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Existen avances en materia de equidad de género, pero persiste desigualdad; urge cambio cultural: expertas UNAM

En México, como en otros países, las demandas no resueltas se relacionan con el acceso de ellas a la educación, al trabajo en igualdad de condiciones, o a los derechos sexuales y reproductivos, así como erradicar la violencia en su contra.

En el marco del Día de la Mujer, mismo que se conmemora este 8 de marzo, expertas de la UNAM aseguraron  que se requiere un cambio cultural y un andamiaje con plataformas legales, políticas públicas y recursos, que garantice los derechos de las mujeres y su pleno ejercicio.

Para ello, urgieron un andamiaje con plataformas legales, políticas públicas y recursos que no sólo garanticen sus derechos, sino su pleno ejercicio.

Señalaron que en México, como en otros países, las demandas no resueltas se relacionan con el acceso de ellas a la educación, al trabajo en igualdad de condiciones, o a los derechos sexuales y reproductivos, así como erradicar la violencia en su contra, que en una de sus formas exige estereotipos de belleza inalcanzables.

A través de un comunicado, explicaron que a pesar de que la  presencia femenina en el mercado laboral ha crecido,  la mayoría se ubica en los trabajos de más bajos ingresos, en la economía informal, el comercio y los servicios, o en industrias como la textil y en las maquiladoras.

María Luisa González Marín, del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc), explicó que aunque la participación de la mujer en el mercado laboral nacional se incrementó, sobre todo en los años 80, no alcanza ni la media de América Latina, que es de más de 50 por ciento, y está por debajo de países como Perú.

Mientras 78 de cada 100 hombres de 15 años y más, disponibles para producir bienes y servicios son económicamente activos, en el caso de ellas son sólo 44, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (2018).

A eso hay que sumar que en el país siete de cada 10 mujeres con un empleo (68 por ciento) gana como máximo cinco mil 300 pesos mensuales, equivalentes a dos salarios mínimos.

Mujeres sin representación

González Marín señaló que “las tendencias indican que ellas no están lo suficientemente representadas en los campos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería, las matemáticas y el diseño, por lo que la brecha digital se está ampliando, lo que les impide influir en el desarrollo de innovaciones sensibles al género.

Según la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de las Tecnologías de la Información en los Hogares (2016), de los usuarios de computadoras e Internet en México, los hombres representan la mayor proporción a lo largo del periodo 2001-2015, aunque tiende a incrementarse la participación femenina: de 46.4 a 49.2 en el uso de computadora; y de 45.4 a 49.4 por ciento, en la utilización de la red. “Ellas son quienes más usan el teléfono móvil”, detalló.

Al respecto, Ana Buquet, directora del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG), sostuvo que las mujeres deben ser parte de la innovación para contribuir a cambiar su condición de género. “Si participan en el desarrollo tecnológico pensarán en aspectos que ellos no consideran; por ejemplo, una aplicación sobre la menstruación o un cinturón de seguridad de coche que no aplaste los senos o sea adecuado para una embarazada. Si somos parte de innovar, podremos crear a favor de nosotras”.

Uno de los rezagos a superar es la división sexual del trabajo, porque ellas se incorporaron al empleo formal, pero los varones no se integraron a las tareas del hogar, del cuidado y responsabilidad familiares, “y ahí viene el concepto de la jornada doble y hasta triple de trabajo para las mujeres”.

González Marín explicó que las labores que realizan ellas en sus casas supera el valor económico y es imposible valorizarlo en dinero, “porque no se puede poner precio al cuidado de los hijos, al apoyo emocional, sentimental y de cuidados que brindan”.

Los estereotipos de género son violentos

Patricia Castañeda Salgado, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH), indicó que los estereotipos de género son un tipo de violencia. En general se trata de “una imagen fija y al mismo tiempo prefijada; es una manipulación de la realidad que genera una idea que no se cuestiona”.

Es un ideal aspiracional que, en el caso de ellas, consiste en ser delgadas, de cabello largo y de preferencia blancas o rubias. “Eso conduce a que, en ocasiones, las personas que no responden a ese modelo sean violentadas o se violenten a sí mismas”.

Cada sociedad tiene su ideal de belleza. La mexicana, en contextos fundamentalmente urbanos, sigue el modelo global impuesto por las grandes empresas, que dictan la forma de vestir, estilo de vida y apariencia. Las personas que se inscriben en la diversidad sexual responden a otro conjunto de contravenciones a la norma; ahí también se generan estereotipos.




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