Renato Brunetta (Venecia, 71 años) ha visto de todo en la vida desde que comenzó trabajando en el puesto ambulante de su padre reparando plumas estilográficas en Venecia. Hoy es el ministro más veterano del Gobierno de unidad que preside Mario Draghi y el hombre a quien el ex presidente del BCE ha elegido para comenzar las grandes reformas aplazadas durante 30 años en Italia. Pero Brunetta es un político particular. Se define como socialista liberal. Pero fue mano derecha de Silvio Berlusconi durante los últimos años dorados de Forza Italia y tiene una visión de la economía didáctica e histórica que le invita a comparar “el momento Draghi” con “el momento Alexander Hamilton”, aquel secretario del Tesoro estadounidense que logró unir a los estados mutualizando la deuda contraída tras la Guerra de Independencia. “Mire, aquí le tiene”, dice mostrando un billete de diez dólares que saca de uno de los cajones de su oficina en el palazzo Vidoni-Caffarelli, sede en el centro de Roma del ministerio de Administraciones Públicas que dirige desde hace cinco meses.
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Brunetta, hijo de una familia humilde, fue también fotógrafo en su juventud. Al comienzo de la entrevista muestra algunas de las instantáneas al encargado de hacer lo propio para EL PAÍS. La mayoría transcurren en una Venecia que se ha transformado -para bien o para mal- a velocidad de vértigo en los últimos años. Tanto como ahora pretende hacerlo su Gobierno con Italia a través de la reforma que él ha puesto en marcha y que articulará la buena marcha del reparto de los 230.000 millones de euros que el país recibirá de la Unión Europea. Anuncia que se contratará, al menos, a 24.000 empleados públicos, se reducirán y se digitalizarán todos los procesos y se agilizará la concesión de permisos y licencias de actividades económica. “Estamos ante un nuevo boom. Es la hora de las instituciones”, proclama.
Pregunta. Esta fórmula, básicamente, dará más estado a los italianos.
Respuesta. Es que los países necesitarán más estado, pero también más mercado en la pospandemia. Parece una paradoja respecto a los postulados del pasado. Pero ahora se necesita más estado porque la gente tiene miedo y porque quienes se han endeudado han sido los países para mantener vivas a las naciones. Pero hace falta un mercado igual de fuerte, y lo que ha hecho Europa es lo que yo he llamado momento Merkel. Algo que, en realidad, parte del momento Hamilton, de la deuda común. Un método que ella nunca había querido hasta ahora. Y lo que sucede en Italia es el momento Draghi.
P. ¿Le parece comparable?
R. Es una cuestión de credibilidad. Lo más importante en Italia ahora es el Plan de Recuperación. En realidad es un contrato que dice que podemos acceder a los recursos europeos con la triple A solo si hacemos un paquete de reformas. Eso es el momento Merkel, producir esa síntesis. Recibiremos más de 200.000 millones de euros, pero la gran ventaja es que las reformas que debemos hacer tienen una fuerza simbólica enorme: cuando se hagan, certificarán la credibilidad del país, que tiene un valor económico. Los mercados volverán, pensarán que es un lugar interesante para invertir. Y eso no había pasado en 30 años. Los mercados miran a Draghi y a las reformas. Y las primeras han sido la simplificación y el reclutamiento de nuevo personal en la administración pública.
P. ¿Cómo será esa nueva Italia tan fiable?
R. Más simple, transparente y eficiente. Se creará un ambiente para los negocios más favorable que producirá mérito de crédito. El capital privado que llegará, si las reformas se cumplen, puede ser hasta cinco veces mayor de lo que nos ofrece Europa con el Plan de Recuperación y Resiliencia. Y ese será el verdadero milagro del momento Draghi. Las reformas atraerán capitales extranjeros y domésticos. Hoy tenemos una tasa de crecimiento del doble de la media europea, algo que no sucedía desde la entrada en el euro: en 2021 superaremos el 5% del PIB.
P. ¿Sin que haya llegado todavía ni un euro de Europa?
R. Exacto. Sin haber gastado nada. Los primeros llegarán este verano. Y cuando lleguen esos 25.000 millones se necesitará tiempo para gastarlos. Pero estamos ya ante un rebote que generará un boom económico ligado a algo inmaterial que se llama credibilidad. Y eso, en gran parte, es mérito de Draghi.
“Italia está ante un rebote que generará un ‘boom’ económico ligado a algo inmaterial que se llama credibilidad. En 2021 superaremos un crecimiento del 5% del PIB”
P. ¿Por qué no se hizo antes la reforma de la Administración Pública si se podía ejecutar tan rápido?
R. Bueno, yo hice una 12 años antes, pero entonces había una coyuntura muy distinta y la Merkel que había era la del sangre, sudor y lágrimas… mi reforma fue bloqueada. Ahora hay una conjunción astral: el Plan de Recuperación y la unidad nacional generada por Draghi.
