A Xandra Falcó la viña le ha ayudado a priorizar. “Mis primeros recuerdos son de paseos con mi padre en el campo. Eran fines de semana en los que íbamos a Toledo a ver cómo evolucionaban los viñedos en Valdepusa. Era un tiempo de pararse, caminar lento y observar”, apunta sobre aquellos recorridos que daba con Carlos Falcó, Marqués de Griñón y uno de los grandes innovadores y pioneros del vino en España. Su padre, su marido, el banquero Jaime Carvajal, y su tío, Fernando Falcó, Marqués de Cubas, la otra persona que le inoculó el sentimiento del buen vino, desaparecieron de su vida el año pasado en un lapso de ocho meses. Los tres estaban al tanto del rosado que acaba de lanzar y lleva sus iniciales: XF. “También fueron mis hijas quienes me animaron a continuar con ello. El rosado está hoy día en su mejor momento. Es un vino atractivo y fresco para las nuevas generaciones”, continúa contando. No le falta razón a la hermana mayor de Tamara Falcó. Nombres tan famosos como los de Brad Pitt, Angelina Jolie, John Legend o Bon Jovi se han sumado en los últimos años a la producción de este líquido de tono pálido. Todos impulsados por el boom que se ha vivido en La Provenza, la región que mejor representa esta edad rosada del vino.
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La sumiller Victoria James, autora del libro Drink Pink, fecha el inicio de este interés a principios de la década de los dos mil. “En aquella época los centros turísticos y los destinos de playa de los Estados Unidos comenzaron a tener vino rosado francés. La fascinación por los rosados crecía y muchos lugares como Sunset Beach, de André Balazs, en Shelter Island, Nueva York, empezaban a ponerlo en las cartas de sus restaurantes. La gente tenía ganas de disfrutar el estilo de vida del sur de Francia. Es el momento en el que celebrities como Drew Barrymore y Angelina Jolie, junto con Brad Pitt, empiezan a producir rosado”.
Los vinos rosados, antes desprestigiados y ninguneados como una mezcolanza de uvas sin ningún valor, volvían a estar en la cresta de la ola. Aquí en España el terremoto se está viviendo ahora. Los datos del Observatorio Español del Mercado del Vino afianzan esta tendencia. “En el último año, en el sector de la alimentación, todos los vinos han crecido. Pero, sin duda, el rosado es el que más aumenta en volumen. Si el tinto ha elevado su venta un 2,7%, el rosado lo ha hecho un 36%”, indica Rafael del Rey, su director. “Ha sido el público internacional quien los ha rescatado del olvido”, aclara sin dudarlo Gemma Vela, sumiller de Mandarin Oriental Ritz, Premio Nacional de Gastronomía con 25 años de andadura. A ello han contribuido productores nacionales como Bertrand Sourdais, autor de Le Rosé y Roselito, dos de los mejores vinos del panorama nacional. Sourdais, junto a su socio David Hernando, se hizo con unas pequeñas parcelas de viñedos viejos de albillo y tinto fino, dos variedades autóctonas que son herederas de algunos de los mejores claretes de la Ribera del Duero, y las mezcló añadiendo un método de prensado tipo champagne, pudiendo obtener la esencia de la uva, el llamado mosto yema.
El caso de los rosados, como antes pasó con los blancos, vuelve a tener valor porque se comienza a experimentar con ellos: largas crianzas, terruños con historia, métodos de vinificación diferentes… “Hubo una época en la que nadie apreciaba los vinos viejos. Los rosados de 10 y 20 años me los he bebido con mis amigos”, explicaba María José López de Heredia, cuarta generación de la bodega, a Amaya Cervera en este periódico. Es significativo como estas bodegas piden sitio en cartas de restaurantes como Tatel, El Paraguas o el mismo Mandarin Oriental, donde el Miraval de la pareja Jolie & Pitt se puede disfrutar por copas. Silvia García, sumiller del lujoso hotel, lo resume de esta manera: “Creo que estamos haciendo una buena labor de difusión. Los productores, además, están saliendo de esos vinos color gominola y se dan cuenta de que pueden hacer grandes vinos”.
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