España vuelve a encabezar los contagios de coronavirus en Europa

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En un mapa de Europa pintado de verde, signo de una baja incidencia del coronavirus, la península Ibérica luce casi completamente roja. Es la escala cromática que usa el Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) para advertir el riesgo de viajar a los estados de la UE. Según sus datos, solo dos tienen mayores tasas de contagio que España: Chipre y Portugal, aunque este último ya está por detrás, según Myworldindata, una base de datos promovida por la Universidad de Oxford. Las diferencias entre el número de contagios per cápita entre países es abismal: Alemania cuenta poco más de siete por 100.000 habitantes en 14 días, mientras que España supera los 317, según los datos del Ministerio de Sanidad.

¿Por qué España vuelve a liderar los contagios en el continente? Como viene sucediendo en una pandemia que se encamina al año y medio de duración, no hay una respuesta sencilla ni única. Pero sí varios factores que pueden dar pistas y contribuir en mayor o menor medida a que esta ola sea mucho más potente en España que en casi cualquier otro país europeo. Al menos, de momento, porque la tendencia general de la UE es de subida desde finales de junio. Pocos controles a los viajeros, menos limitaciones sociales y mayor propagación en jóvenes son algunas explicaciones posibles.

El epidemiólogo Mario Fontán cree que es la mezcla de varias circunstancias la que nos ha llevado a la situación actual. “Teníamos unos niveles más altos de incidencia [que el verano pasado] cuando se ha incrementado la reactivación económica y social, lo que contribuye a cierto optimismo social, una época en la que tradicionalmente se da una mayor movilidad y participación en eventos supercontagiadores de difícil control por parte de los grupos todavía sin vacunar, todo esto fomentado por sectores económicos que viven de esto y por unas dinámicas sociales que no ofrecen otra alternativa a estas edades que aquellas en las que el alcohol es el protagonista”, resume.

Desde que terminó el estado de alarma, hace ahora dos meses, el mensaje que la mayoría de las autoridades han enviado, empezando por el Gobierno, ha sido de triunfalismo. Eso ha sido clave para Daniel López Acuña, que fue director de emergencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS). “Además de levantar restricciones como el toque de queda, se ha generado metalenguaje de falsa seguridad, como si ya no hubiese virus circulando y ya no estuviéramos en una fase crítica, cuando todavía había muchos casos. Se debería haber advertido que hay que ir muy poco a poco”, afirma este experto.

Quique Bassat, investigador del Instituto de Salud ISGlobal, impulsado por la Fundación La Caixa, considera que son dos las razones fundamentales por las que España está sufriendo esta explosiva ola: “Primero el nicho que ha encontrado el virus en los jóvenes y las actitudes de riesgo que han asumido”. En ellos las tasas de contagio son más de tres veces superiores a la población general. “Por otro lado —continúa Bassat— el poco control que han impuesto las autoridades ante esas actitudes de riesgo. Cuando combinas jóvenes desbocados tras el curso escolar, con ganas de fiesta, que no están vacunados y a los que se les ha vendido la moto de que son invulnerables, va a haber infecciones. Pero si las autoridades hubieran puesto medidas específicas, se podría haber parado. Ahora no hay vuelta atrás. Es como si estás noqueado y nadie es capaz de hacer nada”.

¿En otros países de Europa los jóvenes han sido más precavidos? ¿Han tenido más restricciones? A la primera pregunta, López Acuña responde que la sociología del ocio en España no ayuda a contener al virus: “Las fiestas, los botellones, las terrazas… Si tuviéramos un comportamiento social más disciplinado no estaríamos donde estamos”. Con respecto al control de las autoridades, Bassat cree que las actitudes ante situaciones como los botellones que se han visto en las playas de Barcelona habrían sido atajadas con mucha más firmeza en otras latitudes.