P. ¿La credibilidad de Draghi y las reformas que todavía tienen que hacerse como la Justicia, el Fisco, la Competencia… no quedan hipotecadas por lo breve que se prevé su mandato?
R. Yo espero que Draghi sea elegido presidente de la República en febrero. Se podría instaurar un modelo francés semipresidencialista de facto. Draghi sería el punto de referencia del país. De este modo, el Ejecutivo terminaría su mandato hasta 2023 con otro primer ministro, y luego se elegiría un buen presidente del Consejo en sintonía con el jefe del Estado. Tendríamos siete años de estabilidad y de reformas hasta terminar todo el Plan de Recuperación.
“Yo espero que Draghi sea elegido presidente de la República en febrero. Se podría instaurar un modelo francés semipresidencialista de facto”
P. Suena muy bien, pero para ese modelo semipresidencialista deberían modificar la Constitución.
R. Normalmente las mejores reformas de la Constitución son las que se hacen de facto.
P. Todo parece indicar que el próximo primer ministro tendrá la cara de Giorgia Meloni [líder de Hermanos de Italia, único partido en la oposición] o de Matteo Salvini [líder de la Liga]. ¿Es compatible con esos planes?
R. Tendrá la cara que la democracia le dé. Pero no estará solo. Un nuevo primer ministro con una Italia en quiebra no sería un puesto muy atrayente. Así que lo más importante es llevar este momento Draghi lo más lejos posible en el tiempo, y eso solo es posible eligiéndole presidente de la República. Luego la tendencia seguirá, porque ningún nuevo primer ministro se opondrá a quien te da la credibilidad a largo plazo.
P. ¿Y ve a alguien capaz de suceder en febrero a Draghi como primer ministro?
R. [Se queda en silencio 30 segundos].
P. ¿El diseño de este plan de Recuperación es muy distinto al de Conte?
R. Yo le agradezco mucho a Conte su trabajo. Si no lo hubiera hecho, el nuestro habría sido muy difícil. Pero su plan tenía una página de reformas y el nuestro tiene 40. Hemos invertido el esquema. Y es una decisión rentable.
P. El problema de Italia no era tanto que no recibiera fondos, sino que era incapaz de gastarlos.
R. Por eso hemos hecho la reforma de la simplificación. Sin ella no hay gasto, no hay transición digital, no habría transición verde… Sin la simplificación no hay grandes estrategias. Y sin el capital humano que gestione esos procesos no vamos a ningún lado. Sumaremos, de momento, a unos 24.000 empleados. Otros cientos de miles serán reclutados en los próximos años. Y se hará a través de un portal que será como un Linkedin público.
P. ¿Cómo se logra poner de acuerdo a un consejo de ministros con inclinaciones políticas tan opuestas: desde el PD a la Liga?
R. Estamos de acuerdo en muchas cosas que sirven de línea guía. Simplificación, reducción de algunas tasas… Y Draghi tiene la competencia técnica sobre estos temas. Y puedo decirle que los Consejos de Ministros casi nunca tienen conflicto. Solo lo hubo un poco respecto a la velocidad apropiada para la reapertura.
P. ¿Este Gobierno tiene ideología?
R. Es economía social de mercado, a la alemana. Es la ideología que produjo el renacimiento de Alemania. Y junta liberalismo y socialdemocracia, la ideología económica alemana.
“La ideología de este gobierno es la de la economía social de mercado, la que produjo el renacimeinto de Alemania”
P. Vaya, ¿usted se imaginaba defendiendo esto hace 10 años?
R. Yo soy socialista liberal. No he cambiado nunca. Nunca me ha gustado el comunismo, ni la ideología del liberalismo sin reglas. Esa es mi historia.
P. ¿No cree que el ascenso de los populismos de derechas en Italia se debe en parte al ocaso de Forza Italia, el partido de centroderecha moderado?
R. Ha habido una fase en la que prevalecía la contraposición, y Forza Italia era un partido que unía y daba respuestas positivas. No cabalgamos el populismo y asumimos una posición de seriedad. Y creo que recogerá el dividendo del éxito del gobierno Draghi.
P. ¿Cree que Italia ha recuperado definitivamente su voz en Europa?
R. Es que Draghi es ya el líder de facto de Europa. Parece que en el G7 fue el más escuchado. Y no porque Italia sea el país más fuerte o potente, sino porque él tiene esa capacidad de liderazgo.
P. ¿No cree que hay un excesivo enamoramiento colectivo con Draghi?
R. Mire, después de todo el conflicto que hemos tenido en nuestra historia no viene mal algo de calma.
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