Escocia decide este jueves si quiere intentar de nuevo un camino en solitario fuera del Reino Unido, pero sin abandonar la flema británica. Casi 4,3 millones de ciudadanos, de una población total de 5,4, se habían registrado para los comicios autonómicos. Más de un millón, una cifra récord, ya ha adelantado su voto por correo. Y sin embargo, el recuento no comenzará hasta el mediodía de este viernes. Las restricciones de la pandemia, han decidido las autoridades escocesas, desaconsejaban las prisas de la noche. Es muy posible que hasta última hora de la tarde del sábado no se conozca si la ministra principal y candidata del Partido Nacional Escocés (SNP, en sus siglas en inglés), Nicola Sturgeon, alcanza la anhelada mayoría absoluta que le permita emprender, con calma, la aventura de un nuevo referéndum de independencia.
Escocia ha celebrado cinco elecciones autonómicas desde que recuperó su Parlamento y Gobierno en 1997. La participación en estos comicios ha estado siempre en torno al 50%, pero las encuestas señalan que en esta ocasión podría acercarse algo más al histórico récord del 84% de la consulta separatista de 2014. Los partidarios de permanecer en el Reino Unido ganaron entonces por un 55% frente a un 45%.
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“Nunca nos hemos jugado tanto en unas elecciones”, advertía Sturgeon en sus últimos discursos antes de que se abrieran las urnas. La líder nacionalista disfruta de una alta popularidad, reforzada por su imagen de seriedad durante la gestión de la pandemia, a pesar de que las cifras no sean muy diferentes a las registradas en el resto del Reino Unido. Con sus actuales 61 escaños, de un Parlamento de 129, gobierna en minoría con el apoyo de los 5 diputados del Partido Verde. Si rebasara los 65 diputados, como han pronosticado varias encuestas, estaría en condiciones de cumplir con su promesa de intentar poner en marcha durante el nuevo mandato otro referéndum de independencia.
Boris Johnson se resiste a la idea de que, bajo su Gobierno, se fragmente el país, pero hasta ahora no ha dado un rotundo no a la idea, en parte porque es consciente de que el precedente de 2014 debilita su posición legal. “Creo que la mayoría de la gente en Escocia piensa que no es este el momento, justo cuando salimos de la pandemia, para emprender una temeraria, y a mi juicio irresponsable, nueva consulta”, ha dicho este miércoles.
Los laboristas, durante décadas los vencedores indiscutibles de cualquier elección en Escocia, luchan desesperadamente por recuperar su posición de relevancia y arrebatar la segunda posición a los conservadores. La popularidad de su nuevo candidato, Anas Sarwar, les ha dado un último empujón en la campaña, pero la mayoría de los sondeos vaticinan que los tories escoceses revalidarán el papel de primer partido de la oposición.
Dos factores serán determinantes en estos comicios. Si el Partido Verde duplica, como apuntan las encuestas, su representación, el camino hacia la independencia se verá más despejado. Su defensa de un nuevo referéndum es aún más intensa que la de la propia Sturgeon, que ha descartado una vía unilateral que pudiera poner en duda la legalidad de la consulta. Y el exlíder del SNP Alex Salmond podría alcanzar hasta 6 diputados con su nuevo partido, Alba, con lo que obtendría la capacidad de añadir mayor urgencia independentista en la Asamblea Autónoma y complicar la tarea de Sturgeon.
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