Sabemos que no deberíamos consumir demasiados refrescos como parte de nuestra dieta. Y esto incluye a las versiones dietéticas de algunas de las gaseosas más conocidas del mundo. Entre ellas una de las bebidas más famosas del mundo. Reconoce los peligros de beber Coca-Cola Zero todos los días.
No importan cuantas ediciones “light” existan, la clave está en que siguen siendo productos que no nos aportan ningún nutriente importante y, en contrapartida, están repletos de elementos químicos que pueden hacer daño al cuerpo humano. Al menos si se toman regularmente.
Los peligros de beber Coca-Cola Zero
Para despejar cualquier duda al respecto, vamos a centrarnos en los peligros principales que supone el beber Coca-Cola Zero todos los días. Pensemos en aquellas personas que almuerzan y cenan con esta bebida en la mesa y que toman entre medio y un litro de fresco aparentemente más saludable.
Recomendada por algunos nutricionistas inescrupulosos y adoptada mayormente por quienes quieren un régimen alimentario más sano, en realidad la Coca-Cola Zero no difiere mucho de la normal en lo que respecta al efecto negativo que tiene sobre el organismo y sus procesos.
Si bien desde la empresa afirman que esta versión ‘Zero’ no lleva azúcar, y de ahí su nombre, realmente lo que hacen es reemplazarla por edulcorantes que tampoco son beneficiosos para las personas.
A pesar de que el sabor es similar y en teoría no estaríamos cometiendo ningún error en la dieta, diversos estudios han demostrado que la Coca-Cola Zero no es mejor opción que la original.
Cada vez que bebemos un vaso de Coca-Cola, independientemente de qué edición sea y de si lleva azúcar o edulcorante, nuestro metabolismo comienza a segregar insulina. Esto puede provocar picos de azúcar.
Aunque no pasa nada por beber un refresco de vez en cuando, a largo plazo estaremos haciendo un daño que será difícil de revertir y se traducirá en enfermedades. Por tanto, y más allá del llamamiento que a la compañía le permite vender sus productos ‘sin azúcar’, la respuesta del cuerpo es la misma ante cualquiera de estas bebidas.
Pueden aparecer síntomas como un mayor apetito debido a la baja glucosa, junto con un mayor estrés del páncreas, ya que se ve forzado a multiplicar el suministro de insulina.
Con los años, quienes tienen la costumbre de beber gaseosas azucaradas o con edulcorante pueden desarrollar diabetes tipo 2. Una afección grave que requiere de medicación y tratamiento para mantener el estilo de vida habitual.
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