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Esther González, carretera y goles



Esther González, esta temporada con el Real Madrid.EL PAÍS

La goleadora del Real Madrid Esther González (Huéscar, Granada; 29 años), que este martes se enfrenta en la ida de los cuartos de final de la Champions al Barcelona (21.00, Dazn), pertenece todavía a esas generaciones de mujeres futbolistas criadas en el interior de España, alejadas de grandes núcleos urbanos, que presentan una biografía de muchos sacrificios en su camino a la élite. Ella y sus familias.

A la actual máxima anotadora del equipo blanco (13 dianas en Liga más otra en Europa), le tocó con 15 años hacer 500 kilómetros entre ida y vuelta cada vez que iba a entrenar, dos veces por semana. Desde Huéscar, en el límite de Granada con la provincia de Murcia, hasta Villanueva de Algaidas (Málaga). Una distancia que podía aumentar cada vez que había partido, porque en su categoría había conjuntos de Extremadura. Su padre, dedicado a la pintura, se encargaba de llevarla y traerla, aunque a veces también recibía la ayuda del entrenador, que la recogía en Granada. González se había iniciado en su pueblo junto a chicos (era la única chica), pero, si quería seguir compitiendo en equipos femeninos, esa era la solución. Ella es la más pequeña de cuatro hermanas y todas en su casa han practicado el fútbol, aunque ninguna ha llegado tan lejos como esta delantera que vive sus mejores días, titular en el Madrid y candidata a ser internacional con España en la Eurocopa del próximo julio (del 6 al 31) en Inglaterra.

Aquellas largas excursiones atravesando la Andalucía oriental en su primera adolescencia la situaron en el mapa. A esas alturas, y ya antes en su pueblo (7.300 habitantes) junto a sus amigos que la animaron a romper la timidez para unirse a ellos, Esther González los metía a pares. Los suficientes para que la fichara el Levante, de Primera División, con el que debutó con 16 años, y que recibiera la llamada de la selección española sub-17. No había subido nunca a un avión y ya se tuvo que ir sola a Madrid, a la concentración en Las Rozas.

Ahora es una de las referentes de este Madrid que, más allá de la visita al dentista que supone todo enfrentamiento ante las azulgrana -hace nueve días les clavaron 5-0-, busca competir de forma regular en la Liga de Campeones (esta es su primera participación) y asentarse en el segundo escalón en España a la espera a medio plazo del asalto al trono. Y para ello cuenta como una de sus certezas con Esther González, fichada el pasado verano después de los 29 goles que se apuntó en un curso con el Levante, a dos de la Pichichi Jenni Hermoso, excompañera suya en el Atlético.

“Nunca duda de sí misma, es muy fuerte de cabeza. Sigue una preparación física y mental por su cuenta”, aseguran desde su entorno. De todo ello tuvo que tirar para superar el gran socavón de su carrera, la campaña 2019-20, la primera de su regreso al Levante después de seis años y tres Ligas con el Atlético, porque se quedó a cero en el torneo doméstico. Lo nunca visto en ella. Pero de ese cero pasó a las 29 dianas en la temporada siguiente, a volver a la selección y a fichar por el Madrid. Todo seguido. Y en esa ola sigue subida esta delantera, mucho más suelta que la niña tímida que se describe en sus inicios y que en un futuro se ve como entrenadora.

Consolidada en el Madrid que ahora dirige Alberto Toril, su siguiente paso es ser protagonista en un gran campeonato con la selección. Debutó con la absoluta en 2016, pero en la Eurocopa de 2017 se quedó sin minutos y el Mundial de 2019 lo vio por la tele. Todo apunta a que estará entre las elegidas por Jorge Vilda para la próxima Euro. Este martes, de momento, le toca el reto europeo frente al Barcelona.

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