España está en “riesgo bajo” por covid. Es la primera vez que la incidencia baja de 50 casos por 100.000 habitantes (48,92 este jueves) desde el 28 de julio de 2020. Un número de contagios en descenso junto a una presión hospitalaria que se mantiene también en niveles considerados “bajos” colocan al país en una situación solo comparable a los meses después del gran confinamiento de la primavera del año pasado y con menos diagnósticos que la gran mayoría de los países de la Unión Europea. Eso, a pesar de que la vida social ha vuelto con mínimas restricciones. Las comunidades avanzan hacia la vieja normalidad y las medidas más duras, como el cierre de ocio nocturno o las limitaciones de aforo y reuniones, están decayendo, algo que no ha propiciado, por el momento, un aumento de los casos. La mayoría de los expertos coinciden en que, salvo una mutación del virus, España ha dejado atrás lo peor de la pandemia, aunque algunos también piden no bajar la guardia y reforzar la vigilancia epidemiológica para atajar eventuales brotes de coronavirus.
La incidencia de 50 casos por 100.000 es, por sí sola, una barrera psicológica más que operativa. De hecho, nada cambia en España con este hito. Pero sitúa a la curva epidémica un paso más cerca de ese umbral que marca la comunidad científica para tener completamente bajo control la transmisión del virus: 25 casos por 100.000 habitantes. Alberto Infante, profesor emérito de Salud Internacional de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III, califica la situación actual como “un momento de optimismo con prudencia”. “Estamos en una incidencia baja, pero esto oculta desigualdades enormes entre comunidades y por edades”, matiza.
De hecho, si bien Galicia tiene una incidencia de 19, la de Cantabria es cuatro veces mayor (79) y en Cataluña y Aragón rondan los 75 casos por 100.000. La pandemia no ha terminado, insiste Daniel López-Acuña, exdirector de Emergencias de la Organización Mundial de la Salud: “La incidencia media de 50 no es una cifra mágica ni el número seguro al que tenemos que aspirar. El virus sigue activo y no nos podemos precipitar en la relajación de restricciones, sobre todo en las escuelas”. La incidencia a 14 días entre los menores de 12 años en España, el único grupo poblacional que aún no ha tenido acceso a la vacuna, es de 82 casos por 100.000.
Las autonomías, con todo, ya han pisado el acelerador para levantar restricciones y, fuera de los colegios, apenas quedan medidas activas más allá del uso de la mascarilla y las recomendaciones de ventilar los espacios cerrados y mantener la distancia interpersonal. Cataluña ha anunciado esta semana que recuperará el 100% de la presencialidad en las universidades y que reabre el ocio nocturno a partir del 8 de octubre, la misma fecha que ha puesto Baleares para levantar la persiana de discotecas y salas de fiestas. Estas dos comunidades eran las únicas que faltaban por abrir el ocio nocturno. Por su parte, Madrid ya ha puesto fin a todas las restricciones de aforo en interiores y exteriores y el País Vasco ha recuperado el 100% de la ocupación en estadios al aire libre —a cubierto, como sucede por ejemplo con el baloncesto, seguirán al 80%—. El consejero de Salud andaluz, Jesús Aguirre, dijo el martes que esperan que a partir del viernes dos terceras partes de Andalucía estén ya sin restricciones de horario y aforo.
Pedro Gullón, de la Sociedad Española de Epidemiología, cree que es razonable, “incluso deseable”, que se vayan levantando restricciones. Pero pide que se haga de forma coherente en todos los ámbitos: “Si actuamos en lugares con impacto económico muy alto, como bares, algo que no critico, no tiene sentido que no se levanten otras como las bibliotecas o el acompañamiento en hospitales, que tienen un alto impacto social”.
López-Acuña admite que, a diferencia de otros momentos de la pandemia, las comunidades han realizado una desescalada más gradual. Pero pide que no se relaje el uso de la mascarilla y la distancia social: “Pueden surgir variantes que pueden tener más escape a la vacuna. Hay que ir con mucha cautela en un período donde se van a agregar otros virus respiratorios”, apunta. El invierno suele ser la estación en la que convergen otros microorganismos que provocan dolencias respiratorias, como el virus de la gripe o el virus respiratorio sincitial, que provoca la mayoría de las bronquiolitis en los niños pequeños.
Hospitalizaciones a la baja
Los expertos miran con mucha atención lo que pasa en los hospitales. Con la gran mayoría de la población vacunada, en las nuevas olas que vengan, si es que lo hacen, o los brotes que se produzcan, el número de contagios no será tan importante como la presión asistencial. Lleva bajando de forma casi ininterrumpida desde agosto: este jueves había 2.088 personas ingresadas, de las cuales 551 estaban en unidades de cuidados intensivos. Son cifras muy bajas comparadas con los ingresos que se llegaron a registrar el pasado enero durante la tercera ola de coronavirus (más de 30.000 personas hospitalizadas), pero algunos expertos temen que una hipotética convergencia de varios virus respiratorios entre otoño e invierno vuelva a tensionar al sistema.
Infante insiste en que hay que reforzar la vigilancia epidemiológica y augura que la curva epidémica se estancará en torno a los 50 casos por 100.000 a 14 días durante un tiempo. De hecho, en las últimas semanas ya se ha registrado una ligera ralentización del descenso de contagios: en la semana del 13 al 17 de septiembre, la incidencia cayó un 21,46%; sin embargo, la semana pasada, entre el 27 de septiembre y el 1 de octubre, este indicador descendió solo un 11,48%. Un indicador que sirve para predecir la tendencia es la incidencia acumulada (IA) a siete días. Aunque es más incompleta que la de 14, ya que no recoge los diagnósticos notificados con retraso, sirve para adelantar lo que pasará previsiblemente en el futuro con el principal indicador que se ha utilizado en España durante la pandemia. Este jueves se situaba en 20 casos por 100.000 habitantes, menos de la mitad que la IA a 14 días, lo hace probable que esta última siga cayendo.
En esta misma línea, Gullón cree que ahora hay que centrarse en agudizar la vigilancia y actuar en consecuencia. “Quizás no debemos ser ni muy triunfalistas, pensando que estamos exentos de riesgo, ni derrotistas, tratando de mantener unas limitaciones de las que la gente está ya muy cansada. Ahora que hay pocos casos es hora de actuar con más inteligencia epidemiológica para, si surgen problemas como un escape del virus a las vacunas o que estas pierdan efectividad, podamos dar una respuesta temprana”, resume.
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