MÉXICO – Las estaciones migratorias de México afrontan un nuevo reto con la pandemia del COVID-19, ya que el cierre de fronteras de varios países dificulta la deportación de los migrantes, una situación que ha provocado escenas de tensión como un motín el lunes en el centro Siglo XXI de Tapachula.
Algunos migrantes de los aproximadamente 800 asignados a ese centro del sur de México, en la frontera con Guatemala, protagonizaron una revuelta con la exigencia de ser liberados o devueltos a sus países, dada la incompatibilidad de sus circunstancias con las recomendaciones de salud.
El activista de la zona, Luis Villagrán, explicó que tuvo contacto con algunos de los amotinados que “viven en una situación verdaderamente de terror” a causa “de las condiciones físicas en que se encuentran”.
Según varios medios locales, 14 migrantes se fugaron, pese a la actuación de la Guardia Nacional y la Policía Federal en un motín que duró varias horas.
Villagrán denunció que la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) “ha cerrado oficinas dejando en total indefensión a estos migrantes, que estarían en riesgo de perder la vida de ser regresados”.
Los migrantes que esperan asilo desde campamentos en Matamoros temen por su salud ante la crisis que ha generado el coronavirus.
“Por cuestiones humanitarias, el gobierno mexicano, sobre todo las autoridades migratorias, deberían dejar a esa gente que pasaran su proceso de solicitud de refugio en el exterior de la estación migratoria”, reclamó.
Pese a ello, el activista aseguró que los que están en el exterior están “hacinados en condiciones verdaderamente insalubres” porque “se les ha ordenado no salir a la calle”.
Ya que los feligreses no pueden ir al templo, este religioso decidió tomar las calles y llevar la palabra de Dios a sus fieles.
Este miércoles las inmediaciones de la estación migratoria estaban despejadas con solo algunos migrantes africanos alrededor. En el centro Siglo XXI hay migrantes africanos y centroamericanos.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) de México emitió un pronunciamiento para mostrar su “preocupación” por el aumento de personas varadas en estos centros “sin la posibilidad de regresar a sus países de origen, aun cuando es su deseo y voluntad”.
En al menos ocho ciudades de la frontera, algunas con altos índices de violencia como Ciudad Juárez y Matamoros, en estos meses han esperado su turno ante una corte estadounidense más de 60,000 personas, a menudo en una situación muy precaria.
Por ello, la CNDH llamó a la Secretaría de Relaciones Exteriores a “gestionar acuerdos internacionales para repatriar a los extranjeros” en esta situación, aunque subrayó la necesidad de que estas deportaciones se hagan garantizando los derechos fundamentales.
Según el Instituto Nacional de Migración (INM), en todos sus centros, estaciones migratorias incluidas, se aplican medidas para “mantener una sana distancia entre personas” y se han incrementado las medidas de higiene.
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