Martha Camacho Loaiza, exmilitante de la Liga Comunista 23 de Septiembre, coincidió con el exdirector del INEHRM, Pedro Salmerón, quien calificó como “valientes” a los militantes que intentaron raptar a Eugenio Garza Sada.
Para Martha Camacho Loaiza, exmilitante de la Liga Comunista 23 de Septiembre, es correcto calificar como “valientes” a los jóvenes militantes que intentaron raptar a Eugenio Garza Sada en 1973; con esto, respaldó lo dicho la semana pasada por el extitular del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), Pedro Salmerón, quien tuvo que renunciar al cargo después de la polémica generada.
“No únicamente por el término de jóvenes valientes, sino que vamos más allá, jóvenes inteligentes, jóvenes cargados de valores, jóvenes conscientes de desigualdad y de un sistema de corrupción que vivimos en México”.
Camacho afirmó que, con el paso de los años, se ha comprobado que varios de los jóvenes que participaron en el movimiento terminaron siendo académicos, mientras que muchos de los agentes federales y militares que reprimieron, torturaron y asesinaron, terminaron siendo delincuentes acusados de secuestros, asesinatos y robo de automóviles.
Lo anterior, lo pudieron comprobar cuando desclasificaron documentos del Archivo General de la Nación, que pusieron en manifiesto los operativos encubiertos de las fuerzas de seguridad, así como las acciones de represión y violencia contra de los miembros de la Liga Comunista.
Por este motivo, la exmilitante e historiadora pidió la desclasificación de los archivos de la Sedena y del Cisen para conocer las acciones ilegales que se emprendieron en su contra, así como los montajes que inventaron para acusarlos.
Una disculpa no significa reconciliación
El 19 de agosto de 1977, Martha Camacho Loaiza y su esposo José Manuel Alapizco Lizárraga fueron detenidos por soldados, policías y miembros de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), por ser integrantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre.
Por 49 días Camacho, quien se encontraba embarazada al momento de su arresto, fue torturada e interrogada, y tuvo que dar a luz a su hijo en las mazmorras de un cuartel militar, así como presenciar cómo soldados ejecutaron extrajudicialmente a su esposo.
42 años después, el Estado mexicano le ofrecerá una disculpa pública por los hechos de desaparición forzada, tortura y ejecución arbitraria contra ella, su esposo y su hijo.
Aunque reconoce los esfuerzos de la nueva administración federal por ofrecer una disculpa por los abusos cometidos en el pasado, Camacho considera que “la palabra reconciliación no cabe todavía”.
La exmilitante consideró que una disculpa es solo una parte pequeña de un proceso mayor, que debe culminar con la aplicación de la justicia a los responsables, ya que algunos perpetradores de abusos todavía viven, y a pesar de que las víctimas han proporcionado nombres y domicilios de presuntos responsables, ninguno ha sido detenido.
“Nos hace falta el reconocimiento por parte del Gobierno Federal, de la Sedena y de todos los involucrados den las violaciones a los derechos humanos, pero también se tienen que aplicar medidas de no repetición”.