El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, prometió que este viernes “cumplirá su palabra” y dará el visto bueno a la entrada de Finlandia en la OTAN, tal y como se había pactado en la cumbre de la Alianza Atlántica de Madrid, el año pasado. Tras la decisión, faltaría que el proceso fuese refrendado por el Parlamento turco, que entrará en receso a mediados de abril debido a los comicios legislativos y presidenciales del 14 de mayo. También sigue en el aire la aprobación de la entrada de Suecia, con la que se acordó la misma hoja de ruta que con Finlandia, pero con la que Ankara sigue manteniendo desavenencias.
Pese a que la intención de Suecia y Finlandia era acceder a la OTAN a la vez, las negociaciones de ambos países con Turquía han discurrido por vías separadas. Ambos Estados se habían comprometido a endurecer sus legislaciones respecto a las manifestaciones públicas de apoyo al grupo armado kurdo PKK (considerado terrorista por Turquía y por la UE) en su territorio, facilitar las extradiciones de individuos buscados por las autoridades turcas y levantar los embargos de armas que pesaban sobre Ankara por sus intervenciones en el extranjero.
Sin embargo, ya el pasado octubre, Erdogan explicó a la primera ministra finlandesa, Sanna Marin, que se daba por satisfecho con las medidas adoptadas por Helsinki, por lo que abrió la puerta a facilitar la adhesión finlandesa a la Alianza Atlántica mientras mantenía el veto sobre Suecia. “Le expliqué que nuestras relaciones con Finlandia son diferentes de aquellas con Suecia, porque en Finlandia los terroristas no campan a sus anchas”, sostuvo entonces Erdogan.
Este miércoles, en respuesta a una pregunta de la prensa sobre si el viernes se daría una respuesta positiva al presidente finlandés, Sauli Niinisto ―quien acudirá a Ankara junto al ministro de Exteriores, Pekka Haavisto―, Erdogan respondió: “Si Dios quiere, si es para bien, haremos lo que nos toca […]. Nos entrevistaremos con el presidente [finlandés] el viernes y cumpliremos la promesa que hicimos”.
El mandatario finlandés, por su parte, destacó a través de un correo enviado a la agencia Reuters: “Sabíamos que cuando el presidente turco Erdogan tomara la decisión relativa a la adhesión de Finlandia a la OTAN, querría un encuentro para cumplir su promesa de presidente a presidente”. Otras dos fuentes gubernamentales turcas confirmaron a la misma agencia la noticia de que este viernes habrá “mensajes positivos”.
Las negociaciones con Suecia son otro cantar. En enero, una fuente del Ejecutivo turco confirmó a este diario que el diálogo con Estocolmo ha quedado “suspendido” hasta “una fecha indefinida” después de que se encontrase en un callejón sin salida. El propio primer ministro sueco, Ulf Kristersson, explicó que, además de las medidas que había exigido el año pasado y que Estocolmo ha cumplido en su mayoría, Ankara está reclamando más concesiones. “Cosas que no podemos o no queremos dar”, afirmó el jefe de Gobierno sueco.
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Los dirigentes turcos han llegado a pedir que se prohíba la quema del Corán ―como la llevada a cabo a inicios de año por el ultraderechista danés Rasmus Paludan frente a la Embajada turca de Estocolmo― o que se impida ahorcar simbólicamente a muñecos que representan a Erdogan, pero eso choca con la legislación sueca, muy garantista en temas de libertad de expresión. También han exigido que se aceleren las extradiciones exigidas por Turquía de diversos ciudadanos turcos refugiados en Suecia, pero es la Justicia de ese país la que tiene la última palabra sobre estos casos.
Algunos analistas han visto en esta oposición de Erdogan a la entrada de Suecia en la Alianza una acción concertada con Moscú, del mismo modo que ocurre con el bloqueo ejercido por la Hungría de Viktor Orbán, que tampoco ha ratificado todavía la entrada de los escandinavos en la OTAN. El mandatario turco tiene muy buenas relaciones con su homólogo ruso, Vladímir Putin, y Moscú ha enviado fondos al Banco Central turco imprescindibles para mantener estable el valor de la lira turca.
Pero también es cierto que Erdogan se enfrenta a las elecciones más difíciles en dos décadas y sus rivales ―entre los que hay partidos fuertemente nacionalistas― podrían aprovechar cualquier indicio de debilidad del presidente turco. En cambio, mostrarse duro frente a Suecia en temas que son considerados de gran importancia ―el respeto a la religión islámica y la seguridad nacional― puede jugar a su favor entre el electorado conservador. Por ello, es improbable que se produzcan avances en las negociaciones con Suecia antes de que Turquía concluya su ciclo electoral.
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