Europa se dispone a entonar su propio Wir schaffen das, el “nosotros podemos” que en 2015 estuvo a punto de costarle el puesto a la canciller Angela Merkel por recibir más de un millón de refugiados sirios en Alemania. Esta vez, casi todo el continente se abre de par en para acoger a los cientos de miles de ucranios que se espera que huyan de los bombardeos ordenados por el presidente ruso, Vladímir Putin.
Las promesas de acogida, sobre todo en los países de la UE fronterizos con Ucrania, abarcan desde programas de alojamiento para los recién llegados en viviendas particulares en Polonia a la oferta de transporte público gratuito y la posibilidad de trabajar en Eslovaquia. Los ministros de Interior de los 27 socios de la Unión celebrarán una sesión extraordinaria este domingo en Bruselas para coordinar todo el dispositivo de recepción, anticipar los posibles problemas de seguridad en las fronteras y prevenir los potenciales ataques híbridos por parte del Kremlin, incluida la desinformación sobre el éxodo ucranio.
El Consejo de ministros de Interior se plantea, de entrada, “activar el dispositivo integrado de reacción de crisis”, según el documento elaborado por la presidencia del Consejo al que ha tenido acceso EL PAÍS. Ese mecanismo, según el mismo texto, “constituirá la plataforma para la solidaridad en las fronteras exteriores, con el objeto de movilizar la totalidad de los medios e instrumentos disponibles, en la UE y en los Estados miembro”.
La situación es tan dramática que Bruselas no descarta ninguna medida excepcional, desde el establecimiento de pasillos humanitarios de entrada a suspender los trámites para la concesión del estatuto de refugiados. O la activación, por primera vez en la historia de la UE, de la directiva que permite conceder protección internacional en todo el territorio comunitario a las personas desplazadas por una catástrofe como la provocada por los bombardeos de Putin. “Se ha sugerido el examen de la puesta en marcha del dispositivo de protección temporal”, señala el documento de la presidencia.
Unas 100.000 personas han llegado ya a Polonia desde el inicio de la invasión y están siendo alojados en centros de acogida a lo largo de la frontera, donde reciben atención médica, comida y un lugar para descansar. Después son trasladados en autobuses a centros repartidos por todo el país. En solo unas pocas horas del sábado 9.000 personas cruzaron la frontera, que ha permanecido abierta, dijo el viceministro del Interior Pawel Szefernaker en una rueda de prensa en el punto fronterizo de Medyka. Entre los refugiados hay principalmente mujeres, niños y hombres que no tienen edad de combatir.
Varsovia ha habilitado ocho centros de acogida a refugiados junto a la frontera de más de 500 kilómetros que comparte con Ucrania. En este país de la UE ya residen más de un millón de ucranios, muchos de ellos llegados en 2014, tras la anexión ilegal de Crimea por parte de Rusia. El Gobierno polaco afirmó a principios de febrero que, de ser necesario, podría acoger hasta a un millón de refugiados.
El Gobierno polaco también ha reservado 70.000 camas de hospital para heridos de guerra y preparado un tren medicalizado para transportar a los heridos desde Ucrania. Si es necesario, dijo el ministro del interior, Andrzej Adamczyk, el tren podría llegar hasta Mostyka, nada más pasar la frontera, recoger a los heridos “y viajar hasta Varsovia donde serían ingresados en hospitales especializados”.
A la vecina Rumania, miembro de la UE como Polonia, también están llegando personas que huyen de las hostilidades. El ministro del Interior aseguró este viernes que han cruzado la frontera desde el inicio de la invasión 10.624 ucranios, pero que solo 11 de ellos han pedido asilo en el país. La mayoría quiere seguir viaje hacia Polonia y la República Checa, según dijo el alcalde de la ciudad fronteriza de Sighetu Marmatiei, Vasile Moldovan.
