La Comisión Europea va a aprovechar el final de los primeros contratos de adquisición de vacunas contra la covid para endurecer las condiciones de la segunda ronda, llamada a cubrir las necesidades de inmunización al menos hasta 2023. Bruselas quiere atar más en corto a las farmacéuticas después de los continuos problemas de la primera campaña de este año, en particular, con AstraZeneca. Los nuevos contratos, según fuentes comunitarias, fijan un calendario más detallado de entregas, precisan mejor las penalizaciones en caso de incumplimiento de contrato y exigen que los componentes esenciales de la vacuna procedan de territorio europeo.
El primer contrato de nueva generación se firmó el jueves entre la Comisión y las farmacéuticas BioNTech y Pfizer. Bruselas ha reservado la compra de 900 millones de dosis de Comirnaty, el fármaco desarrollado por ambas compañías. Y una opción para adquirir otros 900 millones si fuera necesario. En total, 1.800 millones en lo que ya se ha calificado como el mayor contrato de vacunas del mundo.
El nuevo compromiso con BioNTech y Pfizer, el tercero de la Comisión con ambas farmacéuticas, inaugura una nueva generación de acuerdos, descritos por fuentes comunitarias como mucho más robustos, previsibles y garantistas en cuanto a la llegada del suministro.
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Bruselas repite que los contratos firmados el año pasado fueron bien negociados. Y la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, tan solo ha admitido que pecó de exceso de optimismo: “Quizá confiamos demasiado en que lo que habíamos encargado llegaría a tiempo”. Pero lo cierto es que la redacción de la nueva ronda de acuerdos intenta corregir los numerosos puntos débiles que habían sido apuntados en los últimos meses tanto desde fuentes jurídicas como desde la industria farmacéutica.
De entrada, se sustituye el calendario trimestral de entregas por otro mensual para poder hacer un seguimiento más estrecho de la capacidad de producción de los laboratorios y detectar cuanto antes cualquier posible retraso o percance.
En los primeros compases de la campaña de vacunación, Bruselas se vio sorprendida por los sucesivos tropiezos que desbarataron y retrasaron los planes de administración en la mayoría de los Estados de la UE. El calendario trimestral permitía a las farmacéuticas justificar los retrasos iniciales con una promesa de aceleración al final del período, una compensación que no siempre se ha producido.
El caso más calamitoso ha sido el de AstraZeneca, que hasta ahora solo ha entregado 50 millones de dosis de los 300 millones previstos hasta junio. Pero otros laboratorios también van bastante atrasados en el cumplimiento de los contratos.
De Moderna se esperan este año 310 millones de vacunas, pero de momento se han entregado solo 22 millones. Y Janssen, que se autorizó más tarde, debía entregar 55 millones entre abril y junio de este año, pero a mitad de ese período nada más que ha despachado el 10%. Solo BioNTech-Pfizer va viento en popa con más de 160 millones de dosis ya entregadas, más de la mitad de los 240 millones distribuidos hasta ahora en la UE entre los distintos fabricantes.
Cadena de producción
Los contratos, según fuentes diplomáticas al tanto de su elaboración, también incluyen cláusulas que fijan la prioridad de la Unión Europea en la cadena de producción. La cláusula de prioridad sí que aparecía en el contrato del Reino Unido con AstraZeneca, y fue una de las causas a las que se atribuyó que las dosis de la compañía se canalizaran hacia el mercado británico mientras se incumplían una y otra vez las entregas en la UE.
Bruselas también ha detallado con más precisión las indemnizaciones en caso de incumplimiento del calendario de las entregas. El castigo, según las fuentes consultadas, será especialmente duro si el retraso se debe a haber exportado las dosis a terceros países. Los acuerdos anteriores oscilaban entre la laxitud y la ambigüedad, según fuentes jurídicas. Una falta de precisión que puede complicar la demanda planteada por la Comisión contra AstraZeneca por conculcar el contrato.
