo si la calefacción está muy alta. Y no hay que olvidar que el estrés que genera el confinamiento y la situación de alerta sanitaria pueden alterar la piel. O que, muchas veces, como no vamos a salir a la calle, relajamos el cuidado diario de la piel y eso se nota”.

En este apartado, la crema adecuada depende de muchos factores. Por ejemplo, la edad es muy importante porque cuanto más mayores somos, más enjutos. El estado hormonal también influye: en la menopausia se pierden estrógenos y la piel se seca más. El grosor de la piel también es importante a la hora de tomar una elección… En este caso, como en todos los demás, lo mejor es seguir un consejo de gran valor en este tipo de elecciones: ante la duda, no vayas al supermercado y pásate por la farmacia.

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