Una noticia ha irrumpido este viernes en los titulares de los medios de comunicación: la Universidad de Barcelona (UB) ha anunciado que un equipo de virólogos ha detectado el SARS-CoV-2 en una prueba de aguas residuales recogida en marzo de 2019. Los investigadores han analizado muestras de agua procedente de dos plantas de tratamiento de la ciudad tomadas entre enero de 2018 y mayo de 2020. Entre las muestras previas a la pandemia sometidas a test PCR, solamente la del mes de marzo de 2019 ha dado positivo en trazas del coronavirus, según los autores del estudio, un trabajo todavía en fase de prepublicación.
El científico de referencia del informe es Albert Bosch, catedrático de microbiología de la UB y presidente de la Sociedad Española de Virología. Ni Bosch ni la otra investigadora principal del estudio, Rosa María Pintó, han respondido a la solicitud de este diario para ampliar información sobre su trabajo. Únicamente la muestra de marzo de 2019 habría dado como resultado la detección de material genético del virus, el ARN, expulsado por personas infectadas. El estudio aventura que esta excepción puede deberse a que Barcelona es una ciudad con una gran afluencia de visitantes internacionales: “Este sorprendente descubrimiento indica que el virus circulaba por Barcelona mucho antes de la confirmación de cualquier otro caso de covid-19 en el mundo. Barcelona es un polo de negocios y comercial, y también un lugar popular para eventos masivos que reúnen a visitantes de muchos lugares del mundo. Es posible que situaciones similares se hayan producido en otras partes del mundo”.
Bosch ya aseguró a principios de junio en una entrevista en la emisora Rac1 que habían descubierto indicios de la covid-19 en muestras de enero de 2020. En una entrevista con la agencia Efe de principios del pasado marzo, poco antes de que se declarara el estado de alarma, Bosch declaró que estaba convencido de que el virus “probablemente hace tiempo que circula entre nosotros enmascarado por la coincidencia con la temporada de la gripe”.
Fernando González, catedrático de Genética de la Universidad de Valencia (UV), tiene serias dudas sobre la veracidad del resultado: “Tanto por las fechas como por la localización, está demasiado fuera de todo lo que se ha detectado hasta ahora”. González opina que detecciones previas a octubre de 2019 deberían darse en China, y no en Barcelona y en una única muestra. “Hay ciudades con más visitantes internacionales que Barcelona y no han detectado el virus en sus análisis retrospectivos de aguas residuales”, dice González. “Yo pondría el resultado muy en cuarentena, y someterlo a un análisis independiente”.
“Tanto por las fechas como por la localización, está demasiado fuera de todo lo que se ha detectado hasta ahora”
Damià Barceló, investigador del Instituto Catalán de Investigación del Agua (ICRA), también se muestra escéptico sobre la presencia de la covid-19 en marzo de 2019 en la capital catalana. Barceló precisa que no se sabe todavía si el virus puede hallarse en muestras tan antiguas, y sobre todo se pregunta por la metodología que ha seguido el equipo de Bosch. “No hay una metodología estandarizada, y un análisis de agua residual puede dar muchos errores; no es como analizar sangre. Hay muchos protocolos diferentes de muestreo de la covid en aguas residuales”, añade Barceló, “y cada uno da resultados diferentes”. Barceló indica que en Italia se ha avanzado de manera especial en este tipo de estudios. El Instituto Superior de Sanidad de Italia (ISS) comunicó este junio que había captado el ARN del virus en muestras de mediados de diciembre recogidas en Milán y en Turín.
Otro centro de estudio de referencia de aguas fecales como espejo de la expansión de la covid-19 se encuentra en Valencia, donde expertos de la UV y del CSIC confirmaron que la monitorización de aguas residuales puede alertar con semanas de antelación del riesgo de nuevos brotes de infección. Pilar Domingo, viróloga de la UV, destaca que el estudio de la UB requiere un mayor apoyo científico y la validación por parte de laboratorios independientes. “La muestra que da positivo es muy puntual. Y no digo que sean incorrectos, pero los valores que aportan están muy al límite, muy cerca del umbral negativo. En otro tipo de estudio sería negativo”, señala Domingo, que no duda en que “faltan datos científicos para evaluar correctamente el resultado”.
Luca Cozzuto es coordinador de análisis de datos del Centro de Regulación Genómica (CGR) de Barcelona. Cozzuto tiene dudas sobre el trabajo de la UB porque el positivo no se repite en las muestras posteriores. “Una persona infectada no es suficiente para detectar ARN del virus en aguas residuales. Debemos imaginar a un número mayor de extranjeros viniendo a Barcelona de vacaciones para dejar partículas del virus en el agua, sin infectar a nadie más. O que hubo un brote oculto antes de septiembre. Mi opinión es que afirmaciones extraordinarias necesitan evidencias muy sólidas”. Cozzuto añade que sería necesario secuenciar toda la muestra y verificar su presencia en humanos en aquella época, por ejemplo en pacientes hospitalizados.
El pasado mayo fue cuestionado el anuncio de que se había detectado un infectado de la covid-19 en París a finales de diciembre, días antes de que China notificara sus primeros casos. Nicholas White, epidemiólogo de la Universidad de Oxford y asesor de la Organización Mundial de la Salud, denunciaba en una entrevista reciente en EL PAÍS que “el nivel de los artículos científicos sobre la covid-19 ha sido decepcionante. Ha habido prisa por publicar y se han cometido errores.”
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