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Esperpento en la F1: una carrera de dos vueltas en el GP de Bélgica


Desde la repentina muerte de Charlie Whiting en la previa del Gran Premio de Australia de 2019, Michael Masi, el encargado de ocupar la silla reservada para el Director de Carrera que hasta entonces correspondía al británico, ha hecho un máster avanzado en gestión de crisis, sobre todo esta temporada. Al margen del estreno de la cronometrada al sprint (Silverstone), el ejecutivo australiano se inventó una prueba de solo tres vueltas (Bakú) debido a los continuos accidentes por los reventones de neumáticos, y alucinó con la parrilla de Budapest, formada solo por un coche (Lewis Hamilton), mientras que el resto arrancó desde los garajes al optar por realizar un cambio de gomas de última hora. En Spa, Masi se enfrentó a la inclemencia meteorológica que muy a menudo altera el Gran Premio de Bélgica, y que esta vez lo hizo hasta límites inimaginables.

El aguacero que cayó provocó que el comienzo de la carrera se fuera aplazando hasta tres horas más allá de las tres de la tarde, el momento programado para su inicio. Con los ojos clavados en los radares, los comisarios identificaron una ventana en el cielo que les llevó a reprogramar el inicio a las 18.17 horas, por más que los monoplaza rodaron siempre en caravana, detrás del coche de seguridad. Tras completar dos vueltas, el safety enfiló de nuevo el carril de los talleres y la cita más corta de la historia se dio por terminada. Un espanto que refleja los peores valores de un certamen que se llena la boca de buenos propósitos para después quedar totalmente retratado.

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Los promotores se refirieron al reglamento para articular un plan que les permitiera librarse de las penalizaciones millonarias que figuran en los contratos de cada evento. La posibilidad de un aplazamiento al lunes no se contempló ante la necesidad de desmontar todo el tinglado instalado en el paddock y trasladarlo por carretera hasta Zandvoort, en Holanda, donde el fin de semana que viene se vuelve a correr. Muy difícilmente se le devolverá el dinero a los aficionados que se agolparon en las gradas del trazado y que soportaron el chaparrón incesante que no remitió en ningún momento. Los silbidos de la hinchada, más serena de lo que cabría esperar, seguramente por falta de fuerzas, contrastaron con la alegría de George Russell, que figurará en el histórico como segundo clasificado de un gran premio que nunca llegó a producirse.

“No se veía a un metro”

El ganador de este esperpento fue Max Verstappen, que como el resto de sus rivales recibió la mitad de los puntos habituales al no haberse completado el 75% de las vueltas totales (44). El podio lo completó Lewis Hamilton, mientras que Carlos Sainz terminó el décimo, justo por delante de Fernando Alonso. Se trata de la sexta vez que se reparte la mitad del botín. La última ocasión fue en el Gran Premio de Malasia de 2009, como antes había ocurrido en España y Austria (1975), en Mónaco (1984) y en Australia (1991).

“Me sabe muy mal por los aficionados. Espero que les devuelvan el dinero”, reclamó Hamilton, alucinado por tener que participar en una ceremonia de podio absolutamente injustificada. “Correr no se podía correr, porque no se veía a un metro. En esas condiciones, si uno hace un trompo a 300 kilómetros por hora nos lo comemos el resto”, declaró Sainz, antes de subrayar la grotesca decisión de no dar la jornada por cancelada: “No merezco ese medio punto porque no he corrido. Ni yo lo merezco, ni nadie”.

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