El pleito se dirime ante un tribunal de Bruselas y entra este miércoles en una fase decisiva, con una vista que empezará a delimitar la responsabilidad la farmacéutica por haber entregado 30 millones de dosis en el primer trimestre de 2021, frente a los 120 millones pactados, y prever una entrega de 70 millones en el segundo trimestre, muy lejos de los 180 millones previstos.
La Comisión asegura que solo busca que los jueces obliguen a AstraZeneca a entregar las dosis comprometidas. Pero el caso, que espera una primera resolución en junio, servirá para calibrar la fortaleza de los contratos firmados por Bruselas en 2020. La mayoría de las fuentes consultadas apuntan que la Comisión tendrá difícil reclamar daños y perjuicios a la farmacéutica. Los abogados del Ejecutivo comunitario han planteado, de momento, una indemnización de un euro, como punto de partida a la espera de la evolución del juicio.
El eurodiputado Nicolás González Casares, miembro de la comisión de Industria, Investigación y Energía del Parlamento Europeo, una de las encargadas de escrutar la estrategia europea de vacunación, apunta: “La Comisión ha aprendido en parte las lecciones de la primera ronda de contratos”. González Casares cree que el organismo dirigido por Von der Leyen “ha entendido que hay que ser más estrictos en la redacción de los acuerdos y en las cláusulas para su ejecución”.
Falta de transparencia
Pero el eurodiputado lamenta que todavía “no hay suficiente transparencia”: “No sabemos el grado de concurrencia para hacer unos contratos que, en cierta medida, son a dedo”. En el sector farmacéutico también se detecta cierto resquemor en la preeminencia que la Comisión ha dado al laboratorio alemán BioNTech y su aliado estadounidense, Pfizer, en las futuras campañas de vacunación. “¿Es normal que la UE fíe prácticamente a una sola compañía su estrategia de vacunación?”, se preguntan en uno de los laboratorios que, por el momento, están fuera del radar de la Comisión.
El Ejecutivo de Von der Leyen asegura que no se trata de un contrato exclusivo. La comisaria europea de Sanidad, Stella Kyriakides, ha señalado: “Nuestra prioridad es centrarnos en tecnologías que han demostrado su valía, como la ARN mensajero, pero mantenemos abiertas otras opciones”.
La comisaria subraya la importancia de contar con compañías “fiables”, en aparente alusión al fin de la relación con AstraZeneca. El propio consejero delegado de la farmacéutica, Pascal Soriot, parece dar por descontado que su negocio con la Comisión ha terminado. “Europa es parte del mundo, pero no es el mundo. Hay mucho países en el planeta que quieren esta vacuna, así que tiene futuro”, ha señalado Soriot este sábado en una entrevista con el diario Financial Times.
Bruselas negocia para incorporar a la nueva cartera de fármacos los de otras compañías. Pero también advierte de que los futuros contratos seguirán el modelo del firmado con la pareja germano-estadunidense. Un listón que quizá no puedan superar algunos de los laboratorios que formaron parte de las vacunas contratadas en 2020.
Entre las condiciones fijadas, figura la de que toda la producción y suministro se realice en la UE. Esa cláusula, difícil de cumplir para casi todas las compañías, parece destinada a evitar el problema surgido en la primera ronda con Janssen, filial de la estadounidense Johnson & Johnson. La compañía, que ha desarrollado una vacuna de una sola dosis basada en la técnica más tradicional del adenovirus, tiene una cadena de producción que pasa por Estados Unidos. Ese periplo exponía a la UE a que las dosis enviadas para completar el proceso al otro lado del Atlántico no pudieran volver como consecuencia de las restricciones a la exportación impuestas por Washington.
Bruselas quiere acabar con cualquier riesgo de interrupción en la cadena de producción y distribución. Y para ello ha impuesto en los contratos la obligación de que todos los componentes esenciales sean suministrados desde la UE. Fuentes del sector aseguran que la Comisión peca una vez más de excesivo optimismo. Y dudan de que alguna farmacéutica pueda ofrecer una producción 100% europea. La vacuna de BioNTech-Pfizer, por ejemplo, requiere de 180 productos suministrados ahora desde 19 países, según la compañía alemana.
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