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Estados Unidos sanciona a las dos hijas adultas de Putin y a dos de los principales bancos rusos


Aún quedaba munición en el arsenal de las sanciones que Estados Unidos, los países miembros del G-7 y la Unión Europea están empleando contra Rusia por la guerra de Ucrania. El detonante han sido las espeluznantes imágenes llegadas desde Bucha, suburbio de Kiev del que se retiraron las tropas rusas el pasado fin de semana, dejando tras de sí lo que el presidente Joe Biden ha descrito como “crímenes de guerra”. La masacre ha desembocado en el anuncio este miércoles de nuevos castigos, encaminados, según un comunicado de La Casa Blanca, a “prohibir nuevas inversiones en Rusia”, a aumentar las dificultades financieras para las operaciones de su “mayor banco” y a perseguir la riqueza de funcionarios del Gobierno y de algunos de sus familiares. Entre estos, destacan las dos hijas mayores de edad del presidente Vladímir Putin, Katerina Tijonova y Maria Vorontsova. En la práctica, significa que quedarán aisladas “del sistema financiero de Estados Unidos y que sus activos en el país quedan congelados”.

La lista de personas físicas castigadas por Estados Unidos se amplía con la esposa y la hija del ministro de Relaciones Exteriores, Serguéi Lavrov, así como con los miembros del Consejo de Seguridad de Rusia, incluido el expresidente y ex primer ministro Dmitri Medvédev y el primer ministro actual, Mijaíl Mishustin, a los que Washington acusa de haberse “enriquecido a expensas del pueblo ruso”. El Reino Unido, por su parte, ha anunciado también que aumenta la lista de los oligarcas en su punto de mira, con ocho nuevos nombres, entre ellos, los de Moshe Kantor y Andréi Guriev, magnates de los fertilizantes, Serguéi Serguéivich Ivanov, presidente de la mayor productora de diamantes del mundo, y Leonid Mikhelson, fundador de la empresa de gas natural Novatek.

El comunicado de la Casa Blanca también detalla un bloqueo total a la institución financiera más grande del país, Sberbank, que supone un tercio del sector en Rusia, así como a su mayor banco privado, Alfa Bank, lo cual implica la congelación de los activos de ambas instituciones que estén en contacto con el sistema estadounidense. También prohíbe a los ciudadanos estadounidenses hacer negocios con ellos. A este bloqueo de Sberbank se suma también Londres, que añade entre sus objetivos al Banco de Crédito de Moscú. La ministra de Asuntos Exteriores británica, Lizz Truss, ha prometido además este miércoles que las importaciones de carbón y petróleo cesarán antes de final de año.

“El presidente Biden”, anuncia el comunicado, “firmará una nueva orden ejecutiva que incluye una prohibición de nuevas inversiones en Rusia por parte de estadounidenses dondequiera que se encuentren, y eso aislará aún más a Rusia de la economía global. Esta acción se basa en la decisión tomada por más de 600 empresas multinacionales de salir del país”. Eso, confía Washington, asegurará el debilitamiento duradero de la competitividad global de la Federación Rusa.

El nuevo paquete de sanciones también atacará a las finanzas de las “principales empresas estatales rusas”, cuyos nombres se sabrán el jueves, cuando los dé a conocer el Departamento del Tesoro, que también prohíbe a Rusia hacer frente a su deuda soberana “con fondos sujetos a la jurisdicción de Estados Unidos”. “Ahora deberán elegir entre agotar sus reservas disponibles para pagar la deuda o incumplir con los plazos”, según el comunicado difundido por Washington, que se compromete a seguir apoyando las actividades humanitarias en Ucrania: “Garantizar la disponibilidad de alimentos básicos y de productos agrícolas, salvaguardar el acceso a medicamentos y dispositivos médicos, y permitir que los servicios de telecomunicaciones respalden el flujo de información y el acceso a internet”. Esto último está pensado para facilitar que los ciudadanos rusos puedan informarse a través de los medios de comunicación extranjeros y otras fuentes de información.

Expertos citados por la Casa Blanca calculan que estas medidas, sumadas a las anteriores oleadas de sanciones impuestas desde el inicio de la ofensiva, el pasado 24 de febrero, contribuirán a que el PIB de Rusia se contraiga hasta un 15% este año, lo que se comerá “15 años de ganancias económicas”. “Es muy probable que Rusia pierda su estatus de potencia económica y continuará un largo descenso hacia el aislamiento económico, financiero y tecnológico”.

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