El país tiene seis centros de asilo, con unas 1.100 plazas disponibles y según el ministro, Lucian Bode, la ocupación actualmente es del 50%. Rumania tiene más de 600 kilómetros de frontera con Ucrania. La Iglesia ortodoxa rumana está acogiendo a refugiados en un monasterio del siglo XV.
Los ritmos comunitarios también se han acelerado. Al igual que con las primeras rondas de sanciones contra el régimen de Putin, aprobadas en tiempo récord, Bruselas quiere organizar la gestión del asilo de los ucranios en cuestión de días. Según fuentes comunitarias, la reunión de este domingo sentará las bases políticas de la respuesta. Los representantes permanentes de los Estados ante la UE iniciarán el lunes el desarrollo técnico. Y el jueves, si se cumple el calendario previsto, se aprobarán las medidas oficialmente en una nueva reunión de ministros de Interior, está sí ordinaria y prevista desde hace tiempo.
“Son bienvenidos”
“Esperemos que haya el menor número de refugiados posible, pero estamos totalmente preparados para ellos y son bienvenidos”, afirmó el viernes la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. La dirigente comunitaria asegura que “ya tenemos con todos los Estados miembros de primera línea [Polonia, Eslovaquia, Hungría y Rumanía] planes de contingencia para dar la bienvenida y albergar inmediatamente a los refugiados procedentes de Ucrania”.
La ministra de Exteriores alemana, Annalena Baerbock, aseguró este viernes que la Unión Europea aceptará “a todas las personas que huyen de la violencia provocada por la invasión rusa de Ucrania”. “Necesitamos hacer todo lo posible para aceptar sin demora a las personas que ahora están huyendo de las bombas y de los tanques”, dijo a los periodistas a su llegada a reunión con sus homólogos de la UE en Bruselas. El jueves el Gobierno alemán se ofreció a ayudar a los países fronterizos con Ucrania, especialmente Polonia, a acoger a los desplazados.
El Alto comisionado de Naciones Unidas para los refugiados, Filippo Grandi, ha cifrado en 150.000 las personas que han huido desde el estallido de la guerra el pasado jueves y han aumentado los desplazados internos, que ya antes del bombardeo rondaban los 800.000. Algunos estudios apuntan que una guerra podría provocar el desplazamiento de entre 1,7 millones y 8 millones de personas.
Los preparativos se suceden incluso en los países que no tiene frontera con Ucrania. La República Checa ha enviado trenes especiales hacia la linde entre Polonia y Ucrania, en concreto a la ciudad de Przemysl, para transportar a los ucranios que viven en su territorio y quieren ir a recoger a sus familiares que huyen de la guerra. De vuelta, los trenes llevan a los refugiados a Cracovia, Katowice y Varsovia, las ciudades en las que viven más familias ucranias. Además del flete de trenes, los transportes públicos son gratuitos para los ucranios desde el viernes, informan los medios locales.
El Gobierno checo ha ofrecido a su vecina Eslovaquia, que sí tiene frontera con Ucrania —y que es al mismo tiempo la linde de la zona Schengen—, el envío de agentes de policía para ayudar a gestionar la llegada de refugiados. Eslovaquia tiene cinco puntos de entrada a lo largo de su frontera de 98 kilómetros con Ucrania. “Estamos preparando los gimnasios de las escuelas, hostales y albergues turísticos para que puedan usarse como alojamiento de emergencia”, dijo Rastislav Trnka, jefe de la región de Košice, informa Euractiv. El Gobierno eslovaco ha manifestado su disposición a acoger a todos los refugiados, como han hecho todos los países de la zona.
Los ministros de Interior abordarán este domingo en primer lugar la asistencia humanitaria a Ucrania, con una promesa de más recursos financieros aparte de los 1.200 millones de euros aprobados la semana pasada para sostener las finanzas del Estado. Pero la mayoría de las delegaciones europeas son conscientes de que no bastará porque una parte de la población buscará refugio en los países vecinos. “La consigna es que se hará todo lo necesario para atenderles”, afirma una fuente comunitaria.
