Seve Ballesteros puso el alma en que la Ryder Cup abriera sus puertas a los golfistas no británicos y que el gran duelo contra Estados Unidos enfrentara a los norteamericanos no contra Gran Bretaña, sino contra Europa. Imperio contra imperio. Así fue que el genio cántabro, entonces con 22 años, y Antonio Garrido, de 35, abrieron una nueva era en la edición del torneo de 1979. Desde entonces, Europa ha sido un crisol de nacionalidades, la competición se ha convertido en un espectáculo mundial y el viejo continente ha tuteado al nuevo, sobre todo en los últimos años: cuatro triunfos europeos en las cinco últimas ediciones, nueve de 12. Todo eso podía haberlo soñado Seve, un visionario que se obsesionó con ganar “a los chicos americanos” y con hacerles sentir que él no era inferior por haber aprendido en la playa de Pedreña y no en un club privado. Pero lo que no hubiera imaginado Seve es que en 2021 se estuviera hablando no ya de si Europa planta cara o no a Estados Unidos en su cuartel de Whistling Straits, en Wisconsin, sino que más bien esta Ryder parece casi un España-Estados Unidos.
La tropa estadounidense sacó a pasear de nuevo el brillo de sus estrellas y manda por 11-5 después de la jornada del sábado y con los 12 partidos individuales de este domingo (desde las 18.00, Movistar Golf) por delante. Si Europa tiene una mínima esperanza es gracias a Jon Rahm y Sergio García, que han vencido en sus tres partidos como pareja. El resto ha sido prácticamente un monólogo norteamericano.
Tres derrotas y una victoria para Europa en los foursomes (cada pareja juega con la misma bola y los golfistas dan golpes alternos) del viernes por la mañana. Solo vencieron Jon Rahm y Sergio García por el bando azul. Pareja inédita, la décima española en la historia, y éxito inmediato. Tres derrotas y una victoria para Europa en los foursomes del sábado por la mañana. De nuevo Rahm y García, esta vez con víctimas nuevas. De Spieth y Thomas a Koepka y Berger. Mismo marcador, 3&1 (tres hoyos de ventaja con uno por jugarse) pero diferente guión. Si en la apertura del torneo la pareja española exhibió de inicio su músculo, esta vez tuvieron que apretar los dientes y remar con una fe inquebrantable. En los tres primeros hoyos, tres chascos para Europa, que de pronto se vio con tres bolas pintadas de rojo y mucho que remontar. Koepka y Berger firmaron dos birdies en los dos primeros envites, y un bogey europeo en el tercer hoyo empinó más el camino. Pero ahí surgió esa garra de la que hablaba Rahm cuando arrimó sus hombros a los de Sergio García. Entonces brotó el gen ganador que Seve y Olazabal inyectaron en el adn de los golfistas españoles cuando juegan en equipo en la Ryder Cup. “Es ganar o ganar”, decía Seve. Su simbiosis con Olazabal fue perfecta. Pasión y talento. Los dos ingredientes corren por las venas de Rahm y Sergio García. El número uno del mundo y el máximo anotador en la historia de la competición venderían muy cara su piel a pesar de esos primeros patinazos. Recortaron ya un hoyo en el cuatro, y a pesar del paso atrás en el cinco, cuando la bola de Rahm visitó el agua, la mecha había prendido. El incendio había comenzado. De los ocho hoyos siguientes, la mágica pareja española ganó cinco. Providencial un putt de García en el ocho, no solo porque limaba un poco más la diferencia, sino porque devolvió al castellonense el ánimo y su fortaleza como líder. En la Ryder, García es otro, un gigante, un número uno.
Después de los nueve primeros hoyos, el duelo estaba empatado. En el 12, un par tres, Rahm recordó el truco del día anterior ante DeChambeau y sirvió de salida el birdie para García y para poner por delante a Europa. La remontada se había consumado. Desde 1987 no tenía lugar una recuperación como esa en un encuentro de foursomes, la modalidad que recoge como ninguna la esencia de la Ryder. Dos jugadores y una única bola. Complicidad pura, compenetración. Seve y Olazabal. Rahm y García. Europa (o España) contra Estados Unidos.
El subidón de la machada española no logró sin embargo un efecto contagio. En los tres duelos de la sesión matutina, las estrellas de Estados Unidos (que son muchas y muy brillantes) mostraron su poder. Un imperial Dustin Johnson, en su mejor versión Ryder, comandó la victoria junto a Morikawa frente a Casey y Hatton (2&1), Spieth y Thomas lucieron por fin galones con dos arriba ante Hovland y Wiesberger (aquí la remontada fue al revés, porque los novatos europeos llegaron a mandar tres arriba), y Schauffele y Cantlay, el oro olímpico y el ganador de la FedEx Cup, vencieron 2&1 a Westwood y Fitzpatrick.
Con 9-3 en el marcador comenzaron los fourballs de la tarde (cada jugador con su bola). Esta vez Harrington no tocó lo que mejor funcionaba y alistó de nuevo a Rahm y García, contra Koepka y Spieth. El vasco dictó pronto su ley con victorias en los hoyos 1, 3 y 4, lanzó la ventaja a tres arriba en el 7, y cuando la pareja estadounidense reaccionó hasta empatar el partido, se marcó un birdie en el 15 y otro en el 16 para mandar el choque finalmente al 2&1. La conexión española ha sido la mejor noticia para Europa en esta Ryder. Lowry y Hatton vencieron por uno arriba a Finau y English, pero Dustin Johnson (primer norteamericano desde Larry Nelson en 1979 que consigue cuatro puntos) y un imperial Morikawa dejaron sin nada que decir a Poulter y McIlroy (4&3). En el último choque, Scheffler y DeChambeau derrotaron por 3&1 a Fleetwood y Hovland para abrir una brecha de seis puntos.
En 2012 en Medinah (Chicago), la Europa que capitaneaba Olazabal partió en los 12 partidos individuales del domingo con una desventaja de 10-6. La increíble remontada para conquistar el trofeo pasó a la historia como el milagro de Medinah. Esta vez la brecha es de 11-5. Europa necesita un milagro aún mayor.
Nuevo récord para García: 25 victorias
Comenzaron abrazados, mientras la megafonía en el hoyo uno les presentaba y el público estadounidense emitía algunos abucheos, y abrazados terminaron después de una remontada con mayúsculas. Si en los foursomes del primer día dieron cuenta de Jordan Spieth y Justin Thomas, ayer Sergio García y Jon Rahm voltearon su duelo contra Brooks Koepka y Daniel Berger para dejar con vida a Europa. También para que el castellonense, de 41 años, sumara otro récord en la Ryder Cup.
Si en la edición de París 2018 El Niño se convirtió en el golfista que más puntos ha sumado en la historia del torneo (ya son 28,5), con sus dos triunfos de este sábado, ambos con Rahm, pasó a ser el golfista que más partidos ha ganado desde el nacimiento de la competición. García ha vencido en 25 enfrentamientos en la Ryder, contando cualquiera de las modalidades (foursomes, fourballs y duelos individuales), y supera así las 23 celebraciones de Nick Faldo y las 22 de Arnold Palmer. Por algo es Míster Ryder.
Los resultados de la Ryder Cup. Última jornada: este domingo desde las 18.00 en Movistar Golf.
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