Olvídense de Estudio 1. La serie de HBO que adapta para televisión seis éxitos teatrales recientes no tiene nada que ver con aquella de TVE que tanto añoran los amantes de las artes escénicas. Por suerte. Porque ni el teatro ni la televisión actuales son como los de entonces. Tampoco es teatro grabado ni una serie basada en textos dramáticos. Esto es Escenario 0 y es una fusión inteligente e impecable de ambas disciplinas tal como se practican en los escenarios y los platós de hoy.
Mammón es el episodio en el que más se saborea esa fusión. Les resumo para que se hagan una idea. La acción empieza con los actores Irene Escolar y Ricardo Gómez disculpándose porque no se ha podido rodar la obra que habían preparado los dramaturgos Nao Albet y Marcel Borràs sobre el origen de la leyenda de Mammón, conocido como el demonio de la avaricia. A cambio, relatarán el loco viaje de ambos creadores a Las Vegas para conseguir dinero para la producción, con los propios Albet y Borràs representándose a sí mismos en el escenario, en un desquiciante recorrido por la ciudad de los casinos que culminará con la desaparición de los protagonistas (esto no es un spoiler, el espectador lo sabe desde el principio).
Las actrices Bárbara Lennie e Irene Escolar en una imagen de la serie ‘Escenario 0’. En vídeo, dentro del rodaje de la serie.
Adaptado para televisión por los propios Albet y Borràs, el episodio parte de la ventaja de que el espectáculo original contenía ya una buena mezcla de lenguajes: vídeo en directo, proyecciones grabadas, escenas que se suceden sobre las tablas y en pantalla a la vez, pasado y presente revueltos, actores que se interpretan a sí mismos jugando con la ficción y la realidad, dirigiéndose al público directamente, rompiendo no ya solo la cuarta pared sino todas las que rodean el escenario, dejando al desnudo los trucos y mañas del artificio teatral. Una virguería argumental y escénica que lleva cinco años representándose por distintas ciudades (las últimas funciones se vieron el pasado enero en Madrid) y que se riza aún más en su traslación al plató, pues hasta los técnicos y operadores de cámara quedan integrados en la acción. La ruptura de la quinta pared: la pantalla.
El juego metateatral está también muy presente en Los mariachis, obra del dramaturgo Pablo Remón, dirigida para televisión por Lino Escalera, que muestra sin pudor los alrededores de los distintos espacios en los que transcurre la obra, dejando claro que son decorados, construidos en una nave en medio de un paisaje castellano real en el que también se desarrollan algunas escenas. Una combinación de escenarios reales y artificiales que traslada sabiamente a la pantalla la poética que encierra el texto original.
Carlos Marqués Marcet y Pablo Messiez logran trasladar a la pantalla el ambiente onírico que requiere Todo el tiempo del mundo, obra del segundo, combinando escenas en color con blanco y negro. Y si Àlex Rigola encerró a los personajes del Tío Vania en una caja con solo 60 espectadores cuando llevó a escena esta obra de Chéjov, Carla Simón los libera en el parque natural para llenar sus diálogos de un paisaje tan vasto como sus conflictos.
También hay episodios para amantes de las emociones fuertes y las grandes interpretaciones. Carmen Machi brilla en Juicio a una zorra tanto como lo hizo cuando lo representó sobre las tablas, dirigida entonces por Miguel del Arco y ahora por Clara Roquet. Y Bárbara Lennie e Irene Escolar (que por cierto son las impulsoras y productoras de la serie) ofrecen un recital tan intenso bajo las órdenes de Diego Postigo como el que dieron sobre el escenario con la dirección del francés Pascal Rambert. La cercanía de la cámara no empaña sus actuaciones, más bien las engrandece.
Grandes actores, una buena selección de obras para todos los gustos y un buen maridaje de disciplinas. Buena apuesta. Teatro contemporáneo, televisión contemporánea.
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