La apertura generalizada de fronteras contrasta con el cierre que suscitó la llegada de refugiados sirios en 2015, cuando países como Polonia o Hungría se negaron a aceptar ni un solo solicitante de asilo y la inmensa mayoría se encaminaron hacia Alemania. Esta vez, la proximidad de Ucrania, fronteriza con la UE, hace prácticamente imposible cerrar el paso a personas que huyen de bombardeos. Y los lazos culturales y sociales entre ambos lados de la frontera facilitan la aceptación, sobre todo, en Polonia, donde ya habitaban casi millón y medio de ucranios.
Fuentes comunitarias apuntan que una de las opciones para facilitar la llegada sería activar la directiva europea sobre “protección temporal de personas en caso de afluencia masiva de personas desplazadas”. La norma se aprobó en 2011, a raíz de las migraciones provocadas por las guerras de los Balcanes. Y prevé la concesión automática de una protección durante un año, renovable en caso necesario o anulable si la situación en el país de origen. Las personas acogidas al sistema de protección tienen derecho a pedir asilo. Pero incluso si su petición es denegada tienen derecho a permanecer en la UE mientras se considere necesario.
El Parlamento Europeo ha pedido en ocasiones anteriores activar la norma. Pero la Comisión Europea, encargada de proponerlo, siempre se ha negado por considerar que se trataba de migraciones clásicas (por motivos económicos) y no de un problema de asilo. “Pero con Ucrania estamos ante un caso de libro para aplicar la directiva”, señala el eurodiputado Juan Fernando López Aguilar, presidente de la comisión de Libertades, justicia e interior del Parlamento Europeo.
Pero la directiva incluye un elemento de solidaridad entre los Estados miembro que puede asustar a los gobiernos húngaro y polaco, contrarios a las cuotas de reparto de refugiados y poco deseosos de sentar un precedente. López Aguilar, que la pasada semana participó en una misión del Parlamento en Varsovia sobre el estado de derecho, cree que “Polonia está en una actitud totalmente contraria a cualquier avance en la política europea de asilo incluso en estos momentos de grave crisis”. Fuentes de la Comisión también dudan de que se pueda activar la directiva “salvo que los países de primera línea sean desbordados”.
A Moldavia (que no pertenece a la UE), con una frontera de más de 900 kilómetros con Ucrania, han cruzado alrededor de 16.000 personas. La antigua república soviética, de 2,6 millones de habitantes, también está construyendo centros de acogida. Este viernes el Gobierno moldavo activó el Mecanismo de Protección Civil de la UE para solicitar el apoyo logístico de los países de la Unión. Esto se traduce en el envío de elementos como ropa de protección, tiendas de campaña, generadores de electricidad o bombas de agua. Varios países se han ofrecido a enviar este tipo de material, incluida España.
“La situación es absolutamente desgarradora”, asegura en un vídeo difundido este sábado por la agencia de la ONU para los refugiados su representante en Europa Central, Roland Schilling. Desde Palanca, en Moldavia, un puesto fronterizo con Ucrania, Schilling muestra cómo las autoridades de esta antigua república soviética registran a los recién llegados, entre los que se ven muchas mujeres y niños. “El procedimiento es muy bueno. La gente no necesita presentar pasaportes; si pueden mostrar cualquier otra forma de identificación, se les procesa”. Pasada la frontera, se han dispuesto autobuses gratuitos para trasladar a los refugiados, explica.
El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, anunció el viernes que iba a desplegar policías y soldados en las fronteras para ayudar a registrar a los refugiados ucranios que quieran entrar en su territorio. Hungría tiene una frontera de 140 kilómetros con Ucrania por la que el viernes habían cruzado a pie entre 400 y 500 personas cargando con equipaje, según informó la agencia húngara MTI. Una vez en el lado húngaro, la mayoría esperaban a que les recogieran familiares o amigos.
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