Algo en lo que todos los nutricionistas inciden es en la importancia de una cena ligera . ¿La razón? Comer demasiado por la noche guarda una relación estrecha con la producción de grasa. Lo mejor es cenar al menos dos horas antes de irse a dormir para así hacer la digestión.
No se trata de saltarse la cena, ni mucho menos, sino de elegir de forma adecuada los alimentos. Uno de los errores más habituales es el de no dar demasiada importancia al resto de comidas del día, y llegar a la hora de la cena con demasiada hambre.
¿Cómo debe ser una cena ligera?
La cena debe ser ligera, pero completa y equilibrada. Es importante no quedarse con hambre para evitar levantarse a media noche a picar algo.
Una buena cera sería un plato de verduras acompañadas por una ración de carne blanca o de pescado azul. También se pueden tomar huevos, mejor si son cocidos para evitar el exceso de grasa.
No es recomendable tomar demasiado pan a la hora de cenar. Si eres de las personas que necesitan el pan con las comidas, mejor que sea integral. Uno de los alimentos prohibidos para cenar son las carnes rojas porque las grasas y proteínas tardan mucho tiempo en digerirse. Por supuesto, nada de embutidos grasos y salsas con exceso de grasa.
Los platos precocinados, como lasañas o fritos es mejor evitarlos por la noche por su alto contenido en carbohidratos. En cuanto al postre, nada de dulces, bollos y helados; puedes tomar una infusión relajante.
Aunque resulte extraño, es mejor evitar las ensaladas con lechuga. La razón es que la lechuga es un alimento considerado indigesto, que produce hinchazón abdominal y gases.