España tiene, desde el lunes, una fuente menos de aprovisionamiento del gas natural que necesita para la industria, las calefacciones y, sobre todo, para alimentar un sistema eléctrico que depende en gran medida de las centrales de ciclo combinado. La decisión de Argelia de cerrar del gasoducto Magreb-Europa, que atraviesa Marruecos y 45 kilómetros de mar Mediterráneo para entrar en España por Zahara de los Atunes (Cádiz), obligará a España a aumentar las importaciones de gas natural licuado (GNL, en la jerga del sector) por barco para conjurar el riesgo de desabastecimiento. Hace solo unos meses, la operación habría sido relativamente sencilla y, sobre todo, bastante más asequible. Pero hoy, con las principales potencias del planeta peleándose por los servicios de los buques metaneros, la empresa será más complicada y notablemente más cara. Sin embargo, media docena de especialistas consultados descartan tajantemente la posibilidad de un apagón durante el invierno.
“La alternativa es negociar más barcos para traer ese mismo gas de la propia Argelia o para traerlo de América, de Oriente Medio o del Norte de Europa”, apunta Pedro Mielgo, expresidente de Red Eléctrica. “Pero no debería ser problemático: el 60% del gas que consumimos nos llega por esa vía, así que lo de contratar barcos es algo que se hace continuamente. “A corto plazo solo queda una solución posible: importar más GNL”, coincide Mariano Marzo, profesor emérito de Ciencias de la Tierra de la Universitat de Barcelona. “Con un inconveniente: que es más caro que el transportado por gasoducto. Y, además, España tendrá que lidiar en un mercado internacional muy competitivo”. Traer el gas por barco y no por tubo obliga a sumar tres costes: el de licuefacción, el de transporte y el de volver a convertirlo en gas. “Y con los cuellos de botella recientes, el mayor incremento lo tendremos en el transporte”, completa José María Yusta, de la Universidad de Zaragoza.
Argelia se ha comprometido a aumentar el tránsito de gas por el otro tubo que conecta sus campos de extracción con la península Ibérica, el Medgaz, por el que pasan 8.000 millones de metros cúbicos anuales. Pero incluso cuando concluyan las obras de ampliación en marcha —que, se espera, sea antes de que llegue la fase más cruda del invierno—, esta infraestructura podría llegar a transportar un máximo de 10.000 millones de metros cúbicos, por lo que aún faltarían otros 4.000 más para cubrir las necesidades de consumo, que España tendrá que obtener sí o sí trayendo más combustible por mar.
El problema es que el momento para pasar de canalización por tubo a barco es el peor posible desde el punto de vista del coste: los tambores la de crisis energética han llevado a varios países a aumentar las compras de gas natural para evitar problemas por si el invierno en el hemisferio norte es más crudo de lo que se espera, y eso no solo ha encarecido el precio del gas natural en Europa —que hoy cuesta cuatro veces más que a principios de año— sino que ha disparado el coste de los fletes: los más de 600 metaneros capaces de transportar GNL están más que contratados. Aunque los datos son variables, en fases de mayor voltaje en el mercado, como ahora, el coste de transporte del gas licuado puede llegar a duplicarse.
Con todo, la coyuntura del mercado gasista es hoy bastante menos tensa que a principios de octubre, cuando el mercado TTF (la referencia europea) llegó a quintuplicar los valores de principios de año. Y la mayor parte de analistas, como Juan Ignacio Crespo, creen que a pesar de que los máximos anuales se suelen marcar en noviembre o diciembre, con el frío ya apretando, este 2021 ya ha hecho techo. En buena medida, por el intenso acaparamiento de los últimos meses en varios países, entre ellos varios asiáticos.
El riesgo de apagones, sin fundamento
Tras varios días de especulaciones sobre una posible crisis de suministro, apagones incluidos, el gestor técnico del sistema gasista español y el principal transportista de este combustible en la península Ibérica, Enagás, quiso cortar la rumorología de raíz el domingo: “No hay indicios objetivos de una situación de falta de suministro gasista en los próximos meses”, sentenciaba en una nota la dirección de la compañía, participada en un 5% por el Estado.
Tampoco Mielgo cree que vaya a haber escasez en los próximos meses, ni de gas ni de electricidad: “Nuestro sistema eléctrico tiene más margen de reserva que prácticamente ningún otro país europeo”, subraya al tiempo que se muestra “nada preocupado” por la probabilidad de un apagón en España. “Es un bulo de los finmundistas”, sentencia Francisco Valverde, de la consultora Menta Energía.
“Es cierto que el hecho de disponer de un solo tubo en vez de dos reduce la flexibilidad para contar con más en momentos de máxima demanda”, continúa Yusta. “Pero no veo por ningún lado el riesgo de apagones o de crisis de suministro de gas en España. No hay razones para caer en el alarmismo: se han tomado todas las precauciones para que no pase nada y es difícil que haya un problema grave”. “Tenemos regasificadoras de sobra para GNL. Esta situación seguramente suponga una subida del precio del gas, pero no debería haber problemas de seguridad física”, zanja Pedro Linares, de la Universidad Pontificia Comillas.
Incluso antes del cierre del Magreb-Europa, la llegada de barcos metaneros a las costas españolas llevaba meses aumentando con fuerza. Y las descargas de buques previstas para este invierno siguen una progresión claramente alcista: para el periodo noviembre-marzo ya hay 136 slots adjudicados, según las últimas cifras de Enagás. Ese dato contrasta con las cerca de 86 del año pasado, cuando la demanda todavía estaba muy mermada por la pandemia.
Reservas suficientes para cubrir el consumo durante 40 días
A diferencia de lo que ocurre en el resto de Europa, donde las reservas medias de gas son sensiblemente inferiores a las registradas a estas alturas de años anteriores, España se encuentra “en una situación mejor que otros de países del entorno”, según Enagás. En la nota publicada el domingo, la empresa destaca que España cuenta con unos volúmenes almacenados “superiores” a los de ejercicios anteriores y suficientes para cubrir íntegramente las necesidades durante 40 días. Y las plantas regasificadoras operan sin incidentes.
No obstante, para evitar nuevas situaciones de tensión de suministro en el futuro, Marzo identifica cuatro posibles medidas: revitalizar las interconexiones gasistas con el sistema europeo, terminar de crear el hub (punto de conexión) ibérico de GNL, fortalecer los intercambios de Francia y estudiar —”a pesar del precedente de Castor”— nuevas soluciones de almacenamiento subterráneo. A más largo plazo, cierra, la clave será “apostar por las tecnologías de almacenamiento de electricidad de origen renovable y por el desarrollo de biogás [también conocido como gas renovable], y revisar la política nuclear”.
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