“Este Cádiz no se arruga ante nadie”


El cadismo es una religión pagana. Sus apóstoles han irrumpido en la Liga cosechando siete puntos en las primeras cinco jornadas a base de provocar un tormento en sus oponentes. Athletic, Granada, Sevilla y Huesca han sufrido los rigores del viejo 4-4-2, la defensa férrea y las emboscadas de la cuadrilla que dirigen el capitán José Mari Martín (Rota, 1987) y el mediapunta Álex Fernández (Alcalá de Henares, 1992).

“Para nosotros estar en Primera no es un desafío semanal”, dice Joé Mari. “Es un desafío diario. Tenemos que hacer mucho más que el resto para dar el nivel. Tenemos que competir con varias plantillas que valen más de 200 millones. Pero no nos achicamos ante nada. Estos retos siempre nos han ayudado a rendir incluso por encima de nuestras posibilidades. Si estamos juntitos y no negociamos la lucha, se puede conseguir. Es lo que pide el míster”.

Desde hace cuatro años, el míster del Cádiz es Álvaro Cervera, un devoto del 4-4-2 que predica el fútbol defensivo como única salvación para sus muchachos. “Estamos acostumbrados a hacer ese trabajo feo y poco reconocido”, advierte José Mari, que como mediocentro oficia de director de las basculaciones, los ajustes, las coberturas, las ayudas y todo el abanico de maniobras sin balón que hacen de las líneas del Cádiz un baluarte. “En Segunda éramos el décimo presupuesto de la categoría y teníamos que competir contra equipos más poderosos por nombres en plantilla. Nosotros estamos encantados de hacer ese trabajo. Si por momentos en los partidos parece que estamos a punto de caer, pero no caemos, es porque nos miramos los unos a los otros y tiramos para adelante como una familia”.

Por delante de José Mari, normalmente tirado a la izquierda, se sitúa Álex. Surgido de la cantera del Madrid junto a su hermano Nacho Fernández —con quien se puede medir ahora— se buscó la vida en el Espanyol, el Reading y el Elche hasta que en 2017 encontró su lugar en la Bahía. “Este club ha sufrido muchísimo”, observa el pichichi del ascenso con 13 goles y seis asistencias. “Han pasado de Segunda B a Primera en prácticamente seis años. Lo primero que te dicen aquí es que hay que luchar, hay que sufrir, y ser conscientes del club al que vienes, en donde hace poquito no había nada y ahora parece que lo hay todo pero se ha conseguido a base de esfuerzo. Nuestra forma de jugar es esa: desde el minuto uno al 90: morir en el campo”.

José Mari: “Hemos conformado un equipo que no necesita la pelota para estar cerca de ganar los partidos”

Enredado en una batalla judicial que lo empujó al borde de la desaparición, hace menos de una década el Cádiz atravesó el periodo más turbulento de su historia. El sentido de la supervivencia agita cada centímetro del club. La filosofía de Cervera expresa un modo guerrillero de vivir. “Hemos conformado un equipo que no necesita la pelota para estar cerca de ganar los partidos”, reconoce José Mari. “Hemos hecho partidos con muy poca posesión que hemos ganado sin que nos tiren casi ni a puerta. Eso en Primera es muy complicado porque los rivales tienen mucha calidad. Parece que ahora tener la pelota es sinónimo de estar más cerca de ganar, pero eso depende de dónde la tengas. Nosotros intentamos que el otro equipo la tenga en zonas que no nos hacen daño y que cuando la podamos recuperar estemos en disposición de hacerles daño a ellos”.

″La idea es jugar muy juntitos, sufriendo todos unidos”, dice Álex del arte de agrupar el 4-4-2. “Hay jugadores que sin balón se sienten muy incómodos y no sirven para esto. Nosotros somos defensivos porque nos gusta. Al final palpas lo que siente cada compañero en cada jugada. Eso en Segunda nos hizo indestructibles. Sabemos que si uno va a presionar, ese esfuerzo tal vez no le sirva para robar el balón pero le servirá al compañero de al lado si está cerquita. Si va uno solo no va a recuperar. Si vamos todos, o si aguantamos y juntamos líneas, ahí somos un gran equipo”.

¿Y una vez recuperada la pelota? “Cervera te dice muy claro donde no quiere que haya pérdidas”, indica José Mari; “cuando la tenemos intentamos ser muy simples pero efectivos: en el mínimo tiempo posible hacer el máximo daño posible. Porque los equipos de Primera, normalmente, como tienen tanta calidad, se despliegan más, los centrales se abren, los laterales están pasados, y con pocos toques puedes llegar a la portería contraria. Lo que sí es fundamental es que el primer pase después del robo sea bueno para poder salir, porque si no nos va a costar otra vez volver a recuperarla”.

Álex Fernández: “Nuestro juego es simple. Solo es un A-B-C. ¡Pero es que este A-B-C es muy bueno!”

La elaboración, dice el capitán, suele canalizarse hacia los costados, donde los errores no se pagan tan caro. “A la hora de dar ese primer pase”, dice José Mari; “no somos un equipo que meta a los bandas por dentro ni que los mediocentros se acerquen a los mediapuntas, o que tenga a cinco por medio. Pero tenemos muy claro que hay muchas salidas por afuera”.

“Nuestros dos extremos suelen correr muy rápido”, apunta Álex, “y el que intenta descolgarse para recibir y dar ese primer pase soy yo; y luego solemos jugar con un delantero fuerte que las aguanta, gente como Negredo o el Choco Lozano. Tenemos todo muy mecanizado. Nuestro juego es simple. Solo es un A-B-C. ¡Pero es que este A-B-C es muy bueno!”.

José Mari suspira. Le habría gustado vestir la casaca amarilla en Chamartín, a ser posible, con el estadio a rebosar. Por razones sentimentales y también tácticas. “Yo preferiría jugar en el Bernabéu”, dice, “porque es cierto que a nosotros, que nos vengan a presionar arriba tampoco nos supone mayor problema. Porque no elaboramos mucho, tratamos de que los rivales no nos corran, que no nos contraataquen y que nos busquen con muchos jugadores para poder ponerles las mayores dificultades posibles”.

Al Cádiz le gusta que lo asedien. Esto conduce a una paradoja. Porque el Madrid de Zidane también prefiere esperar atrás con un 4-4-2, y en Valdebebas no habrá abonados en las gradas para animar la carga. “El Madrid juega en su campo y van a tener que venir a por nosotros”, dice José Mari, con una risita. “Y si no tienen público para animarlos a atacar, ¡pues que no nos ataquen! ¡Nosotros tampoco los atacaremos! ¡Arreglado! ¿Para qué nos vamos a pelear?”.


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