España llega a la Semana Santa con dos medidas que chocan entre sí. La primera, contener la movilidad nacional para llegar en la mejor situación epidemiológica al verano, momento clave para que el tejido productivo coja un poco de aire. De ahí que las comunidades autónomas se hayan cerrado perimetralmente y se restrinjan los viajes entre regiones a los de fuerza mayor o por trabajo. Sin embargo, hay una segunda que niega la mayor —o al menos resulta contradictoria con la anterior—: el Gobierno central mantienen las puertas abiertas a los turistas del resto de Europa. Esto, junto con la decisión de Alemania de sacar a regiones de España de la lista de zonas de riesgo por coronavirus, entre ellas Baleares, convierte al país en el deseo de los alemanes para disfrutar del sol en Semana Santa. Así, España se abre al turismo alemán, pero se blinda ante los españoles.
Ilse y Klaus son ejemplo de ello y de los más adelantados en su viaje. Aterrizaron en Mallorca a principios de semana dispuestos a pasar unos días en unos apartamentos turísticos situados en primera línea de la Playa de Palma. “Hemos venido porque encontramos una buena oferta de alojamiento, más barata que muchas otras veces”, dice Ilse. Los alemanes se debaten ahora entre las ganas de sentarse a tomar algo en una terraza soleada después de cuatro meses y medio de cierre de la hostelería y las advertencias de las autoridades sanitarias para que eviten los viajes no esenciales. Muchos ya se han decidido por lo primero, pese a que los expertos alertan constantemente de que si lo hacen contribuirán al crecimiento de la tercera ola que ya revelan las estadísticas.
La decisión parece tomada por muchos de ellos, de ahí el repunte de la demanda. De hecho, los grandes turoperadores han aprovechado para ampliar la capacidad tanto de hoteles como de vuelos hacia Baleares. “Tenemos un boom de reservas para las vacaciones de Pascua”, confirma Thomas Daubenbüchel, portavoz de Alltours. Solo esta empresa lanzó el sábado de la semana pasada —un día después de que Alemania eximiera de guardar cuarentena a quienes vuelven del archipiélago balear, entre otros destinos— 20 vuelos chárter desde Düsseldorf. Dos días después, ya estaba todo vendido.
Algo parecido ocurre con el gigante de la turoperación TUI, que ofrece vuelo y hotel para viajar a partir de este domingo. “Las primeras fechas disponibles están completas”, dice un portavoz, por lo que la empresa prepara la apertura de más hoteles en la zona de Alcúdia. La previsión es ofrecer más de 300 vuelos de ida y vuelta en las próximas semanas. Algunas aerolíneas también se han subido a la ola de los primeros brotes verdes del año para el turismo. Entre ellas, Ryanair —añadió 200 vuelos a los previstos entre Alemania y España para Semana Santa— y Eurowings (filial de bajo coste de Lufthansa) —sumó 300 operaciones adicionales—.
Así, el aeropuerto de Son Sant Joan se convertirá en la puerta de entrada de Alemania en una festividad en la que no habrá por las calles ni un solo turista español. Una paradoja que comenzó hace meses y que se mantiene por los problemas diplomáticos que podría acarrear el cierre de la frontera. “No podemos cerrar al margen de la UE nuestro país. Hay unas medidas de control en aeropuertos que están funcionando, de cuarentena, y medidas desde luego que están dentro del ámbito establecido y de las recomendaciones de la UE”, aseguraba la ministra de Sanidad, Carolina Darias, hace una semana en una entrevista con EL PAÍS.
Entre las medidas se encuentra, por ejemplo, la obligatoriedad de presentar una prueba PCR negativa —si llegan en avión o barco, no así si lo hacen por carretera—. Pese a ello, parece que la sociedad española no comparte que ningún residente de la Península pueda ir a Baleares a visitar a su familia o simplemente por ocio con ese mismo test negativo. Ni que ningún residente de las islas pueda hacer el camino inverso con esos requisitos, aunque sí vean cómo se pasean por sus calles viajeros de otros puntos de Europa con una incidencia de contagios muy superior a la local.
Insuficiente para la economía
El sector turístico, por su parte, se mantiene cauto y no apuesta por esta Semana Santa. “No queremos tirar por la borda todos los esfuerzos por cinco días y perder el verano. Sería catastrófico”, sostiene José Luis Zoreda, vicepresidente ejecutivo de Exceltur. De ahí que las expectativas sean mínimas. Además, los responsables del lobby turístico relativizan el incremento de la demanda de Alemania. “Sube desde casi cero, pero no será relevante ni salvará la Semana Santa”, añade Zoreda. De hecho, entre los hoteleros no se plantean adelantar sus aperturas, al menos no de forma masiva. Gabriel Escarrer, consejero delegado de Meliá, fija su mirada más adelante: “Algo veremos esta Semana Santa, pero yo estoy muy esperanzado con los meses de mayo y junio”, afirmó esta semana.
Los turistas franceses tampoco serán la tabla de salvación en la Semana Santa, que tradicionalmente supone el pistoletazo de salida de la temporada alta del turismo español. Desde la medianoche del viernes, un tercio de los franceses vuelven a estar confinados y seguirá así por lo menos un mes más. Es un cierre light en comparación con los dos previos, pero sigue implicando que todos los afectados —incluidos los de la región parisina— tendrán prohibido desplazarse a otras regiones de Francia. Eso sí, nada les impide viajar al extranjero (al igual que ocurre en Alemania), por ejemplo a España.
Pese a ello, no deberían producirse desplazamientos masivos en estas fechas. Tradicionalmente, en las vacaciones de Semana Santa hay menos viajes que en otros periodos —en Francia solo es festivo el lunes y los días no lectivos comienzan después, a partir del 11 de abril—. Las grandes vacaciones de invierno son las de febrero y el periodo de Pascua es prácticamente la antesala de la otra gran temporada, la estival. De hecho, aerolíneas como Transavia, la low cost de Air France, prevé abrir nuevas rutas a España, aunque solo a partir de finales de abril, según la compañía.
Canarias, a la espera de los británicos para final de mayo
El archipiélago canario ya ha perdido su temporada alta, que en su caso es en invierno. Para Semana Santa descarta una mejora a poco más de una semana de que comience. Hace meses dieron por imposible tener un buen registro de turismo nacional e internacional en el inicio de año y la situación solo ha ido a peor hasta la fecha por el zarpazo de la última ola de contagios por toda Europa.
El problema a corto plazo de Canarias es que sigue en la lista negra de Alemania. Y su gran caladero de turistas, Reino Unido, no permitirá a sus residentes salir del país por ocio hasta a partir del 17 de mayo: toca esperar. Además, por si fuera poco, tampoco recibirán el goteo de visitantes de otros puntos de España que no podrán viajar a Canarias ni siquiera con PCR negativa.
Ante esta situación, el sector turístico no se atreve a poner fecha a su reapertura y se centra por el momento en conseguir ayudas directas y reducir sus costes hasta que llegue la tan ansiada recuperación de la movilidad.
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