La competencia para crear robots cada vez más pequeños y mejores es feroz, y la Universidad de Cornell ahora está al frente con un conjunto de bots lo suficientemente pequeños como para sentarse en un cabello humano, pero que pueden moverse por sí solos usando nada más que la luz como poder. fuente.
Ahora, puede recordar una máquina similarmente pequeña de hace unos meses, sentada con orgullo en el borde de un centavo. Pequeño, sí, pero llamarlo robot no es del todo exacto. Era una máquina diminuta, sin duda, pero funcionaba calentándose y enfriándose repetidamente, lo que hacía que se expandiera y contrajera sus patas.
los Antbots, como los llama el laboratorio dirigido por Michael Reynolds, son en realidad del tamaño de una hormiga para una hormiga, incluso más pequeños que el cangrejo que se encarama. Y también está mucho más cerca de lo que consideraríamos un robot, o al menos una máquina electrónica móvil. Sin embargo, a diferencia de casi todos los sistemas anteriores, no se necesitan cables.
Los Antbots constan de tres sistemas principales: una celda fotovoltaica para aceptar la luz como energía, un pequeño circuito integrado para controlar y dirigir esa energía, y un conjunto de patas con bisagras que usa para moverse.
Llamar a esta máquina “autónoma” es un poco generoso, pero si permite que puedan operar sin atención o entrada directa, como un láser pulsado o una señal de radio que coordine sus movimientos, es bastante justo. Se mueve de manera autónoma en el sentido de que solo necesita energía, pero no con inteligencia; es demasiado simple para eso.
Se construyeron algunos otros diseños para mostrar cómo se pueden usar diferentes modos de andar, y también se hizo un “dogbot” un poco más grande y más capaz que puede aceptar un solo comando, básicamente, un cambio rápido/lento. La inteligencia del robot está directamente limitada por la escala de la electrónica: simplemente no caben lo suficiente allí para realizar una lógica más complicada.
Imagen de un Antbot junto a una hormiga, y con sus componentes marcados.
Pero el equipo usó un proceso de fabricación de silicio bastante grande: 180 nanómetros, cuando los chips modernos se crean usando procesos de menos de 10 nm. Al reducir el tamaño de los circuitos en un orden de magnitud, podrían encoger el robot o multiplicar su inteligencia por una cantidad similar.
Las aplicaciones irían desde la limpieza y el control del medio ambiente hasta la administración dirigida de medicamentos, el control o la estimulación de las células y la cirugía microscópica. En todas estas aplicaciones, los robots con sistemas de control integrados para detectar y responder a sus entornos y operar de forma autónoma brindan una ventaja notable, preparando el escenario para robots microscópicos inteligentes ubicuos con la capacidad de resultados positivos en el mundo que nos rodea.
Puede obtener más información sobre el proyecto en el video a continuación o en el artículo publicado hoy en la revista Science Robotics.
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