Lo cierto es que el panorama varía mucho en función del país, pero en general hay ciertas limitaciones que se han mantenido durante más tiempo en Europa. En Francia, por ejemplo, el ocio nocturno no ha abierto hasta este mismo sábado y en Italia permanece cerrado; Países Bajos, que lo había abierto, acaba de volver a clausurarlo; en Grecia las discotecas abren, pero los usuarios deben permanecer sentados; en Alemania las reuniones sociales siguen limitadas a un máximo de 10 personas no convivientes (no cuentan los vacunados) y ha impuesto mayores restricciones a los viajes que España. Los procedentes de países de riesgo —incluidos los británicos— que llegan deben guardar una cuarentena de 10 días o cinco si presentan pruebas negativas.

España levantó por completo las restricciones a los ciudadanos del Reino Unido el pasado 24 de mayo. “España está encantada de acoger a los turistas británicos que quieran venir a nuestro país”, aseguró en Fitur el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Por entonces, el país donde se detectó la variante delta, que poco a poco se va haciendo mayoritaria en Europa, tenía una incidencia baja: 25 casos por 100.000 habitantes en 14 días, casi cuatro veces menos que España. Pero por aquellas fechas comenzó a subir, hasta los 410 que tiene hoy. El 29 de junio el mismo Sánchez anunció que se haría PCR a los viajeros procedentes de las islas británicas, aunque no se impone para ellos ningún tipo de cuarentena.

Es algo que se debería hacer, en opinión de José María Martín Moreno, catedrático de medicina preventiva y salud pública de la Universidad de Valencia. “Es disuasorio y, aunque haya escapes, serán menores. Cuando los contagios comienzan a crecer mucho en un lugar, imponer estas medidas de forma decidida, como ha hecho Alemania, ha tenido efecto”, subraya.

Aunque España registra muchos más contagios que la mayoría de los países vecinos, esto no se está traduciendo en un aumento proporcional de los ingresos hospitalarios y las muertes. De hecho, entre los grandes estados de la Unión España es el que menos muertes por millón de habitantes registra en los últimos 14 días (5,18), de acuerdo con los datos del ECDC. Está por detrás de Italia, Francia, incluso Alemania, aunque el país tiene una incidencia acumulada casi 30 veces menor. Esto puede tener varias explicaciones, como un retraso de las notificaciones españolas o una mayor cobertura vacunal en los más vulnerables, pero Ildefonso Hernández, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública, sospecha que otros países tiene menos sensibilidad a la hora de detectar casos, lo que infrarrepresenta sus incidencias.

Y es la incidencia lo que queda reflejado en el mapa europeo pintado de verde, en el que esta estadística es la que más pesa. Si se compara con el semáforo español, que para medir el riesgo tiene también en cuenta la presión asistencial, las realidades parecen completamente distintas. Según la última actualización, del pasado jueves, solo dos comunidades (Madrid y Cataluña) estaban en riesgo medio, debido a que tiene algo más de ocupación en sus UCI. Todas las demás están en riesgo bajo.

El problema, como recuerda Alberto Infante, profesor de Salud Internacional de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto Carlos III, es la incidencia acumulada, que en España está en rojo, representa el riesgo de contagio en un territorio, más allá de que haya una buena capacidad hospitalaria para atenderlos. Y a la hora de visitar un país esto puede ser disuasorio, lo que tiene en vilo al sector turístico español. Francia ya ha recomendado a sus ciudadanos no viajar a España ni a Portugal.

Pero la crecida de casos no es un problema exclusivamente nacional. Ni siquiera europeo. El coronavirus está al alza en todo el mundo, como recordó este jueves Mike Ryan, director ejecutivo de la OMS: “Todas las regiones del mundo han sufrido una subida de casos esta semana. No es una curva plana. Está en ascenso”. Ryan hizo hincapié en que relajar restricciones con la asunción de que las vacunas frenarán los contagios es errónea, ya que la mayoría de la población está todavía sin proteger. “Con un aumento de la transmisión estamos poniendo en riesgo a los más vulnerables de nuevo”, zanjó.


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