El espectro de Brocken, es uno de los fenómenos naturales más llamativos. Hablamos de una ilusión óptica de la más hermosa y donde los motivos de su existencia se deben a las condiciones naturales. Esto ha hecho que nazcan muchas leyendas alrededor de él.
El Monte Brocken es uno de los picos más bajos de los Montes Harz, en Alemania. Johann Esaias Silberschlag se sintió sobrecogido al ver una gran figura humana, gigantesca, que hacía sombra a enormes extensiones de terreno. Parecía la silueta de un gigante sobre la tierra. El fenómeno fue de lo más inspirador hasta el punto que en los meses venideros llegó a estudiar y describir lo que hoy se llama como espectro de Brocken.
¿En qué consiste el espectro de Brocken?
A este fenómeno, conocido en alemán como Brockengespenst o espectro de montaña, aparece cuando hay niebla o bruma y nos encontramos a determinada altura en una montaña. Si tenemos el sol detrás nuestro brillando, esa luz proyecta nuestra sombra (o la de cualquier otro objeto) en frente nuestro.
Por la perspectiva, la figura suele alargarse de una forma puntiaguda o triangular. El secreto de Brocken es realmente el efecto óptico que se produce. Aquella imagen tan grande que vio Silberchlag en el siglo XVIII, es falsa.
Aparece fruto de la proyección de la sombra sobre la pantalla de nubes en frente, pero por la ilusión nos hace pensar que la sombra se encuentra a la misma distancia que el fondo de la imagen. Esto no siempre ocurre, pues un punto de referencia puede llegar a estropear el efecto.
Las leyendas
El espectro de Brocken se ha reflejado en muchas ocasiones, aunque está asociado a los Montes Harz, se puede dar en todo el mundo.
Desde Lewis Carroll a Charles Dickens, pasando por Thomas Pynchon y otras decenas de autores se han encargado de reflejar este gran fenómeno en muchas obras o memorias.
Algunos otros como Goethe añadieron leyendas nuevas y otros han reflejado sus pensamientos en la imagen del espectro de Brocken. Las leyendas más fantásticas y antiguas están mezcladas con las más modernas.
En los Montes de Harz se instaló la primera torre de televisión del mundo, que fue la responsable de retransmitir los primeros Juegos Olímpicos, que fueron los de Berlín en 1936.
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